Carla Simón: “La familia es un tema inacabable”

Por María Gil · Fotografías de ©David Ruano y ©Quim Vives · 2 septiembre, 2025

Estrena este viernes en cines Romería, con la que cierra la trilogía de películas personales que inició con Verano 1993 y Alcarràs.

La vida y el cine van de la mano para Carla Simón, que alude al adjetivo “mágico” cuando habla de todo lo que ha rodeado a Romería, película en la que sigue ahondando en su historia familiar y reconstruye la juventud de sus padres y, con ella, la de esa generación española de los 80 a los que la heroína y el VIH cortó las alas. Lo hace a través de los ojos de Marina, una joven adoptada desde muy pequeña, que viaja a Galicia para encontrarse por primera vez con la familia de su padre biológico. El tercer largometraje de la cineasta catalana habita la geografía de Vigo, suena a ritmo de Siniestro total y se presentó también junto al mar, en la Sección Oficial del Festival de Cannes. “Siento que es el cierre de un ciclo, de esas películas muy personales y de la creación de mi propia familia”, reflexiona Simón, que mirará nuevos horizontes en sus próximos proyectos: “Ahora toca algo nuevo”. 

Tras el éxito de Verano 1993 reconoció que sentía presión de cara a su segunda película. Y con esta llegaron el Oso de Oro de la Berlinale y el Premio Nacional de Cine 2023. ¿Cómo va la presión en este momento de su carrera?

No sé si tiene que ver con que es la tercera o con cómo fue con Alcarràs, pero yo sentí una liberación, y la sigo sintiendo ahora por cómo ha comenzado el recorrido de Romería.
Que estos reconocimientos sirvan para poder hacer lo que quiero, de la manera que quiero, y tomar ciertos riesgos que, a lo mejor, antes no me hubiera atrevido de la misma manera. Hay que seguir haciendo aquello en lo que uno cree. Cuando las películas son honestas y salen de dentro y le dejas tu alma, se nota.

“Cuando las películas son honestas y salen de dentro, se nota”

La geografía de su filmografía pasa de La Garrotxa a Vigo. ¿De qué manera habitar los lugares a través del cine y esa parte de linaje geográfico es importante para ti?

Somos quienes somos por el sitio en el que vivimos y por cómo es este paisaje. Incluso las historias que nos contamos o las leyendas de los sitios tienen que ver con su contexto. Ha sido refrescante después de dos películas en el medio rural hacer esta en el mar. Ha habido una parte muy mágica y casi mística de revisitar estos espacios donde sé que mis padres vivieron su historia de amor. Vigo es una ciudad que tiene el mar, la ría, esa geografía tan particular, que el mar entra dentro de la tierra. Es muy industrial, pero el Casco Vello es muy bonito…y luego están las Islas Cíes. Ya había estado varias veces para conocer a mi familia, pero volver a rodar ha sido algo muy especial. Es casi un personaje más.

Una romería por definición es “una peregrinación a un lugar sagrado”.

La película tiene algo de viaje místico. El viaje que hace la protagonista es sobre todo espiritual, para entenderse a sí misma, para poder contarse, para entender su pasado, para poder crear su propia identidad a través de poder reconstruir o inventar la de sus padres. Y luego la palabra romería tiene este otro significado, que es el de fiesta popular, que viniendo de una película mía y teniendo cierta presencia lo tradicional y lo popular, me parecía también interesante.

En una cinta que habla de la memoria familiar, ¿De qué manera han sido fundamentales las cartas de su madre?

Para la película las convertimos en un diario. Pero había algo en esas cartas de mi madre, que es lo que más me han hecho sentirme cerca de ella. El poder entender su manera de vivir, su sensibilidad, qué cosas miraba, qué describe y cómo lo hace. Siento que de alguna manera es un retrato generacional y también tiene su propia voz y su manera de expresarse. Yo de aquella época tengo unas fotos y un vídeo, pero no tengo más. Es verdad que con las cartas hice el corto La cuna, pero yo sentía que había que ponerlas en relación con unas imágenes que les hicieran justicia y de ahí surgió Romería.

“Las cartas de mi madre son lo que más me ha aproximado a ella”

¿Los años 80 se han contado bien en el cine?

Se han contado desde el momento, con ciertas películas que surgieron entonces. Y muchas veces de manera más festiva o positiva. Y Almodóvar los ha contado. Pero en la vida, incluso más que en el cine, cuando hablamos de esta época hay mucho dolor. En las familias que vivieron esas muertes por SIDA, por heroína, es tal el tabú y el estigma que se ha quedado ahí sin hablar mucho de ello y forma parte de los secretos de familia.

Es importante reivindicar aquella generación porque fueron los que pusieron patas arriba todos esos valores conservadores que venían heredados del Franquismo, cuestionaron todo. Estamos donde estamos gracias a todo con lo que ellos rompieron. Y de alguna manera, por ese dolor, hemos dejado de hablar de ello y creo que está bien encontrar la manera justa de hacerlo, sin romantizar, pero sin juzgar, y sin verlo como una tragedia. Fue una generación imprescindible en la historia de España.

El poder del cine

En Romería ha dado espacio a lo sobrenatural, y lo musical, un nuevo camino que no habíamos visto en su cine hasta ahora, donde siempre se ha resaltado lo naturalista.

Uno como cineasta tiene que ir avanzando y probando cosas nuevas. Y arriesgando. Confío mucho en el tono naturalista que yo busco, porque siento que es donde transpira la vida, es lo que me emociona, pero también hay que cuestionarse a uno mismo y entender las posibilidades del cine. Romería me ha permitido eso.

Con Verano 1993 yo solía decir que los recuerdos no se podían crear, que te podías apropiar del relato de los otros, pero si no te acordabas no podías crear este recuerdo. Y llegó un momento que dije: si yo tengo el cine para hacer esto. En realidad, sí se pueden crear los recuerdos o esas imágenes que tú necesitas tener y más si eres cineasta.

Romería celebra el poder de cine, de ir más allá, atravesar terrenos que no se quedan en lo real, sino que pueden ser un poco más fantásticos, poéticos e imaginados. Sobre todo, es una celebración de la capacidad de imaginar cuando no podemos crear un relato desde lo palpable.

Y en ese sentido, había retos que me apetecía probar, incluso en lo musical, con ese momento de la canción del grupo Siniestro total. Yo no había usado nunca música que no viniera de la propia escena, con ese compromiso mío con la realidad. Aquí ha sido distinto, la música la ha compuesto mi hermano Ernest Pipo y la pusimos en los momentos en los que el personaje se sentía cerca de su madre.

Romería es una celebración de la capacidad de imaginar”

¿Ha contado con también con la complicidad de su familia paterna?

El hermano de mi padre me ha ayudado mucho. Evidentemente me contó muchas cosas, pero además tiene un pequeño papel y hace del notario. Me gusta involucrar a mi familia porque hacer cine es mucho tiempo y si puedes hacerlo con la gente que quieres es más bonito. Pero también porque como hago películas sobre ellos, esas conversaciones previas o durante la escritura de guion son muy esenciales.

A sus protagonistas, Llúcia García Torras y Mitch les puso el reto de interpretar a dos personajes, uno en el pasado y otro en el presente. ¿Cómo ha sido el trabajo con ellos?

Fue difícil encontrar alguien que pudiera hacer las dos cosas. A Llúcia la encontramos por la calle, venía de unos campamentos y el equipo de cásting la paró y le invitó a venir. Recuerdo que cuando la vi me sentí muy cerca a esa adolescencia que está viviendo. Sentí también su curiosidad, porque creo que era muy importante que el personaje hiciera ese viaje desde la curiosidad y el “quiero conocer” y no desde el enfado o desde reprochar algo a esta familia. Es una premisa un poco anti-narrativa, pero más interesante. Llúcia tenía esa actitud y luego le vi potencial para poder actuar a la madre. Tenía algo muy maduro y con una fuerza que estaba ahí y hacía falta trabajarla.

Y Mitch fue al revés. Él es músico, pero había hecho alguna cosa de actuación y lo lleva mi representante. Vi una foto en Instagram y le pregunté “¿este chico quién es? Porque podía ser el padre de esta historia”. El personaje del pasado lo tenía y había que trabajar el personaje del presente y ese adolescente, que en realidad él fue así y que tenía que rescatar de su memoria.

Entre ellos se equilibraban mucho. Hicimos un proceso de ensayos muy largo, creando recuerdos comunes entre los actores e improvisando momentos que hubieran podido pasar antes.

“Queda mucho camino para encontrar maneras de conciliar, en todo, no solo en el cine”

Ha alumbrado esta película y a su segundo hijo muy paralelamente. En una industria donde se viaja mucho, con festivales internacionales y galas de premios en fin de semana… ¿Es fácil conciliar?

Me ha coincidido de una manera muy mágica. Siento que es el cierre de un ciclo, de esas películas muy personales y de la creación de mi propia familia.

La conciliación depende de los medios que tengas. Como el proceso de hacer películas es tan irregular, por ejemplo, escribir desde casa con niños a nivel mental es muy complicado, pero no imposible. Ahí sí te permite conciliar. Cuando estás rodando, que son periodos en la vida del cineasta cortos ahí es imposible. Cuando llega la promoción, depende, ahora como son bebés, nos los llevamos a todas partes. No es fácil, pero si tienes ayuda y medios, tienes maneras de conciliar, también a un precio alto de estar muy cansada. Lo difícil es cuando haces películas de manera muy precaria.

Nos queda un camino muy largo para encontrar maneras de conciliar, en todo, no solo en el cine. Lo que pasa que aquí, al ser un trabajo que no tiene una única manera de hacer, nos tenemos que inventar otros métodos, que ya van surgiendo, como las guarderías en los festivales. Nosotros tuvimos una canguro mientras yo rodaba, pagada por producción. Son cosas que van evolucionando y si tienes productoras conscientes y gente sensible a esto ayuda mucho.

Cierra su trilogía personal. ¿Qué vendrá después en su cine?

La familia es un tema que lo encuentro inacabable. Son siempre relaciones tan complejas, que es algo que seguro que voy a seguir explorando. Pero el siguiente proyecto que estamos preparando es un musical flamenco que no tiene nada que ver con lo que he hecho hasta ahora. El cine te permite tener una excusa para explorar mundos. Hasta ahora he hablado de lo personal, pero hay otras cosas que me interesan mucho que sobre las que tengo ganas de hacer películas.

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