Hace algunos años, leí que la memoria del ser humano es perfecta para olvidar. Porque frecuentemente nos empeñamos en borrar lo que fuimos aun a riesgo de no entender lo que somos; lejos de comprender que, en muchas ocasiones, caminar hacia delante nace del volver a empezar. En definitiva, la memoria es escuela y lección, experiencia y certeza; algo que atesorar, cuidar y compartir. Y la memoria colectiva se va construyendo desde el testimonio y la noticia, a partir del comentario y la reflexión.
Creo que estas ideas adquieren hoy una significación aún más especial y valiosa. Porque, después de estos dos años de pandemia, instalados en el miedo y la incertidumbre, la memoria de lo vivido nos debe hacer presente que ese futuro que soñábamos está ya prácticamente aquí. Afortunadamente, hoy vivimos una etapa más serena y positiva, con una realidad donde la distancia que antes nos separaba ya comienza a unirnos, donde las restricciones y la normativa se suavizan y en nuestra realidad caben de nuevo la ilusión y la cercanía. Porque, proyectando algo más esa memoria de lo vivido, podemos situarnos en lo que éramos antes de ser tan bruscamente interrumpidos, antes de que apagáramos las luces de la alegría para transitar por la tristeza de una pandemia.
Cumplimos 25 años y desde nuestra memoria sin olvido, en este nuevo escenario, queremos vivir un festival que suponga una celebración de la vida, tanto la colectiva como la del propio festival, recuperando nuestras señas tradicionales de identidad, nuestra alfombra roja y el encuentro con la ciudad de Málaga y con todos aquellos que nos visiten.
Hemos insistido mucho en que, para el Festival de Málaga, lo presencial resulta esencial, porque forma parte de nuestra identidad, porque trabajamos para que el público regrese a las salas y disfrute de esa experiencia ritual del cine. Nuestro festival está basado en el encuentro y relación, de los que nacen con facilidad proyectos futuros, y nuestro público nos identifica con la fiesta del cine en español, algo que nace necesariamente de la presencialidad. Y así será esta 25 edición, aún prudente pero mucho más cercana y vitalista. Respetaremos normas para ser ambiciosos en el encuentro y el diálogo.
Solo que volver a lo que fuimos no significa regresar exactamente a lo que éramos, sino que este camino recorrido también nos supone cambio y transformación, nos conduce a nuevos proyectos y a reformular los ya existentes. Por esta razón, hemos trabajado durante muchos meses para ampliar y dimensionar nuestra Área de Industria, MAFIZ, que consideramos estratégica para nuestro festival por su evidente utilidad para el sector. Así, en esta edición y gracias al impulso presupuestario del Gobierno, este evento adopta un nuevo formato para convertirse en Spanish Screenings XXL, más expandidos y vigorosos. Un mercado internacional para la producción audiovisual española, cuyo formato Content tendrá lugar en el marco del Festival, del 21 al 24 de marzo. Unos renovados y ampliados Spanish Screenings, que buscan incrementar la variedad de perfiles participantes: plataformas de pago, televisiones, plataformas de creadores digitales, programadores festivales de cine, productores internacionales, prensa internacional… Al tiempo que reforzar su marca mediante acciones itinerantes dirigidas a la venta y promoción del cine español en territorios estratégicos para el afianzamiento futuro de la cultura cinematográfica española.
25 años suponen 300 meses, casi 9.000 días en los que hemos trabajado para ser útiles a un sector y a un territorio, en los que hemos evolucionado como ambos también lo han hecho. Pero si las cifras de lo vivido van al ‘haber’ de lo ya realizado, los números aún por venir alimentarán el ‘debe’ de nuestro trabajo futuro. Todo el gran equipo del Festival de Málaga quiere seguir sumando otros miles de días, cientos de meses y decenas de años para seguir ganando consolidación, utilidad y prestigio. Y para demostrarlo, qué mejor que este tiempo que vamos a compartir ahora en torno al cine en español. Bienvenidos al Festival de Málaga, un evento donde la memoria no tiene nada que olvidar y nosotros, mucho que atesorar en el futuro. O mejor dicho, en el presente continuo donde aquel se nos revela cada día.
