Carlos Vermut: “Nuestra identidad se construye modificando aquello que imitamos”

Por Enrique F. Aparicio · Foto: ©Alberto Ortega · 26 septiembre, 2018

El director de Magical Girl aspira a lograr su segunda Concha de Oro con Quién te cantará

Una cantante desmemoriada que se juega el resto en su retorno a los escenarios. Su maquiavélica representante. Una fan fatal imitadora de la diva y la hija de esta conforman el póquer de mujeres que se reflejan entre ellas en Quién te cantará, el tercer largometraje de Carlos Vermut, que le puede valer su segunda Concha de Oro en San Sebastián. Una película “de interiores y atmósferas”, con tintes de fábula o de pesadilla, en la que Najwa Nimri es Lila Cassen, superstar en dique seco a la que Violeta (Eva Llorach), que siempre soñó con ver de cerca la luz de la estrella, tendrá que reeducar en su propio manierismo. Con música de Alberto Iglesias y canciones de la propia Nimri adaptadas para sonar a Lila, “una diva más oscura”, la incógnita de Quién te cantará Vermut la deja al espectador. “Somos seres que imitan y que modifican eso que imitan. En ese margen está la esencia de lo que somos”.

¿Tiene algún germen la historia de Quién te cantará?

Estaba escribiendo una película de fantasmas, sobre una mujer que posee a otra mujer. Ese fue el inicio, aunque luego fue mutando. Surgió en 2015, justo después de Magical Girl.

¿En qué momento entra el elemento pop?

Cuando todavía era una película de fantasmas, en un momento dado decidí que la protagonista fuese una cantante. La historia fue cambiando desde lo paranormal hacia lo melodramático, aunque sigue existiendo el elemento de los fantasmas y de los reflejos. Por otro lado, tenía una historia sobre el mundo de la fama, en Marbella, que no llegué a desarrollar y creo que se han acabado mezclando.

Es una película muy onírica, tiene tintes de sueño o de pesadilla, ¿le preocupaba que no resultara realista?

La estructura tiene elementos de fábula, fantásticos, y los espacios son cerrados, no participan muchos personajes… Es una película de interiores, donde se pueden manejar más las atmósferas. No sé si es una decisión consciente, pero en el proceso los elementos fueron encajando de esta manera. La música es un gran elemento que encauza la historia, y ahí Alberto Iglesias sí le dio un toque de fábula. Por el contrario, las interpretaciones quería que fueran muy creíbles. No siempre manejo un código onírico, a veces sale sin darse uno cuenta, de manera intuitiva.

La construcción estética de los espacios y las identidades es fundamental, ¿cómo fue la búsqueda de esas formas, colores y composiciones?

El dibujo de la película es el de dos mujeres con una identidad muy marcada, y esas identidades la tienen que expresar el color, cómo visten, cómo cantan, las canciones… Uno de esos códigos es el vestuario, que entronca con el color. Sí trabajé conscientemente que cada personaje tuviera un color determinado. Los espacios, la luz, el peinado, los atardeceres, el amarillo, el rosa… cada uno de esos elementos tiene un significado concreto en los personajes y la historia.

«Me gusta ubicar las historias en el momento concreto en el que se desarrollan»

¿Cómo construyó a la superstar Lila Cassen? ¿Qué referencias usó?

Para ser realistas necesitaba que pudiéramos creernos que ese personaje existe en el contexto de España, en los noventa y ahora. Nosotros no tenemos grandes divas de canción melódica, a la italiana. Tenemos a Rocío Jurado, Isabel Pantoja, por supuesto Nawja Nimri… pero no responden a ese concepto de diva más internacional que tenemos todos en la cabeza. Busqué un personaje creíble pero que se ajustara a ese canon, tipo Mina. Cantantes melodramáticas, con una cierta oscuridad. El hecho de que apareciera Najwa en la película lo redireccionó, porque podía usar elementos de la Nawja real. Lila es la Nawja de una universo alternativo.

Ella es además la autora de las canciones.

Son temas suyos, que pertenecen a su discografía. Los hemos adaptado para que sonasen más electrónicos, para que tuvieran la textura de Lila Cassen. Pero las canciones son suyas, y eso me gusta porque estuve pensando en adaptar otros temas, pero me acordaba de estas películas de Cine de barrio como La querida, de Fernán-Gómez, en la que sale Rocío Jurado y canta canciones suyas; o películas de Massiel, Raphael y demás, donde sus personajes eran cantantes y usaban sus propias canciones. Es una especie de homenaje a ese cine de los sesenta y setenta.

Es su primera película con banda sonora original, y la firma nada menos que Alberto Iglesias. ¿Cómo integró este nuevo elemento en su universo?

Tenía miedo porque nunca lo había hecho, y no sabía muy bien dónde poner la música. Pero cuando te pones a trabajar, surge de manera muy orgánica. Hay momentos que te la piden. Es más fácil además si te pones en manos de alguien como Alberto, que entiende la película a nivel musical. Añadir esta capa afecta al rodaje, a cómo construyes la puesta en escena. Si sé que va a haber música en el plano, el movimiento de la cámara será mucho más fluido, me recrearé más en ese momento.

La construcción de la identidad

En la historia de Lila se mezclan la memoria con la imagen; la identidad con la representación, ¿cree que construimos nuestro pasado, que lo generamos?

No he hecho el ejercicio de sentarme a hacer un análisis de la película, porque eso pertenece al espectador, al que la cinta le debe provocar ideas, imágenes o significados, que yo puedo o no sentir. Pero en cuanto a la construcción de las identidades, sí creo que definimos nuestra identidad a través de lo que vemos, pero hay algo único y genuino en nosotros que cambia esa imitación. Somos seres que imitan y que modifican eso que imitan. En ese margen está la esencia de lo que somos.

Esa construcción es a gran escala si se le suma el ingrediente de la fama.

Sí, es mucho más acentuado en el caso de una persona famosa. Eres lo que los demás observan de ti, las imágenes que proyectan de ti. Todos lo hacemos, somos lo que somos en parte por cómo nos perciben nuestros amigos, nuestra familia… La identidad de alguien célebre se construye además a través de las miradas de gente que ni siquiera conoce. Tienen una imagen más abstracta de ti, un puzzle de imágenes.

Se nombra explícitamente el cuadro de Saturno devorando a sus hijos de Goya, ¿qué peso ha tenido esa imagen en la confección de la película?

Esa referencia sale después, porque me parece muy significativa de la relación que tiene el personaje de Violeta con su hija, por la violencia, y con Lila, por la idea de devorar, de fagocitar la identidad del otro.

La cultura popular siempre se cuela en sus historias. Aquí suena Ni tú ni nadie, se cuenta un chiste… ¿Usa estas referencias pop como ancla a tierra de sus narraciones?

Me gusta ubicar las historias en el momento concreto en el que las estoy haciendo. Por ejemplo, la película se desarrolla en Rota, donde hay una base militar. Buscábamos localizaciones por toda Andalucía y al decidirme por esa localidad, cogí el guión y reescribí algunas escenas para que se desarrollasen allí: hay unos marineros tocando la guitarra, se habla del Rota… Palabra que incluso usé para el título del disco de Lila. Esas cosas que aparecen las integro en las películas. Me gusta que si ruedo en Andalucía, se note y se hable de eso. Que la música que escuchan sea de la España actual, que hagan referencias a cantantes que existen o bromas sobre vídeos que han visto.

Eso me sirve para ubicar la historia en un contexto realista, que aunque sea onírico quiero que tenga un universo real; y además, creo que el humor es importante. No sé si para aliviar el dramatismo o para convertir lo truculento en más truculento todavía, por contraste.

¿Qué supone para Quién te cantará competir en San Sebastián?

Para mí una satisfacción personal, y para la película una proyección muy importante. Es una ilusión volver después de Magical Girl. Es un festival que produce proyección y prestigio. Proyección comercial y prestigio para los creadores y las películas.

Quién te cantará se estrena el 26 de octubre.

 

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