La creatividad es la principal arma en el sector de la animación de la que sus profesionales –hoy más que nunca- echan mano para continuar trabajando desde sus casas aunque, como indica el productor Nico Matji, no sea el lugar más conveniente para dar rienda suelta a esa creatividad y a la ilusión del trabajo en equipo.“No recomendaría a nadie hacer un largo de animación absolutamente deslocalizado porque lo que no aparece por ninguna parte en el mundo virtual es la espontaneidad, el codazo de mira como mola tío o el subidón colectivo ante una buena idea. La animación se puede deslocalizar, pero la ilusión no es conveniente deslocalizarla, sino concentrarla”, asegura.
Un equipo con suerte … y metodología
El coronavirus no ha detenido a Tadeo Jones 3. La maldición de la momia , ya que la plantilla trabaja organizadamente para seguir dando vida a este ‘Indiana Jones’ español y contar sus nuevas aventuras.
“Tadeo vive dentro de un ordenador. Este hecho hace que pueda tele-transportarse con facilidad a través de Internet de un sitio a otro y que luego ya solo sea una cuestión de dónde quiere uno echar horas delante del ordenador, si en casa o en la oficina, porque eso no cambia, hacen falta muchas horas para hacer un largo de animación”, desgrana Matji (Lightbox), uno de los productores de la tercera entrega de esta película de aventuras que dirige Enrique Gato y que cuenta también con el respaldo Ghislain Barrois y Álvaro Augustín (Telecinco Cinema), de Marc Sabé (Anangu) y de Edmon Roch a través de Ikiru Films y, junto a Matji, Latadeopelicula AIE.
Matji revela que el confinamiento que ha provocado el coronavirus ha pillado a un equipo de 37 personas trabajando en esta entrega de Tadeo Jones, que avanza estará en las pantallas en verano de 2022 de la mano de Paramount.
“Hemos tenido suerte y nos ha pillado en una fase de preproducción, es decir, haciendo diseños de personajes, escenarios, planificando la película y dándole vueltas a cómo contarla. En otro momento de la producción podríamos haber sido 80 o 90 personas sin despeinarnos”, contabiliza Matji.
Matji, también presidente de Diboos (Federación Española de Asociaciones de Productoras de Animación y Efectos Visuales) desde el año pasado, explica la mecánica de trabajo que siguen y asegura “siempre es la misma: el artista infográfico se conecta a su ordenador y al conectarse al servidor, una pequeña herramienta le informa de las tareas que tiene asignadas y la fecha en la que tiene que entregar el trabajo. Una vez acabado lo subirá al servidor y quedará pendiente de ser revisado por el director antes de ser aprobado. Una vez aprobado, será publicado de manera definitiva en el servidor, pasando el ‘control de calidad’, esto es, asegurándose que cumple todos los parámetros para ser localizado rápidamente y poder ser utilizado por el resto del equipo”.
El cofundador de Lightbox Animation Studio –junto a Gato– enumera las tareas asignadas: “podemos estar hablando de hacer un concept, dibujar unos paneles de storyboard, modelar un personaje, dar color y textura a un personaje o escenario modelado, riggear un personaje, hacer un test de animación, previsualizar una secuencia, hacer el pelo a un personaje, hacer diseños y tests de iluminación, probar a hacer olas del mar con el ordenador, programar las herramientas informáticas que nos facilitan la vida a todos, instalar software de manera remota en equipos informáticos o ni más ni menos saber qué está haciendo la gente en todo momento”. Tareas que el confinamiento no les está impidiendo hacer, aunque confiesa que no es el escenario deseable. “El contraste de una bulliciosa película de animación y el sitio donde se hace es una gran contradicción. Habitualmente en el estudio los artistas se enchufan sus cascos y hacen sus tareas con concentración, de una manera calmada y silenciosa. Este silencio solo se rompe en las horas de la comida o en reuniones de departamento o, cómo no, cuando alguien ha hecho un hallazgo para la película. Virtualmente esto puede seguir siendo así, todos podemos compartir nuestra pantalla en cualquier momento y podemos llamarnos en un periquete ante cualquier duda o sugerencia”, desgrana, «pero todo el equipo de Tadeo está deseoso de volver a Lightbox “y seguir siendo lo que somos: una pequeña gran familia”.
Menos ritmo y más costes
Chelo Loureiro, la cineasta gallega fundadora de Ábano Producciones y ganadora de un Goya al Mejor Cortometraje de animación por Decorado, de Alberto Vázquez, reconoce que se encuentra más atareada que nunca «porque ante las nuevas informaciones que cada día nos sorprenden, hemos de ir tomando nuevas decisiones y no es fácil, ya que el escenario que habíamos pronosticado desaparece para mostrarse otro más difuso. Y no tenemos una bola de cristal”.
Continúan trabajando en la producción de Valentina, un largometraje de animación que dirige a partir de un guión suyo y de Lúa Testa, y que produce junto a Brandán Álvarez, al frente del Estudio Antaruxa. Tampoco a ellos les ha frenado en seco la pandemia, aunque sí ha disminuido el ritmo de trabajo. «Tanto supervisores como directora, debemos de controlar cada trabajo en remoto, lo que conlleva unos tiempos mayores no contemplados en el calendario previsto”, explica Loureiro.
La productora y directora expone el método de trabajo que siguen desde el confinamiento: “Cada animador deberá ir subiendo cada plano animado y tanto directora como supervisores han de descargarlos para comprobar, aprobar o subirlos nuevamente indicando las correcciones a realizar”. Unos procesos que no existen en el estudio, “donde directamente se comprueban y corrigen antes incluso de tener un plano terminado porque cada animador pregunta ante la menor duda, evitándose precisamente las correcciones que en nuestro sector son tan costosas”. Y asegura que aún lo complica más que las redes están sobresaturadas con lo que los tiempos de subir y descargar cada archivo se multiplican, “cuando no se interrumpen y nos vemos obligados a reiniciarlos porque se trata de archivos con mucho peso”. Y ahí radica uno de los principales problemas: el aumento de los costes.
“Estos tiempos a mayores supondrán un incremento en el presupuesto que, de significar un mes de trabajo en estas condiciones, estábamos dispuestos a asumir, pero en estos momentos estamos replanteando la estrategia de si debemos paralizar o no la producción al no tener la seguridad del plazo de tiempo en el que podremos reincorporarnos todo el equipo al estudio de animación”, lamenta. Una decisión muy dura, «sabiendo que tal vez perdamos algún miembro del equipo por tener otros compromisos en su calendario de trabajo”. Aún así reconoce que siguen en la brecha “porque el equipo en su totalidad está volcado con el proyecto y esto es en realidad lo que más nos preocupa. No podemos más que estar agradecidos ante su entrega”.
A pesar de las dificultades, Loureiro se siente afortunada porque ya han grabado todos los diálogos para que los animadores puedan animar sobre las voces finales, “pero el estado de emergencia nos pilló justo cuando íbamos a grabar las canciones, y aunque ya contamos con las maquetas, la grabación final deberá esperar a que superemos esta crisis”. Y desvela algo que les hace mucha ilusión “la voz de nuestra protagonista Valentina será la de Lucía Seren, una niña de 12 años con síndrome de Down que ha hecho un trabajo espectacular y dota al personaje de una enorme credibilidad y personalidad única”. Y es que la película cuenta la historia de una niña con síndrome de Down, Valentina, que sueña con ser trapecista y a la que su abuela enseñará que nunca debemos perder la ilusión ni las ganas de aprender.
La productora trabaja además en las coproducciones El sueño de la sultana y Unicorn Wars, que se encuentran en idénticas circunstancias que Valentina.
La vocación humana y la creatividad
“Seguimos produciendo a buen ritmo nuestra película, para estreno en enero. ¡Resistimos!”, afirma optimista Toni García, Production Director de Apolo Films, que se encuentra en plena producción de D’Artacán y los tres Mosqueperros. Este profesional aplica la misma receta con la que se sustenta su sector “frente a los retos: creatividad”.
En este nuevo escenario, “tocaba recuperar herramientas de uso menor en el día a día, para darles un nuevo rol en el pipeline de producción y añadir otras no usuales hasta ese momento para reubicar todos los equipos y pasar a teletrabajo al 100%. Whatsapp, Skype, Zoom, Discord, Trello, Teradici… se han añadido plenamente al resto de software cotidiano de producción, en general, con buenos y muy rápidos resultados. Obviamente, resultados que no hubiesen sido posibles sin la entrega, dedicación y voluntad de adaptación del equipo humano de Apolo. Los profesionales del mundo de la animación llegamos a él por vocación e ilusión, por hacer el mejor trabajo posible en cada circunstancia y, en esta ocasión, ha quedado claro una vez más que así ha sido”, sentencia.
García celebra que, después de un tiempo de adaptación, todo vuelve a funcionar con normalidad y «estamos funcionando de nuevo con operatividad prácticamente completa”. Un terreno totalmente distinto es el de la comercialización. “Tanto en la comercialización audiovisual como de licencias, el sector ha recibido un golpe complejo que afecta directamente a los planes de financiación de todos. Cabe esperar que el periodo de confinamiento pase lo antes posible y todos los sectores comerciales retomen el ritmo necesario para el sector», desea.
Las demandas de la animación
Para paliar esta situación extraordinaria que ha provocado la alerta sanitaria, el sector confía en que el Gobierno no se olvide de la animación. Loureiro espera que la Administración no les falle en estos duros momentos y pide que les proporcionen “no solamente un aplazamiento en los deadlines, sino unos fondos especiales que nos ayuden a soportar estos costes no previstos y que pueden poner en peligro la producción completa de nuestros proyectos ya iniciados y cuya inversión no podríamos recuperar en el supuesto de no disponer de la financiación para terminar el proyecto», defiende la cineasta gallega, que alerta sobre la posibilidad de que estos costes añadidos provoquen el cierre de las productoras.
Desde Diboos más que pedir medidas especificas por el coronavirus, desean que el Gobierno tome nota de que la animación y el VFX es un sector por el que vale la pena hacer una apuesta decidida»porque crea empleo a largo plazo, somos muy competitivos y valorados internacionalmente, es un sector digital, podemos crear IP’s de valor que continuarán alimentando a la economía durante muchos años», en palabras de Matji. El presidente de la Federación resume las peticiones de esta entidad en los siguientes puntos: guardar un porcentaje de la obligación de invertir en obra audiovisual europea de los canales de televisión y plataformas para fomentar la animación; una línea de ayudas para el desarrollo en el ICAA para películas y series de animación; permitir la anualización de las aportaciones a las AIE para largometrajes de animación; y bajar la obligación de gasto del contratante internacional a 250,000€ y subir el tope del tax rebate, para atraer a las grandes producciones a nuestro país.