Guillermo del Toro: «Detrás de cada accidente hay una oportunidad»

16 abril, 2018

Guillermo del Toro deslumbró en una masterclass en Málaga, en la que trazó un discurso elocuente sobre los fracasos, el éxito, la vida y el cine

Ovacionado y con el público en pie, entró y salió Guillermo del Toro en el Palacio de Congresos de Málaga, auditorio abarrotado en el que le esperaban más de 1000 personas. Tras ganar el Oscar a la Mejor Película y al Mejor Director con su última obra, La forma del agua, se le nota tan apasionado por su oficio como en los años en los que debutaba. A este cineasta, que tiene como base de su universo «a los monstruos», le acompañaron Juan Antonio Vigar, director del festival de Málaga, y el director y guionista Antonio Trashorras, que lo considera «de ese tipo de realizadores que tienen una gran capacidad cinematográfica y, al mismo tiempo, cuenta con gran carisma para saber comunicar todo ello, algo menos común de lo que parece».

Guillermo del Toro empezó manifestando que «la mayoría de lo que nos hace sentir el cine no lo podemos expresar con palabras». Para este director que escribe ocho páginas de biografía de cada personaje, que ofrece a los actores y en las que marca signo zodiacal, qué música escucha y un secreto que nadie sabe del personaje que van a encarnar, «la narrativa audiovisual son decisiones cinematográficas que, aunque no puedas explicarlas, las entiendes. Y es que el cine no es química, es alquimia. No hay suma, los símbolos se multiplican y se transforman cuando están uno junto al otro».

Le fascina la teatralidad de la construcción y es un enamorado de su trabajo, porque «un director de cine nunca se aburre». Para él, un cineasta es «ese muchachito que recoge cosas inútiles para contar una historia. Mentimos con detalles y llenamos de coartadas cada cosa para que creáis que sucedió». Quería hacer cine negro, antes que cine de terror, y quizá su próximo proyecto tenga mucho que ver con este género del que se declara un profundo enamorado.

También habló de aquello que  no le gusta, como La bella y la bestia –»Porque no hay que convertirse en un príncipe para gustar a la princesa. No se trata de cambio, sino de aceptación”–. A lo largo de la charla, afirmó haber visto a directores brillantes en sus momentos de oscuridad y duda, y describió con fervor escenas de películas que ama: Centauros del desierto, Atrapame si puedes, Mad Max, Suspense, El puente de los espías, Birdman

Asombró al público al desvelar que El laberinto del fauno y su último filme contaron con el mismo presupuesto, aproximadamente 19 millones de dólares. «Gran parte de un presupuesto es un estado mental. El cine con absoluta libertad es un imposible, porque cuando se ha dado esta circunstancia termina por ser un desastre. La verdadera libertad surge dentro de los límites: ‘Ese es tu espacio, haz lo que quieras ahi'».

 

Foto: ©Álex Zea

 

Lecciones de vida y cine 

Defensor a ultranza de la pantalla grande, afirmó haber redescubierto, tras verlas años después en una gran sala, películas como Vértigo, de Hitchcock (la escena de la niebla verde le atrapó) y 2001. Una odisea en el espacio, de Kubrick (fue entonces consciente de los silencios del metraje). Al mismo tiempo, se declaró un adicto a las series de televisión –»las veo de un tirón»– y recomendó a los asistentes Berlín Babilonia, que a su vez le invitó a ver el director Michael Mann. Este cineasta, junto a George Miller y Ridley Scott, ocupará dos semanas del año sabático que ahora tiene por delante, en las que quiere discutir con ellos, frente a frente y mediante entrevistas, el lenguaje audiovisual de sus películas.

El ‘gordo del Toro’, como él mismo se llegó a nombrar, se declara poco amigo de radicalismos, «el único lugar donde hay oxígeno es el gris. Y ahí cabemos todos. En el blanco y en el negro no cabe nadie». También le gusta proclamar que «detrás de cada accidente hay una oportunidad. Si temes al fracaso, nunca llegarás al éxito. Si temes al ridiculo, nunca rozarás lo sublime». Ante un público enmudecido por su elocuente discurso y su torrente verbal, el ganador del Oscar continuó alentándoles: «En el obstáculo está el camino. Un defecto es solo una virtud mal mirada».

Antes de cerrar casi dos horas de masterclass tuvo tiempo para regalar al público otra de sus lecciones: «Si el fracaso lo estudias, lo evitas y lo sublimas, lo vuelves algo hermoso. Al mundo solo puedes ofrecerle tus defectos y tus virtudes, esa es tu única voz, y tienes que darla siempre de manera absoluta. Al fin y al cabo, uno vive para los tres últimos minutos de su vida. La gente muere en absoluto terror o en absoluta paz. No hay nada en medio, porque ese es el momento en el que se está en la desnudez más absoluta».

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