Encantada de haberse dedicado a una profesión de la que he gozado muchísimo y de la que se retiró voluntariamente, Esperanza Roy hizo gala de una memoria prodigiosa en el encuentro que mantuvo en la Academia de Cine, institución que visitó con motivo de la proyección de Carne apaleada, una de las siete películas que interpretó bajo la dirección de su marido, Javier Aguirre. La actriz madrileña protagonizó esta adaptación del libro autobiográfico de Inés Palou, una mujer que pasó gran parte de su vida en la cárcel, “porque Javier lo leía todo y compró los derechos del libro. La película se estrenó en 1978 y en Madrid pasó desapercibida porque había mucho miedo. En cambio, en Barcelona estuvo en un cine durante un año. Cuando fui allí con Raúl Sender con una revista, todos me conocían por esta historia en la que Palou relata sus vivencias en las cárceles para mujeres en la que también estaba Bárbara Rey, que estaba estupenda, Elisa Montes, Julieta Serrano, Pilar Bardem, Terele Pávez… Es que Javier hacia un casting de actrices y actores impresionante. Tener a buenos intérpretes ayuda mucho a un director», recordó esta versátil profesional.
Roy, que fue reconocida por la Academia de Cine junto a Javier Aguirre con la Medalla de Oro 2019, no habló solo de Carne apaleada, que se proyectó dentro del ciclo ‘Actrices sin censura’; también rememoró sus inicios como bailarina, sus primeros pasos profesionales en el mundo del flamenco, de donde pasó a la revista musical y fue primera vedette, y de su salto al cine en 1967 con una de las primeras películas que produjo Elías Querejeta, Si volvemos a vernos, dirigida por Francisco Regueiro, “que me vio en la revista Usted sí que vale. Regueiro buscaba a una puta muy guapa, y la puta era un papel de puta madre. Querejeta llevó esta película al Festival de Cannes, no la cogieron, pero los responsables del festival dijeron que yo estaba fabulosa”, comentó esta veterana profesional que ha trabajado en todos los géneros, desde comedias costumbristas a películas de terror, pasando por obras dramáticas, clásicos y teatro de revista. Con más de 60 películas, varias series de televisión y numerosas funciones de teatro, Esperanza Roy (Madrid, 1935) tiene una de las trayectorias más singulares del cine y la escena española.
“Empecé como bailarina, pero necesitaba hablar, fingir. Bertolt Brechtt decía que había que saber de todo. Yo tenía que ser actriz, y cuando volví a España en los sesenta [pasó varios años en París] me tomaron por loca. Me ofrecieron ser vedette y mi madre me dijo que adelante, que era un papel, y estaba en lo cierto, pasé de tercera vedette a primera. La revista fue mi escuela de Arte Dramático, es el espectáculo más difícil de todos”, declaró la protagonista de las dos entregas del musical Por la calle de Alcalá, trabajo que le valió el título de ser la vedette que mejor bajaba las escaleras en los shows.
La única actriz que ha protagonizado monólogos en el cine (Vida perra, a las órdenes de Javier Aguirre), en el teatro (Yo amo a Shirley Valentine, también dirigida por Aguirre) y en televisión (La mujer sola); que estrenó por primera vez en España la obra de Dario Fo Aquí no paga nadie; y protagonizó joyas del teatro clásico como La malquerida, Ítaca y La rebelión de las mujeres, nunca pensó que iba a interpretar “las numerosas obras de teatro que hice. Estuve en tres ocasiones en Mérida, no creo que haya muchas actrices que lo hayan hecho, solo Núria Espert”, declaró esta hija de republicanos “que perdieron la guerra”.
Roy habló con cariño de sus compañeros, “con los que pasas más tiempo que con la familia”. En su conversación, citó a Josephine Baker, Luis Escobar, Nati Mistral, Celia Gámez, Concha Velasco, Andrés Pajares, Queta Claver, Berlanga y Encarna Sánchez, que fue su vecina, dejó claro que el arte “es lo que mueve el mundo” y sentenció que todos tenemos “el lado bueno y el malo. El yin y el yang”.
Moderado por el periodista Alfonso Rivera, el encuentro se realizó en colaboración con FlixOlé.