La avidez de Isabel Coixet

Fotografías de Raúl Simón, Ivana Nikolic y Laura M. Rodríguez · 11 mayo, 2023

Homenajeada por la Academia de Cine, la cineasta catalana conectó con el público que asistió a la proyección de Mi vida sin mí, de la que se cumplen 20 años

A Isabel Coixet no le gustan los cumplidos, pero tras el homenaje de la Academia de Cine, acto que compartió con un público entregado que recibió y despidió a la cineasta catalana entre aplausos, reconoció que estaba empezando a cogerle gusto a los elogios. Su inteligencia, curiosidad, creatividad y generosidad, su capacidad para emocionar a públicos de todo el mundo, su libertad a la hora de rodar, su gusto a la hora de elegir la música de sus películas… Estos fueron algunos de los muchos piropos que escuchó de las personas que acudieron a la institución y de las directoras Alauda Ruiz de Azúa y Paula Palacios –produjo su documental Cartas mojadas– y las actrices Leonor Watling (Mi vida sin mí) y Laia Costa (la serie Foodie Love, y acaban de terminar el rodaje de Un amor) con las que compartió el posterior encuentro que siguió a la proyección de su cuarta historia.

Mi vida sin mí, de cuyo estreno en el Festival de Berlín se cumplen veinte años, “tocó” a millones de espectadores, entre los que se encontraba Alauda Ruiz de Azúa, quién agradeció a Coixet que con este título le abriera la puerta como futura directora. Consciente de que es una veterana que ha despertado muchas vocaciones, Coixet dijo sentirse “orgullosa de haber mostrado que es posible; que las fronteras, los idiomas, límites que todos nos ponemos, es posible saltárselos. Un empujón que también me da apuro porque yo solo quería hacer una película, nada más. La existencia del cine demuestra que hasta frikis como yo podemos tener un lugar en el mundo. Ver que conectas con gente de todas las nacionalidades, géneros y condiciones es bonito”, apostilló la directora, guionista y productora con mayor número de Premios Goya, ocho.

Coixet, que debutó con Demasiado viejo para morir joven, contó que siempre escribe con música, que juega un papel importante en sus películas.No puedes poner todas las canciones que quieres porque son muy caras, algunos dicen que es un subrayado excesivo, pero un subidón musical me gusta como espectadora. Menos reguetón, y eso que estoy entrando, escucho todo tipo de música”, señaló la autora de Nieva en Benidorm, que dio un consejo a los cineastas jóvenes. “Hay que adaptarse. La vida de rodaje es una apuesta entre lo posible, lo imposible, lo que de verdad vas a utilizar, lo que te puedes pasar por el forro y lo que tú quieres hacer”.

Cosas que nunca te dije, Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras, Elegy, Mapa de los sonidos de Tokio y La librería son algunas de las historias que ha rodado en inglés. “A veces me pregunto si tendría que estar haciendo películas de gente de mi generación, pero lo cierto es que sigo haciendo películas sobre gente de 30 años. Rodar en inglés y en otros países no fue premeditado. Los rodajes son estructuras militares que te permiten trabajar donde quieres porque es lo mismo en todos los países. Bueno, en Irán, Afganistán y Arabia Saudí no”, ironizó la también autora de los documentales El techo amarillo, InvisiblesViaje al corazón de la tortura y Escuchando al juez Garzón.

Las mujeres de la limpieza, sus heroínas

Con un sentido de la justicia “infantil” –recordó que su padre, “un hombre estupendo”, le riñó por una cosa que había hecho su hermano y se enfadó tanto que le clavó unas tijeras de punta redonda: “me pareció inconcebible que me acusara de algo no había hecho. Vamos, que en mi mente voy cortando cabezas por la calle”-, Coixet no es de planificar, por lo que cuando Laia Costa preguntó qué le gustaría hacer, contestó que, “como a todos, quiero hacer lo que yo quiero sin que nadie me diga nada”.

Y dio pista: ni superproducciones –“si tienen mil extras, a mí me sobran 999. Además, no me gusta cómo caminan”–, ni históricas –“los trajes son muy costosos”– y tampoco adaptaciones literarias, aunque puede que su próximo proyecto lo sea. “Soy de buscar y encontrar”, añadió esta profesional que ve películas, lee libros, escucha música… ”Lo mío es avidez, el miedo a perderte algo, y a veces me trago unas cosas…”, confesó Coixet, que también habló de sus “buenas” experiencias con Netflix (Elisa y Marcela) y HBO (la serie Foodie Love), pero tiene la sensación de que en las plataformas, “aunque sean buenos trabajos, todo se convierte en irrelevante”. Ella, reiteró, quiere contar historias “que conecten con la gente”.

La catalana se siente aliviada por no ser una excepción. “Ahora hay muchas mujeres haciendo cosas cojonudas. Sí he sentido cierto aire peyorativo, paternalista, cuando juzgaban lo que hacía”, advirtió Coixet, que añadió que nunca había leído críticas tan feroces de hombres como cuando la revista Sight and Sound publicó que la mejor película de la historia del cine era Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles, dirigida por una mujer, la cineasta belga Chantal Akerman. “Y lo peor es que no la habían visto”, añadió.

Maestra, Isabel Coixet, que cuando va cámara en mano y dice al actor o la actriz que van a repetir una toma “siempre dice ‘es que me he equivocado’”, desveló Laia Costa, siente debilidad por las mujeres de la limpieza, “los grandes personajes en la sombra de nuestras vidas. Son las auténticas heroínas”, aseguró la cineasta, que tiene en las protagonistas de Mi vida sin mí y La librería, Ann y Florence, los personajes con los que más se identifica de todos los que ha creado.

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