El cine, la música, la lectura y, de nuevo, el cine. La cultura es la lengua de Adolfo Aristarain, que este jueves recogió la Medalla de Oro de la Academia de Cine en una emotiva ceremonia que se celebró en el Museo de Arte Latinoamericano (Malba) de Buenos Aires.
Creador clave para las filmografías argentina y española de las últimas décadas, el autor de Tiempo de revancha, Un lugar en el mundo -Premio Goya a Mejor Película Iberoamericana– , La ley de la frontera, Martín (Hache) , Lugares comunes -Premio Goya a Mejor Guion Adaptado- y Roma -por el momento, su última obra-, entre otras producciones, se conmovió con los elogios, las felicitaciones y los aplausos que sus amigos, en vivo y vía vídeo, le dedicaron en la entrega de la Medalla de Oro 2024 . Un acto conducido por el actor Leonardo Sbaraglia en el que el director y guionista argentino señaló que la Medalla que acababa de recoger “tiene mucho que ver con la amistad y con mi manera de ser. Creo que es mucho más personal que un premio a las películas”.
Rodeado de su familia -su esposa Kathy Saavedra ha compuesto con él las palabras de sus personajes y también les ha vestido, y su hijo Bruno- y de un grupo de directores e intérpretes argentinos, el porteño fue directo y claro: “El cine es un oficio despiadadamente traidor para quien lo ejerce. Aunque uno intente esconder lo que uno es, tarde o temprano el director desnuda su alma sin quererlo en primer plano. El cine que uno hace es lo que uno es”.
Y explicó su creencia dando la razón a John Ford, que dijo que las historias se cuentan con la cara de los actores. “No hay regla que a uno le indique cuál es la toma buena. Uno la elige porque siente que en ese momento apareció la verdad. Ese sentimiento preciso en ese rostro , es algo que solo ve el director, es su visión y está determinada por lo que ha sido su vida, por lo que es él como ser humano, su moral, su ética, por su bondad o su honestidad, por su maldad o su hipocresía. Cada elección formal o argumental en una película refleja sin piedad lo que es el director como persona”, subrayó.
Tras acordarse de todos los actores y actrices de sus largometrajes “porque sin ellos hubiera sido imposible hacerlos”; y de personas que han sido muy importantes en su trayectoria vital y profesional -citó, entre otros, a Kathy Saavedra, Mario Camus, Héctor Olivera, Manolo Marinero, Teresa Font, Manolo Velasco, Porfirio Enríquez y José Luis Alcaine-, Aristarain no cree a los que dicen que el cine está por desaparecer.
“No puede desaparecer algo que crea la ilusión de que la vida tiene lógica y un sentido, que obedece a reglas y que hasta permite finales felices. Es como el deporte, hay reglas y resultados que obedecen a una lógica inventada y que se recibe y se siente con agrado. Como cualquier cosa que nos haga olvidar, por un rato, el sinsentido y el absurdo en el que estamos metidos. En Argentina, el Gobierno ha manifestado su desprecio por el cine. No tenemos que defender el cine, hay que defender al país. Y cuando consigamos que este Gobierno cambie, el cine va a seguir resurgiendo”, apostilló.
Una fan, el amigo intermitente y Federico Luppi
Aristarain recibió la distinción de manos del presidente de la Academia de Cine. “Hoy honramos a un hombre que muestra lo que debe ser mostrado, que no engaña al espectador y que otorga a sus personajes las palabras justas. Te abrazamos desde ambos lados del Atlántico y te damos las gracias por tu cine, tu lucidez y por inspirar la trayectoria de tantos cineastas para los que eres un referente”, resaltó Fernando Méndez Leite, que mencionó la escena de la película Roma en la que el niño pregunta a su padre qué es un bohemio, y este le contesta: «un hombre libre, un hombre que hace lo que quiere».
“Nos emociona hacer entrega de esta Medalla de Oro a un hombre libre que sigue teniendo alma de bohemio”, dijo Méndez Leite, que se declaró un “argentófilo enfermizo” que llamó al homenajeado “mi amigo intermitente» por las numerosas veces que se habían cruzado en sus carreras.
No podía faltar en el homenaje Cecilia Roth, su actriz en Un lugar en el mundo, Martin Hache y en la ficción televisiva Pepe Carvalho. Roth contó que hablar de Aristarain “siempre me emociona mucho. Es un grande, es mi maestro en el cine”, declaró la actriz, que le agradeció, además de haber estado en sus películas, “tu coherencia, generosidad, conciencia de lucha, el haber sido siempre fiel a vos y por habernos contagiado de tantas cosas. Soy tu fan”.
Del veterano productor Héctor Olivera, que le respaldó en cuatro de sus historias –La discoteca del amor, La playa del amor, Tiempo de revancha y Últimos días de la víctima- y fue uno de los responsables de que su carrera como cineasta se asentara, escuchó que era un director “que gastaba mucho celuloide. Eso sí, desde nuestro primer proyecto juntos me di cuenta de que era un señor que sabe contar”.
Maestro de ceremonia, Sbaraglia recordó a Federico Luppi, uno de los grandes actores argentinos que recibió órdenes de Aristarain en cinco ocasiones.
Sus películas tuvieron su espacio en la velada, en la que se proyectaron una selección de algunas de las imágenes que han quedado fijadas en la memoria a través de un vídeo que contó con los testimonios del director de fotografía José Luis Alcaine; los actores Eusebio Poncela, Juan Diego Botto y José Sacristán; y el director y productor Gerardo Herrero.
Los intérpretes Alberto Ammann, Eulalia Ramòn, Pere Ponce, Aitana Sánchez Gijón, Achero Mañas, Tito Valverde, María Adánez, Mercedes Sampietro, Dario Grandinetti y Miguel Ángel Solá; la montadora Teresa Font; y el productor José Antonio Félez, también dejaron constancia de su cariño y admiración al maestro Aristarain , al que felicitaron a través de un vídeo. Sentimientos compartidos por Julieta Cardinali, Peter Lanzani, Marcelo Piñeyro, Diego Lerman y Diego Sabanés; el presidente de la Academia de Cine Argentino, Hernán Findling; Luis Tejada Chacón, ministro Consejero de la embajada de España en Argentina; Roberto Varela, consejero cultural de la embajada de España en Argentina; la gestora cultural y presidenta de la Fundación Malba, Teresa Bulgheroni; y el vicepresidente de la Academia española, Rafael Portela, entre otros asistentes a la ceremonia.
Aristarain (Buenos Aires, 1943) es el primer director argentino en recibir la Medalla de Oro “por ser uno de los nombres fundamentales de la historia del cine en español, destacado representante del fundamental cine argentino, que tanto ha aportado a nuestra cinematografía”.