Antonio Banderas: “Ahora, mi verdad está en redescubrir la esencia de por qué soy actor”

Por Chusa L. Monjas · Foto: ©Nico Bustos · 24 junio, 2019

Premio al Mejor Actor en el Festival de Cannes por Dolor y gloria

Está satisfecho, y se nota, de haberse convertido en cuerpo y alma en Pedro Almodóvar, en la que es la película número 21 del cineasta manchego: Dolor y gloria. Una interpretación ante la que el Festival de Cannes se rindió y por la que logró el premio al Mejor Actor en la última edición del certamen francés. Almodóvar ha sido fundamental en la carrera de Antonio Banderas, para quien “casi siempre es un misterio el ver cómo el público o la crítica especializada responde a mis trabajos en positivo o en negativo”. La naturalidad y la cercanía son factores clave para entender a este intérprete, director y productor al que solo le falta ser candidato al Oscar. “Lo mejor está por llegar”, dijo Banderas cuando recogió el sexto galardón para un actor español en la sección oficial de Cannes. El movimiento se demuestra andando y Banderas es uno de los artistas españoles que más se mueven, sin duda. Del certamen de la Costa Azul viajó a Miami y desde allí a Nueva York y Londres, donde vive, pero su lugar favorito en el mundo es Málaga, donde nació hace 59 años.

El galardón de Cannes le llega cuando tiene más de media carrera hecha. ¿Qué significa?
Este premio viene atado a una serie de circunstancias tanto profesionales como personales que le dan un valor especial y único. Naturalmente que el marco donde se me concede este reconocimiento añade peso al mismo, pero el hecho de haberlo ganado con una película de Almodóvar, con quien comencé a trabajar hace casi cuarenta años, y con un personaje que es claramente su alter ego viene a materializar, en un icono en forma de palma, mi relación con el director con el que más he trabajado y que ha sido a su vez el más interesante, creativo y fructífero de mi carrera

Cuando recogió el premio dijo que lo recibía “en mi nombre y en el de Pedro”, ¿cree que Almodóvar está decepcionado por no haber ganado la Palma de Oro?
No creo que el nivel de decepción sea directamente proporcional a la expectación que a su alrededor se había creado. Pedro es un hombre muy listo y era consciente en todo momento de las diferentes posibilidades que se daban en la distribución de premios por parte de el jurado.

Ha reconocido que durante el rodaje tuvo sus más y sus menos con Pedro Almodóvar, pero que sus diferencias fueron fructíferas.
No en esta película. En La piel que habito sí que en algún momento no estuvimos de acuerdo en la forma de atacar el personaje y la relación durante el rodaje fue más tensa, pero nunca se llegó a romper nada, nunca sentí que nuestra colaboración profesional ni nuestra amistad estuviese en peligro. Pero fue durante ese rodaje donde de forma extraña se comenzó a gestar el trabajo que años más tarde llevaríamos a cabo en Dolor y gloria porque, tras La piel que habito, se abrió en mí una reflexión que me llevó a presentarme frente a Pedro tratando de deshacerme de trabajos anteriores, tratando de eliminar todo lo que resultase artificial, intentando desprenderme de las herramientas que te hacen sentirte seguro y a salvo frente a la cámara, y decidí abandonarme a la experiencia de crear desde cero, de entender las razones y los porqués de Pedro y de la necesidad que tenía de contar esta historia.

En el rodaje de Dolor y gloria sentí que caminábamos juntos emocionalmente, que nos dirigíamos al mismo lugar y que ambos entendíamos lo que estábamos haciendo. Es difícil para mí explicar por qué resultó un proceso tan hermoso pero lo fue, mucho.

Salvador Mallo, su personaje, se formó en los ochenta, ¿siente nostalgia de esos años por la libertad que había, los amigos que surgieron, la forma de ver el mundo?
Fueron años muy creativos, años de ruptura, de lanzarse al vacío sin red, pero a mí me gusta mucho el presente, las cosas que están pasando ahora son las que me hacen sentirme vivo, y tener la cabeza llena de proyectos le da sentido a mi vida. Cuando nos reunimos gente que vivimos aquellos años juntos, es normal que nos contemos las batallitas y nos pongamos nostálgicos, pero la libertad y la forma de ver el mundo a la que se refiere la pregunta hay que construirla día a día. Regodearme en un tiempo pasado que supuestamente fue mejor no es lo mío.

Ya habían trabajado juntos, pero ¿cómo ha sido su relación con Julieta Serrano en Dolor y gloria?
Julieta es mi madre almodovariana. Ha sido mi madre en tres ocasiones y las tres en películas de Pedro. La adoro, es una actriz magnífica y un ser humano extraordinario.

¿Es Dolor y gloria su mejor película?
No lo sé, carezco de la objetividad necesaria para poder responder a esa pregunta.

¿Se ve en la carrera de los Oscar con este trabajo?
Prefiero no pensar en estos asuntos.

Narraciones propias

Es un buen momento para hacer un repaso a su trayectoria, ¿qué destacaría?
No lo sé. En la trayectoria de cualquier artista hay cosas buenas, malas y regulares, y estas son juzgadas siempre desde la subjetividad. También mi opinión es subjetiva, lo que para mí es bueno para otro puede no serlo.

Las ocho películas con Pedro son claramente destacables a la hora de hablar de mi carrera. La etapa americana me dio la oportunidad de trabajar en grandes producciones que me dieron a conocer en el mundo entero, y que me hicieron conocer una industria muy potente desde dentro. La máscara del Zorro, Desperado, Evita, Entrevista con el vampiro, Philadelphia, Shrek, la serie Genius Picasso o mis dos únicos trabajos como director, Locos en Alabama y El camino de los ingleses, son títulos que tienen sentido para mí, pero pueden no tenerlo para otros. Hay una serie de películas, que son consideradas menores, a las que les tengo mucho cariño y creo que también contabilizarían en la lista de alguno que quiera definir mi carrera a golpe de títulos, pero yo ya me voy a callar [risas].

¿Qué es lo mejor y lo peor que se ha traído de Hollywood?
Una experiencia a nivel profesional y personal extraordinaria en el terreno de lo positivo y, quizás, un montón de etiquetas que no se corresponden con la realidad en los aspectos negativos.

¿Cuál es su interpretación favorita?
Uf, no lo sé. Sinceramente, no puedo o no quiero dar una opinión sobre esto porque es algo muy personal y que tiene que ver muy poco con los resultados finales de los trabajos.

¿Qué personaje le gustaría interpretar, real o de ficción? Para mí, usted sería el Quijote perfecto.
Nunca he tenido un personaje ideal para interpretar. Nunca me había visto como Quijote pero supongo que la edad me va acercando a él. En cualquier caso, me gusta que usted me vea interpretando a un personaje que tanto representa a nuestra cultura. ¿Un soñador romántico? Sí, compro esa idea.

¿Volverá a dirigir?
Sí, pero no sé cuando. Tengo escritos a los que todavía no puedo llamar guiones, pero sí, me gustaría volver a dirigir y a expresarme tras la cámara con ideas propias. Las dos veces que lo he hecho fueron guiones basados en novelas donde los propios novelistas escribieron los guiones. Cuando vuelva a dirigir, quiero que las narraciones sean mías.

El proyecto más fuerte de su vida

Ha entregado y ha estado nominado a muchos reconocimientos. En los últimos años ha dejado de ser el ‘eterno nominado’ y está recibiendo muchos trofeos –el Goya de Honor, el Premio Donostia de San Sebastián, el Premio Nacional de Cine, el premio de Cannes…–. ¿Está recogiendo los frutos de su esfuerzo y trabajo?
Las nominaciones fueron premios en sí mismos. Cuando uno dice esto parece que está tratando de justificar el no haber ganado, pero lo creo de corazón. Además, el haber estado nominado a premios importantes en un espacio de tiempo no ya de años sino de décadas es un premio en sí mismo porque indica continuidad a través de el tiempo.

Si respondo que los premios no me importan, que son subjetivos, que dependen de muchas circunstancias y tal y cual, puede que haya parte de razón, pero en el fondo estaría faltando a la verdad. A todos nos gusta, en todos los órdenes de la vida, que se reconozca nuestra labor.

Agradezco los premios que han ido llegando porque ayudan a sentir que el trabajo no cae en saco roto, que significa algo para determinadas personas. Es cierto que en algún momento llegué a pensar que se me juzgaba más por lo que la gente creía que yo tenía que por lo que hacía o por lo que soy.

«Me encanta sentir de cerca la energía que desprenden los actores jóvenes»

¿Cómo va su proyecto de teatro en Málaga? ¿Sigue desilusionado con los políticos en España?
Sigue a todo trapo, reconociendo que un proyecto de esta envergadura es una carrera de obstáculos. Mi etapa teatral también representa, y con mucha fuerza, la trayectoria que he vivido hasta ahora como actor. El teatro fue la razón principal por la que me convertí en actor. La vida del Rey Eduardo II de Inglaterra, Diálogo del amargo, Nine y La ciudad y los perros son títulos teatrales unidos a mi vida como intérprete.

El Teatro del Soho CaixaBank es un proyecto para Málaga y desde Málaga que quiere aportar un nuevo centro de producción a nuestro país y que, a pesar de construirse desde el ámbito privado, no tiene razones mercantilistas detrás. Nace sin ánimo de lucro y se propone levantar producciones de calidad y trabajar firmemente en el terreno de la formación de jóvenes actores.

Hablemos del futuro inmediato, ¿qué proyectos tiene?
El Teatro del Soho se ha convertido en el proyecto más fuerte, no solo de este momento sino de toda mi vida. Me roba mucha energía, mucho tiempo y muchos recursos, pero creo que también traerá muchas satisfacciones. Me encanta trabajar con actores jóvenes, me veo reflejado en ellos, en sus luchas, en sus sueños, me encanta sentir de cerca la energía que despiden.

En cuanto al cine, las circunstancias actuales me invitan a parar, pensar y tomar decisiones solo pensando en los aspectos artísticos de lo que se me ofrezca. Hay un momento en el que solo cabe la verdad, y mi verdad ahora está en redescubrir las cosas importantes de la vida, entre ellas la esencia misma de por qué soy un actor.

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