Isabel Herguera: “La animación española está siendo muy libre”

Por Chusa L. Monjas · 22 septiembre, 2023

Aspira a la Concha de Oro con un cuento feminista de animación, El sueño de la sultana, su ópera prima

Un amigo que le enseñó cómo funcionaba una cámara Bolex tiene la “culpa” de que Isabel Herguera se dedique a la animación. La directora, guionista y productora donostiarra, que conserva aquella antigua Bolex, es una de las tres mujeres españolas que aspiran a la Concha de Oro, y lo hace con su primer largometraje, El sueño de la sultana, basado en el cuento indio del mismo título publicado en 1905 por una pionera del feminismo, Begum Rokeya Hossain. Herguera, que trabajó en varios estudios en Los Ángeles, dirigió ANIMAC e imparte clases dentro y fuera de España, está cumpliendo sus sueños en el fantástico mundo de la animación, un universo en el que han sacado adelante los cortometrajes Sailor’s Crave, Bajo la almohada y La gallina ciega, que estuvo nominado a los Goya en 2006, “trabajos que se han extendido y vuelven a aparecer en mi ópera prima, que es una suma de mis experiencias anteriores”, reconoce la autora de la que es la primera película europea de animación que compite en Zinemaldia.

El sueño de la sultana cuenta una triple historia que se entrecruza en distintos tiempos y lugares. Tres historias realizadas con distintos tipos de animación con un trasfondo feminista al mostrar el deseo de sus protagonistas por conseguir los mismos derechos que los hombres. No se ha privado de nada.

Se lo debo todo a este cuento que me encontré casualmente en la India en 2012. Me llamó muchísimo la atención que a Rokeya Hossaain, una mujer que no había tenido acceso a la educación formal y que había crecido en un entorno muy muy conservador, se le hubiese ocurrido una idea tan extraordinaria y tan contemporánea al mismo tiempo Y eso fue lo que catapultó todo este viaje que he hecho a lo largo de estos años con Gianmarco Serra, con el que he escrito el guion.

Rokeya Hossain fue una autora transgresora que se atrevió a imaginar personajes femeninos libres (el libro retrata un país donde las mujeres están en el poder, tienen todo el conocimiento y los hombres están recluidos en casa, ocupándose de las tareas domésticas). 120 años después, ¿el mensaje feminista del libro sigue siendo actual más?

Totalmente. El hecho de hacer el ejercicio de invertir y posicionarse en el lugar del otro, de vernos a nosotras mismas desde el punto de vista del hombre, es cuando te das cuenta de los avances que hemos hecho y de las cosas en las que todavía seguimos muy atrasadas. Y de ser conscientes de que nuestra situación no es igual.

El sueño de la sultana es una historia que va a conectar con las mujeres.

Hablemos el idioma que hablemos, y vengamos de donde vengamos, hay algo que es igual para todas que hace que nos sintamos cómplices. Creo que va a sintonizar con el público femenino, aunque también tiene en cuanta al masculino.

¿Cuándo será una realidad este cuento feminista?

Para que verdaderamente sea todo igualitario, para que nos sintamos a salvo, para que seamos parte integrante total y absolutamente igual, habrá que esperar un par de generaciones. Tenemos que ser conscientes de que nos va a costar que nos sentamos incluidas.

¿Hay una sensibilidad femenina en el cine de animación a la hora de plasmar la imagen de la mujer vista por mujeres?

Tradicionalmente, ha habido una aproximación diferente en la confección del movimiento, en la actuación. Los animadores lo representan de una manera más exagerada, mucho más radical, mientras que la animación de las mujeres es más sutil, basada en los gestos. Hasta hace poco, en el entorno industrial, los que daban vida a los personajes dibujados eran principalmente hombres. En el mundo de la animación hay muchas mujeres que hacen cortometrajes en su casa, con todo tipo de materiales, y en ese espacio de libertad han podido experimentar y realizar una animación más artística y personal.

En la película hay animación tradicional 2D en acuarela; la técnica de recortables, que hace referencia al teatro de sombras típico de esa época; y el estilo Mehndi (tatuaje temporal), utilizando henna. Usted, que emplea numerosas técnicas –arena, pintura, recortable, tiza–, ¿cree que hay un abuso de la tecnología en este género?

En estos momentos se está volviendo mucho al 2D. Hay que distinguir entre la animación industrial, muy efectiva en cuanto al tiempo que necesitas para llevarla a cabo y al presupuesto que tiene, y la animación más pictórica, más artística y también más experimental en cuanto a los materiales que utilizas, y que son los que te ayudan a contar la historia. Abordar la animación de una manera u otra tiene mucho que ver con la economía. Tienes la posibilidad de explorar cómo los materiales determinan la actuación y la manera en la que estás contando una historia en un corto, pero en la animación industrial es más difícil investigar porque todo es mucho más caro.

«Emocionalmente es muy fuerte presentar la película en Donostia»

El sueño de la sultana se arropa con una exposición.

Sí, se acaba de inaugurar y muestra el proceso de trabajo de los dibujos originales, las técnicas… Es como entrar en un estudio donde se hace animación porque es una reconstrucción de todas las fases y una reivindicación de la materialidad del papel de los dibujos hechos a henna, de las acuarelas.

Ha trabajado mano a manos con los equipos de los estudios de animación extremeños Glow.

Les pareció que era un proyecto interesante y estaban dispuestos al riesgo que corrían al abordar la animación desde una manera más de autor. Poco a poco, fuimos creando el equipo (la mayoría mujeres) viendo cuáles eran los perfiles que necesitábamos y, sobre todo, haciendo hincapié en la parte más artística, en que era un proyecto que había que dejarlo respirar para que la expresión artística siguiera viva a lo largo de todo el proceso. Agradezco que hicieran un esfuerzo especial porque en la metodología industria llega todo tan cerrado que no se puede perder ni un segundo. Fueron ellos los que resolvieron la pintura de los personajes, la profesional que coordinaba el color de todos los personajes llegó a la técnica de desarrollar una serie de pinceles en Photoshop que pudieran ser utilizados y que al mismo tiempo diera la sensación de que estaba pintado a mano. Para mí era fundamental la idea de que cada una de las imágenes estuviera pintada a mano.

Se estrena en la dirección de largometrajes concursando en el Festival de San Sebastián, su ciudad, junto a Isabel Coixet y Jaione Camborda.

Es un honor poder estar con estas dos cineastas. Emocionalmente es muy fuerte presentar la película en Donostia, pero al mismo tiempo es el mejor lugar.

 

Un milagro

¿Qué destacaría de la animación española?

Está dando muchas sorpresas y uno de sus grandes valores es que está siendo muy libre. No encaja exactamente dentro de lo que es la animación más tradicional, está siendo muy artística y con una calidad extraordinaria sin que haya habido una infraestructura a nivel de estudios grande, lo que me parece un milagro.

A lo largo de la historia del cine de animación en España han existido artistas e inventores que han mantenido vivo el espíritu de Segundo de Chomón, precursor y maestro de todos. ¿Cuándo llegará la edad de oro de la animación española?

Estamos en un buen momento. Vivimos la edad de oro del cine español, y la animación es parte de esta corriente.

«En la escuela donde doy clase, hay más alumnas que alumnos»

¿Qué carencias tiene la animación española?

Echo en falta una inversión a largo plazo en escuelas y respaldo a los productores del sector. La animación es una técnica muy exhaustiva en la que participan todas las artes. Para formar a profesionales se necesita una infraestructura estable y un apoyo económico continuado.

¿Cuándo se consolidará el cine animado para adultos?

Poco a poco, la gente cada vez está más mentalizada. Los festivales, que son los que conforman las tendencias del cine, están haciendo especial hincapié en trabajos de animación más independientes, que no son al uso, que no son tan comerciales. Ahí están los ejemplos de San Sebastián y Venecia, que han programado trabajos con enfoques artísticos muy particulares.

Usted da clases de animación en una escuela de arte.

Sí, es de lo que vivo. Tengo muchas más alumnas que alumnos. Más que en las cuestiones técnicas, pongo el foco en las artísticas. Desde siempre, la mujer se ha dedicado a un tipo de animación que se salía de las normas, de la metodología industrial

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