El encuentro, que tenía como objetivo dibujar el panorama de la industria y la producción de animación en nuestra país, arrojó claroscuros. “La animación nacional se encuentra en un momento brillante», según Manuel Sirgo. «De las 32 películas preseleccionadas a los próximos Oscar tres son españolas, lo cual es inaudito. Hay mucha producción en proyecto, tanto largometrajes, cortometrajes y series. En calidad y cantidad, estamos mejor que nunca. Es un momento muy próspero, que además parece que va a seguir creciendo”.
Para Nathalie Martínez, «sin talento no se puede construir industria, y aquí nos sobra. El talento español es muy valorado fuera, los que hemos hecho producciones en el extranjero lo sabemos. Pero no queremos que nuestro talento se vaya fuera, es lo que tenemos que conseguir: una industria estable, permanente, que permita que los profesionales circulen dentro de nuestras fronteras. Estamos compitiendo con otros países que sí tiene ayudas fiscales, por eso somos tan insistentes con esa petición, para poder competir en igualdad de condiciones».
La presidenta de MIA, Alicia Nuñez, considera que «no debemos olvidar que la animación es algo internacional, es una de sus fortalezas. Es positivo aprender y formarnos fuera, pero siempre que eso que aprendamos lo podamos después desarrollar aquí. Esa internacionalidad también implica que nos puede llegar trabajo desde fuera, algo que no ocurre en otros sectores». Para Abraham López, sin embargo, «el punto en el que más empeño tenemos que poner es que las producciones españolas se animen también aquí, porque muchas de nuestras películas se animan fuera. Pero estamos formando nuevas generaciones de profesionales, que esperamos que no tengan que irse a la India o a China para poder trabajar, sino que puedan hacerlo aquí. Es lo único que nos falta para encarrilar bien la industria, que todos los oficios se queden aquí».
Apoyo institucional
Chelo Loureiro explicó que “las administraciones han tomado cartas en el asunto, están apoyando ya no solamente a los proyectos, también a la industria, a través de incentivos fiscales, como en Canarias y Navarra. Irlanda creó una fiscalidad especial y eso ha influido en que se hagan tantas cosas allí. Es cuestión de voluntad política, pero en el resto de España tenemos la misma fiscalidad, y en los casos de los territorios con fueros especiales están apostando más fuerte».
La productora gallega se detuvo también en los problemas de las ayudas institucionales: «en el ICAA todavía no se entiende lo que es la animación. Para solicitar una ayuda, me exigen que contrate a todos los animadores, no puedo subcontratar a un estudio de animación. Eso impide la continuidad de trabajo de los estudios. El modelo es el de películas de ficción, con rodajes de dos meses, en donde contratas a todo el equipo. Pero nosotros contratamos profesionales de muy diferentes perfiles, y los estudios los tienen a todos».
Nuñez coincidió en que «a veces somos muy endogámicos y corremos el peligro de vender la mano de obra barata. Tenemos el mismo talento por un precio menor, y eso hace que nos quieran fuera. A veces hay una gran producción, se dan unas ayudas y se genera una productora que cierra cuando acaba el proyecto. Eso no hace tejido industrial. Los estudios que aguantan, que coproducen, sí lo generan». En la misma línea se mostró Abraham López: «nos falta continuidad. Tenemos años en los que se producen cuatro películas a la vez, al siguiente solo una, que a lo mejor ni siquiera se ha hecho en su integridad en España. Esos altibajos son los que impiden la creación de un tejido industrial fuerte».
