El montaje, un proceso mágico | Encuentro con Javier Fesser

27 marzo, 2019

Llega de rodar junto a su hermano Guillermo y su socio Luis Manso un mediometraje en Manila (Filipinas), donde ha estado tres semanas, para Acción Contra el Hambre. Un documental ficcionado que cierra la trilogía que comenzó con Binta y la gran idea, y que en esta ocasión nace de llegar a un lugar sin ninguna historia y, a partir de ahí, con el paisaje del hambre de fondo y a través de la mirada de niños de 8 y 9 años, construir un guión en una semana para rodarlo en las dos siguientes. “Una forma diferente de hacer cine. Te demuestra que con muy poco se puede hacer mucho”, explica el ganador de cuatro Premios Goya, Javier Fesser, en el encuentro sobre montaje. El acto tuvo lugar en la Academia de Cine dentro del ciclo ‘Montar, soñar’ tras la proyección de Campeones, ganadora de tres galardones –Mejor Película, Mejor Actor Revelación para Jesús Vidal y Mejor Canción Original para ‘Este es el momento’, de Coque Malla–en la última edición de los Premios Goya.

Montar supone para Fesser «el placer de encontrarte con la esencia de lo que significa contar una historia. Lo que está delante de la cámara merece ser contado”. Y es que rodar la realidad es lo que más satisface a Fesser en la actualidad. Reconoce que al principio sus historias partían más de la imaginación, pero que ahora le gusta cada vez más dar voz a otros para que cuenten su realidad. Y siente que ha merecido la pena cuando el que conoce bien el mundo de la película se siente bien retratado en la historia que está contando.

Para el veterano montador Iván Aledo, quien moderó el coloquio, Campeones es un largometraje “lleno de verdad”. Apuntó la secuencia inicial de la película, en la que recuerda que contó 98 cortes en 4 minutos. “La primera secuencia es la oportunidad de mostrar un mundo cómo es el baloncesto profesional, donde el segundo entrenador tiene un brillo y un color que le coloca en un lugar destacado profesional y socialmente para que luego, cuando el protagonista desciende a los infiernos y se ve obligado a hacer lo mismo que hacía pero en otra liga con otra luz, sea un choque para el espectador como lo es para el personaje», explicó el director. «Luego viene la producción: lo que te gustaría hacer y cómo lo puedes hacer. Este partido tuvimos que rodarlo en dos jornadas. Se filmó primero el partido entero y después, pensando en el montaje y en los recursos que nos iban a valer, recreamos situaciones concretas con los actores y con jugadores reales”. Contaron con 100 personas de figuración a partir de las cuales recreó el público digitalmente.

Más tiempo para montar

Para el director y montador de la cinta, es importante tener en la cabeza todo el proceso de la película, incluido el montaje, antes de empezar a rodar, y reconoce que tiene el defecto de querer ver y revisar todo el material para no perder nada que merezca la pena incorporar. Sigue una premisa: “las prisas pasan y la mierda queda. Me comprometí a que la película se estrenara en diciembre, pero empecé a montar en agosto o septiembre y, aunque dedicaba 12 horas diarias, tardé más de lo que pensaba. Era un trabajo muy laborioso y me apetecía probarlo todo”. Se pasó de la fecha fijada para el estreno en dos ocasiones, que terminó siendo el 6 de abril. “Yo fui el culpable. A veces corres escribiendo porque sabes que después hay que rodarlo y que, ayudado por el equipo, puedes encontrar la pieza que te faltaba. Cuando ruedas tampoco estás sentenciando la secuencia porque te queda el montaje, pero cuando estás montando ya no queda nada, y no me perdonaría que algo fuera mejorable y no haberlo arreglado por falta de tiempo. Son proyectos que a muchos nos llevan años, y si de repente necesitas dos meses más para que la película quede como deseas, pues el distribuidor tendrá que mover la fecha”.

La gran cantidad de material que rueda el responsable del Milagro de P. Tinto o Camino, por la que ganó dos de los goyas que posee (guión original y dirección), surge de realizar tomas nuevas sin indicaciones, con la certeza de que van a pasar cosas que no han ocurrido en la toma anterior. «Y más con actores con experiencia cero, con los que sabes que van a ocurrir momentos llenos de verdad si les das tiempo para que eso ocurra». Confiesa que en el montaje no tiene pudor, “como el cerdo que lo aprovecha todo. Muchos planos surgen antes de gritar acción y después de decir corten”, y en muchas tomas, explicó, utiliza el audio de otras aunque sea un trabajo más artesanal y complicado. “Hay frases que llegan a tener palabras de 3 y 4 tomas”.

El alumbramiento de la película

“Es en el montaje cuando la película empieza a existir. Cuando pegas dos planos es cuando nace la cinta”. Un momento placentero y fundamental para el realizador, según Fesser, “es en ese alumbramiento cuando la película coge su forma y cuando tomas decisiones cruciales para el filme, y no cuando la escribes o la ruedas”.

Les acompañó en la mesa Mikel Iribarren, docente de la especialidad de montaje en la TAI, quien rescató una frase de Fesser: “cuando te gusta montar, te gusta jugar”. Fesser considera muy especial el momento en el que coges dos planos, los pegas y le das al play: “eso es magia. En la sala de montaje el material puede llegar a sorprenderte, y me emociono como un niño cuando pruebo una música y la escena adquiere un color y se coloca en un lugar que no había imaginado”. Explica que durante el rodaje le es imposible revisar todo el material rodado al final del día. “No tengo parte de cámara ni anotaciones. Rara vez el número de claqueta coincide… Soy muy desordenado pero he aprendido a disfrutar de ese desorden. Saco partido a mi proceso caótico. Cuando estamos rodando empiezo planificando pero se desmorona en el minuto uno para bien, porque estoy abierto a lo que suceda. Mi obligación es incorporar lo que puede ocurrir en ese momento porque tiene toda la verdad. Renunciamos a cierto preciosismo técnico para garantizar un espacio más amplio a los actores y que estén más cómodos. Sin marcas donde pararse porque lo que importa es lo que tienen que expresar y transmitir”.

Fesser decidió que quería “aprender a contar historias” a los 19 años, mientras estudiaba ingeniería naval, y confiesa que la película de Terry Gilliam Brazil le abrió la cabeza. “Fue una revelación, me pareció que la habían rodado para que yo la viera”. Y aseguró que nunca ha sentido miedo a ser director. “Es el peor aliado para muchas cosas, pero sobre todo para esto porque incapacita”.

Con Campeones sintió que se le juntaban muchos sueños en uno. “Empaticé con ese universo. Desde la primera página que leí del guión, sentí que era el director idóneo para hacer esta película. Me llegó una historia sencilla y humana. Esa historia me buscó a mí y hemos hecho buena pareja”. Y reconoció que se siente muy feliz de la capacidad de transformar que ha tenido la película en la sociedad. Finalizó la sesión declarándose muy orgulloso de todo el equipo: “estos actores nos han regalado su persona. No han interpretado personajes, nos han regalado su verdad”.

 

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