Pedro Casablanc: «No hay tradición de ver a los actores como personas que hagan un bien social»

Por María Gil· Fotos: ©Enrique F. Aparicio · 9 mayo, 2017

Se incorporó recientemente a la Academia como nuevo miembro en la especialidad de interpretación

A Pedro Casablanc no se le resiste el teatro, la televisión, ni tampoco el cine, medio que se rindió a su interpretación de Bárcenas. Para él supuso la constatación de que había alcanzado una meta que parecía no llegar nunca, y su primera nominación en los Premios Goya, galardones a los que no regresaba desde Días contados. En su mochila nunca falta alguna página de guión para memorizar y, feliz de haber trabajado con realizadores tan diferentes como Alberto Rodríguez, Cesc Gay, Imanol Uribe, Fernando González Molina, David Ilundain o Salvador Calvo, defiende que «no se puede estar en todas las películas del mundo, pero hay que intentarlo». La actuación es una obsesión «no patológica», pero sí omnipresente para este intérprete al que también le encantaría dar el salto a la dirección. Y confiesa que ya tiene varias ideas.

 

¿Qué le atrajo de la interpretación?

Yo viví en Casablanca, donde había muy poco acceso al teatro, pero sí mucho cine de Francia y EE. UU. Muy poco español, a veces Carlos Saura. Estoy convencido de que lo mío es vocacional y viene de ir a las salas. Mi madre era muy cinéfila. En Sevilla estudié interpretación y Bellas Artes y empecé a hacer teatro en grupos; cuando ya vine a Madrid, seguí muy conectado con las tablas. He hecho mucho teatro y televisión y ahora le estoy cogiendo el gusto al cine.

¿Qué es la actuación para Pedro Casablanc?

Es un ritual. Los que nos dedicamos a esto tenemos el privilegio de ser unos magos. Creamos una locura e invitamos a los otros a que participen de alguna forma. Además, para mí es una obsesión. Tengo muy pocos hobbies fuera de este mundo. Cuando termino una actuación, voy a ver otra obra o al cine. Leo mucho sobre mi oficio. Mi profesión me satisface porque es inabarcable, no se acaba nunca de aprender.

¿Es de los que se lleva el personaje a casa?

Yo soy muy malo para memorizar. Le tengo que dedicar mucho tiempo, por lo que siempre llevo conmigo alguna página de guión. Lo que me traigo a casa del personaje son los textos, los diálogos. Necesito tenerlo todo muy medido, muy integrado y muy sabido para poder jugar y disfrutar en el rodaje.

Un estudio de AISGE afirmaba que solo el 8% de los actores españoles puede vivir de su profesión. ¿Se siente un privilegiado?

Esta profesión es en cierta manera injusta. ¿Por qué unos sí y otros no? Soy muy afortunado porque llevo viviendo de esto muchos años y he podido sacar adelante a mis hijos, pero siempre con la incertidumbre de si se va a acabar alguna vez.

¿Ve día a día esta situación precaria de los actores?

Conozco muchísimos compañeros, con los que empecé estudiando o en grupos de aficionados, que ya no están en el mercado de trabajo o no quieren esperar a que les toque la oportunidad. Y seguramente ellos también tienen esta obsesión y es muy duro olvidarla porque pienses que nunca vas a poder vivir de ella. Aunque es una profesión que también tiene el privilegio de que en cualquier momento, si sigues ahí, puedes triunfar.

Aunque el público se va reconciliando con nuestras historias y se van desterrando los prejuicios contra el cine español, hemos vivido recientemente el boicot de algunas películas, como El guardián invisible, en la que participa. ¿Cómo vive estas actitudes?

Yo creo que es desconocimiento. Una gran mayoría de la población no tiene acceso a la cultura o tiene un acceso muy pobre. Muy poca gente se plantea o es consciente de que cine, literatura, danza, pintura etc. son un bien cultural. Hay que incitar permanentemente al acceso a la cultura.

 

¿Por qué nos cuesta tanto defenderlo?

Nunca hemos tenido una gran tradición de actores como personas que hacen un bien social, sino que ha habido una tradición de verlos como cómicos, faranduleros, gente de mal vivir. No ha habido una institución dedicada a los actores como en Francia con La Comédie Française. Pienso que tenemos menos tradición de cine aquí que en Francia o en Inglaterra, pero sí hay grandes películas y cada vez más. Cineastas jóvenes que han tenido acceso a otras culturas y a diversos tipos de cine nos están dando producciones de mucho nivel.

¿Qué se puede hacer para que desde las instituciones lo valoren? Se ha bajado el IVA cultural a los espectáculos en directo y el cine sigue luchando con el 21%.

Yo creo que habría que preguntarles el por qué de ese IVA. Nunca han explicado por qué es el cine el que tiene que hacer el esfuerzo. Son una generación de políticos a los que no les interesa el cine, ni creen que pueda cambiar la sociedad, incluso mejorarla.

La Unión de Actores ha propuesto un Estatuto del Artista. ¿Se ha implicado en este texto?

Se me ha pedido que colabore alguna vez como ponente en la redacción y creo que es necesario. Vivimos bastante desprotegidos. Estamos en una sociedad basculante, con las plataformas digitales y las nuevas formas de hacer y ver cine y televisión. La forma en la que los artistas nos enfrentamos a eso va a cambiar. Las productoras que vienen con fuerza para crear nuevos productos audiovisuales están queriendo que las cosas se hagan a su manera y esto puede poner en peligro derechos que ya tenemos ganados. Y para eso necesitamos un estatuto fuerte y un sindicato fuerte.

En la obra de teatro Yo, Feuerbach encarna a un actor maduro que busca papel tras años de sequía. Una situación paradójicamente opuesta a la suya, que no para de encadenar proyectos….

Ahora estoy inmerso en la cinta Viaje al cuarto de una madre, de Celia Rico; Félix, una serie de Cesc Gay; una ficción para la BBC en Inglaterra y esta obra de teatro. La verdad es que nunca me he sentido como Feuerbach.

“He sido convocado para eso, para que usted me vea, para que pueda darse cuenta de si lo que sé hacer y lo que soy corresponde a lo que usted espera”. ¿Cuánto revela de los actores esa frase?

Es así cuando te sometes a castings, pruebas y audiciones. Se refiere a si su cuerpo, su espíritu, su voz, su emoción, que es al fin y al cabo lo que los actores ponemos en bandeja cuando trabajamos, son aptos. Es preguntar si para tu visión, director, valgo o no valgo. Es muy duro cuando se nos valora por ese rasero.

Ahora que es miembro de la Academia, ¿Qué cree que debe visibilizar la institución?

Creo que debería hacer promoción sobre cuál es el valor del cine. Y nunca olvidar de dónde venimos, los referentes. El año pasado salió un libro sobre José Bódalo, que era un actor estupendo y los jóvenes no lo conocen. No hay ningún tipo de reconocimiento a los que estaban antes. Yo creo que deberíamos tomar conciencia de que el cine español ha hecho cosas muy buenas y la gente debería tener acceso a ellas.

twitter facebook linkedin email