Eisenstein admiró a lo largo de toda su vida la obra del pintor cretense, dejando buena huella de ello en sus filmes y en sus escritos. Su bagaje como director de cine le lleva a analizar estas creaciones de una forma sumamente original y alejada por completo de los habituales estudios dedicados a El Greco. El espacio, el color, el dinamismo, el montaje, la perspectiva, el pathos y el éxtasis… son sólo algunos de los temas que atraviesan estos escritos inclasificables en los que los cuadros se mezclan con los fotogramas en un lúcido ejercicio de reflexión teórico-estética.