La intuición en el montaje | Encuentro con María y Antonio Lara

24 mayo, 2019

Les acompañaron en la mesa los montadores Iván Aledo y Mikel Iribarren

Los hermanos María Lara y Antonio Lara protagonizaron la quinta sesión del ciclo ‘Montar, soñar…’ que mensualmente acoge la Academia y que se propone visibilizar el oficio del montaje dentro del proceso cinematográfico. Isla bonita, de Fernando Colomo, fue la película elegida para hablar del montaje “a cuatro manos” y la metodología docente de esta disciplina.

Aunque han montado juntos cuatro películas de Fernando Colomo (El próximo Oriente, Rivales, La Banda Picasso y La tribu), María Lara trabajó en solitario para Isla bonita en la que el proceso de montaje le supuso “un experimento. Aparentemente se hacía con un esquema de ficción, no se pretendía hacer un documental pero Colomo la tenía en mente hacía muchos años, quería experimentar y volver a sus orígenes y trabajar como en La aldea del cielo, con un equipo muy reducido”, explicó ayer en la sede de la institución.

“En la universidad no se ve bien compaginar la docencia con el trabajo, es casi sospechoso, y debería ser un mérito. Lo que cuenta en la docencia son las investigaciones, los artículos …”. Antonio Lara, volcado en la docencia en estos momentos, se confiesa disgustado que este motivo, que hace que sea muy difícil en su caso compaginar ambas cosas. Por su parte, María Lara explicó que “no se valora la carrera profesional para dar clase de montaje y se debería tener una actividad constante para poder mantenerte actualizado en la profesión. Se valora más un artículo que hacer una película que te suponen muchos meses de trabajo y mucho esfuerzo. El sistema que hay ahora para evaluar a los profesores de este tipo de carreras no deja que casen lo profesional con la docencia”.

Para ellos montar juntos ha sido una labor fácil porque se llevan muy bien. “Montamos cada uno por separado y nos lo dividimos por secuencias pero luego volvemos a verlo juntos. Se empieza a montar en cuanto llega algo y hay secuencias que se montan por afinidad. O cuando uno está más fresco que el otro que lleva ya muchas horas trabajando en una secuencia, lo retoma el otro que tiene otra visión al no estar tan involucrado con el material”, apuntó María Lara.

Isla bonita no se rodó en orden cronológico y se improvisaba constantemente. “No había guión, era un tratamiento. No había script y eso un sufrimiento a la hora de montar, pues al no tener la persona que vigila la continuación del rodaje, teníamos que calcular sobre el guión lo que podía durar una secuencia pero, como además era improvisado, resultaba mucha más difícil”, aclaró María Lara, quien desvela que a Colomo le gusta aprovechar de los actores cosas que pasan en el set sin querer e incorporarlas. “Eso a veces consigue escenas más naturales pero a veces en montaje dificulta que cuadre”. A Antonio le resulta no solo complicado no tener en cuenta el raccord si no los planos en los que a Fernando le gusta que pasen muchas cosas simultáneamente”.

 

Aula y sala de montaje

Antonio Lara reflexionó sobre la interpretación en el montaje. “Al montar la interpretación de los actores, muchas veces es increíble el grado de manipulación que se puede tener. Dar un segundo más o un segundo menos a una pausa puede variar la actitud o intención de un personaje. Y es curioso que esto se consigue con los mismo mimbres, porque la actuación está ahí y es la misma”.

Enseñar en una clase de montaje si es mejor meter 8 fotogramas o 20, si eso cambia lo que queremos contar, si queremos darle más o menos ritmo es para María Lara muy complejo. “Muchas cosas se hacen de forma intuitiva, ayuda ver mucho cine. Una vez que lo has aprendido es muy difícil transmitirlo porque a veces intuyes que para lo que necesita la historia esto es mejor”. Antonio Lara apuntó además que “no es lo mismo una clase pequeña que dar clase a 90 alumnos en la Universidad. Ver una película entera sería perfecto para ver cuestiones de ritmo pero eso no es posible y tienen que ser fragmentos… En el fondo para que ellos aprendan tienen que hacerlo”. Y son de los que aprenden de sus alumnos, “aprendo con ellos en clase y lo aplico en el montaje. Y cuando doy clase, me viene a la mente el bagaje que tienes. Ambas disciplinas se retroalimentan y no concibo una sin la otra”.

 

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