Daniel Sánchez Arévalo: “Contar historias ha sido mi mayor salvavidas”

Por María Gil · Fotografías de Manuel Fernández-Valdés · 23 septiembre, 2025

Su sexto largometraje, Rondallas, se presenta en el Velódromo del Festival de San Sebastián

El público está en el centro para Daniel Sánchez Arévalo. El cineasta madrileño lo ha tenido muy presente en Rondallas, una comedia dramática vitalista con la que regresa a la gran pantalla doce años después de La gran familia española. Lo hace de la mano de Javier Gutiérrez, María Vázquez y Tamar Novas, actores que encabezan un reparto cien por cien gallego. Junto a Judith Fernández, Fer Fraga y Carlos Blanco dan vida a los habitantes de un pequeño pueblo marinero, al que la tragedia sacudió hace dos años, con el naufragio de un barco pesquero. La solución para dejar el luto y poder mirar de nuevo al futuro con ilusión parece estar en recuperar su rondalla y volver a unirse en esos tiempos difíciles. El director de Azuloscurocasinegro aspira a contagiar al espectador la misma energía que sintió cuando descubrió estas agrupaciones de música tradicional de Galicia, pero sobre todo apela al poder sanador de las artes, que él mismo ha experimentado en su vida.

¿Cómo llega a esta historia?

El origen es un vídeo YouTube que me enseña mi productor y gran amigo Ramón Campos. Era un vídeo casero de una rondalla tocando en la calle con gaitas, panderetas, tambores, bombos, castañuelas etc. y vestidos con sus uniformes tradicionales, pero versionando Thunderstruck de AC/DC. Lo vi y se me puso la piel de gallina y entonces me dijo “¿por qué no hacemos una peli de esto?” Ya no me volvió a decir nada, pero yo me quedé con la copla. Quedé con Dani Burgos, el director de la rondalla, para que me contara y me cautivó porque había esa mezcla de tradición y rock and roll. Y luego el propio universo interno de una rondalla, donde hay desde niños pequeños hasta gente muy mayor. Son formaciones de unas 100 personas, donde no hay ningún músico profesional y todo es por amor a la tradición. Esa sensación de comunidad, de todos a una, me enamoró. Y a partir de ahí ya empecé a construir la trama argumental.

¿La propia naturaleza de la rondalla obliga a que sea un filme muy coral?

Menos Diecisiete, mis pelis suelen ser corales, hay varias tramas y una galería de personajes, pero yo creo que probablemente Rondallas es mi película más coral. Formamos la rondalla con rondalleiros de verdad de la zona y luego están las tramas de la película con actores. La propia formación musical me llevó a entender que Rondallas tenía mucho que ver con la comunidad, con una serie de gente que se unen para salir de una crisis.

En un mundo cada vez más individualista, ¿es necesario reivindicar el valor de la comunidad?

En este país, y en la sociedad en general, cada vez que nos hemos unido por una causa común esto saca lo mejor de nosotros mismos. Y cuando dejas aparte tus diferencias y te unes es cuando yo siempre me he sentido más orgulloso de lo que somos. En la película hay conflicto, hay cosas que no están resueltas y cada uno lo vive de una forma muy diferente, pero de repente la música, la rondalla, el tener este objetivo común, te ayuda a superar los traumas.

“Mi mayor objetivo es que cuando salgas de ver la peli te sientas mejor que cuando entraste”

Al igual que sucede con la música para los protagonistas de Rondallas, ¿el cine es sanador para usted?

Escribir películas y hacerlas también ha sido mi mayor salvavidas. El contar historias es lo que a mí me ha dado esa forma de agarrarme para exorcizar mis propios fantasmas. Yo recuerdo ser un chaval muy angustiado, conflictuado con la vida, que no sabía encajar las cosas, con mucha terapia y pastillas y cómo siempre he encontrado en la ficción el alivio para reconectarme con la realidad y para hacerla más llevadera. Para mí el cine ha sido un refugio, un sitio donde de repente todo lo que me pueda estar atormentando desaparece porque me meto en una historia. Y para mí ha sido siempre muy importante el efecto sanador de las películas. Si me dices cuál es tu mayor objetivo te diría precisamente ese: que cuando salgas de la peli te sientas mejor que cuando entraste.

Eso implica que piensa mucho en el público a la hora de escribir y dirigir.

Absolutamente. El cine es un arte muy caro y no me parecería bien ser caprichoso. Siempre que escribo una historia pienso en que haya alguien que la vaya a ver y a disfrutar. Una vez le escuché a Amenábar, que es muy amigo mío, una frase: “no quiero ser un grito en el desierto”. Yo me identifico mucho con eso. Hago cine para que la gente lo vea y lo disfrute y cuanta más gente mejor. En este caso, es mi vuelta al cine en salas. Llevo dos proyectos en Netflix con los que estoy encantado, la serie Las de la última fila y Diecisiete, pero tenía mucha necesidad de volver al cine en salas, porque es donde yo me he criado y he aprendido. Y creo que es un momento donde corre cierto riesgo, porque ir al cine ha dejado de ser una costumbre y me da mucha pena y creo que entre todos está bien que hagamos ese esfuerzo por intentar recuperar al público. Y que no solo sea un evento para las películas de Marvel o las películas infantiles, también se puede hacer cine adulto, pero familiar.

“Tenía mucha necesidad de volver al cine en salas”

¿Cómo ha sido el trabajo con los actores?

Los chavales Judith [Fernández] y Fer [Fraga] han estado seis meses aprendiendo a tocar la gaita, se aprendieron los temas para que los dedos siempre coincidieran. Obviamente siempre hay un poco de trampa porque no son gaiteros expertos, pero ellos se metieron un currazo para que al integrarlo con la rondalla no saltara. Pero Javier Gutiérrez ha estado mano a mano con Javi Burgos para aprender a manejar a una rondalla y dirigir a cien personas y Tamar [Novas] con un capitán de abanderados que le enseñó todas las coreografías. Tuvimos más de dos meses de ensayos de cosas que tenían que ver con la rondalla.

Con mucha música

La película también refleja las problemáticas relacionadas con la costa gallega.

Al final el cine también es conflicto y ese conflicto lo encontré en el mar. He ido leyendo y documentándome y me he inspirado mucho en tragedias que han sacudido a la costa española. Estamos rodeados de mar y por desgracia hay muchos. Y todo lo que tiene que ver con la investigación, con saber las causas.

¿Qué apoyo han tenido del sector de las rondallas?

Hemos contado con la colaboración de la Federación de Rondallas. Y el hecho haber podido rodar en el concurso real fue una experiencia maravillosa. Estábamos allí con cuatro cámaras, con monitores, los operadores… fue como hacer la realización de un programa en directo. Desde que dijimos “queremos hacer una película” todo han sido facilidades y todos se han querido involucrar.  Ha sido muy bonito porque ellos entendían que era bueno para difundir esas rondallas tan concretas de la zona del área metropolitana del sur de Pontevedra, algo que es muy poco conocido, pero ya no sólo en España, sino en la propia Galicia.

Siempre ha tenido querencia por la música en su filmografía, prueba de ello es la entrañable escena de los Backstreet primos, en Primos; pero ¿es en esta donde se hace más evidente?

Yo adoro el cine musical, me ha acompañado desde mi más tierna infancia. Aunque Rondallas no es un musical, es una peli con mucha música. Pero hay algo de esa vitalidad, la alegría que generaban y la energía que te daban en los ensayos y la competición de rondallas que dije: esto es lo que yo quiero transmitir con esta película.

Después de esta comedia dramática. ¿Qué será lo próximo?

Haré un giro y exploraré otros géneros. Estamos preparando un thriller, que es algo a lo que nunca me había enfrentado. Y hasta ahí puedo decir.

  • Tras su paso por el Festival de San Sebastián, Rondallas se estrenará exclusivamente en cines el 1 de enero de 2026.

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