Ava Gardner vista por el ojo de la cerradura | Paco León y Anna R. Costa presentan Arde Madrid

12 noviembre, 2018

Los creadores de Arde Madrid protagonizaron un coloquio en la Academia tras el pase de cuatro capítulos de la serie

Una anécdota sobre la enemistad de vecinos de la actriz Ava Gardner y el expresidente de Argentina exiliado Perón fue el germen de Arde Madrid, la serie en la que Paco León y Anna R. Costa exploran la ‘dolce vita madrileña’ de los sesenta, con su dosis de alcohol, sexo, fiestas y flamenco, pero desde la perspectiva ‘voyeur’. “Nos planteamos una premisa a la hora de escribir: no se iba a ver ni escuchar nada que no pudieran oír los criados de Ava. Así vivían una élite de aristócratas extranjeros y artistas, pero el resto de la población se buscaba la vida”, explicó el director de KIKI: el amor se hace al público de la Academia.

El actor y director da vida al chófer de Ava Gardner, Manolo, y comparte protagonismo con Inma Cuesta (Ana Mari) y Anna Castillo (Pilar), que encarnan a las criadas de la actriz norteamericana, muestra del papel que la sección femenina reservaba a las mujeres de la época. “Les inculcaban que tenían que servir al hombre y criar hijos sanos y fuertes para su patria. Hay un contraste entre la represión en esa España gris y una mujer extranjera y liberada, que ya viene huyendo. Queríamos tratar la sexualidad de una manera sana, natural y real, no de postal”, señaló Costa.

¿Y quién podría encarnar a esa Ava libre que muestra el libro de Marcos Ordóñez Beberse la vida? «Elegimos a Debi Mazar por la actitud. La encontramos en Instagram y nos envió una autoprueba terrible, pero nos convenció en una conversación por Skype. Tiene un estilo de ‘la chica del gánster’, que es un poco la relación de Ava con Frank Sinatra«, apuntó el director, mientras que Costa reveló que había otras actrices con un físico más parecido, pero se preguntaron qué era más fácil de recrear, “la belleza de Ava o la juerga, la noche, las vivencias…”.

No ha sido el único riesgo que han asumido en una producción rodada en blanco y negro y en exteriores, que además desafía las duraciones convencionales con 30 minutos por capítulo. “Todos los referentes que teníamos de los sesenta, las películas y las fotografías eran en blanco y negro y, de repente, surgió la idea. A mí me preocupaba que le diera una solemnidad con la que me cuesta identificarme, pero hicimos una prueba grabando de las dos formas y fue obvio: Una tenía más verdad y te transportaba más a la época y la otra te remitía a una serie del estilo de Velvet o Amar en tiempos revueltos”, explicó León, que destacó la valentía del director de producción original de Movistar +, Domingo Corral, cuando pelearon por esta opción – “no hubiera sido posible en una televisión en abierto»–.

Escrita junto a Fernando Pérez, Anna R. Costa y Paco León se turnaron en el combo de dirección en esta historia en la que asumen la comedia «casi como un vehículo, una manera natural de explicar las cosas, más que un objetivo”.

Más allá de los ocho episodios de la serie, las aventuras de la actriz norteamericana en Madrid –“ella flipaba igual con un libro de su amigo Ernest Hemingway que con una cantaora flamenca y los metía igual a su casa”– aún dan para mucha ficción, según los creadores. «Ava vendió su casa y se fue de Madrid casi en los años setenta. Lo que vendría a continuación en su biografía es el rodaje de 55 días en Pekín. Todavía queda historia de esa vecindad con los Perón por explorar», aseguró Costa abriendo la puerta a una segunda temporada.

Y es que si por algo han apostado los impulsores de Arde Madrid es por generar expectación. El lanzamiento de la serie, que se presentó en el Festival de San Sebastián, ha ido acompañado de una intensa campaña de comunicación en la que se han implicado personalmente los protagonistas y que ha desafiado la censura de Instagram con los desnudos de los actores en la red social. Una labor imprescindible y fascinante para León, para el que “hay obras maravillosas que no se conocen porque no se han preocupado tanto en que llegue al público. Y solo cuando llega se completa el hecho artístico. Forma parte de la obra».

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