De un juego de llaves de una casa anterior y sus inquietantes posibilidades nace Hogar, el regreso al cine español del tándem de hermanos barceloneses, tras la multipremiada en los Gaudí Los últimos días. Desde el confinamiento en sus casas de Los Ángeles y Barcelona, David y Álex Pastor presentan esta historia sobre un ejecutivo publicista, Javier, “alguien que está pasando por una crisis personal, y del que vemos cómo reacciona ante ella y lleva sus deseos hasta las últimas consecuencias”. Hogar es uno de los pocos estrenos de cine español que se podrán ver estos días, en los que la alerta sanitaria por el coronavirus ha obligado a cerrar las salas y retrasado numerosos estrenos. Aunque el desembarco directo en una plataforma sí permitirá que el público se pueda acercar a esta historia desde sus casas, la situación les ha dejado sin el escaparate del Festival de Málaga y obliga a que Skype sustituya a los junkets en la promoción. Tiempos difíciles en los que desean que su cinta ayude “a que la gente pueda desconectar durante dos horas de la preocupación que estamos teniendo todos”.
La definís como una apuesta muy personal. ¿Cuál es el origen de Hogar?
D.P: Surge en 2015 en uno de las muchas mudanzas que Álex y yo hemos hecho por cuestiones de trabajo. Dejas un piso y te das cuenta de que conservas un juego de llaves y que, si quisieras o si estuvieras lo suficientemente chiflado, podrías cogerlas, subir las escaleras y abrir la puerta del piso y encontrarte con los que ahora viven allí. Allí nace el personaje protagonista y los temas de la película, aunque no fue hasta principios de 2018 cuando nos sentamos a escribirla.
La vida del protagonista está determinada por un anuncio con el eslogan “la vida que mereces”.
A.P: Al intentar investigar qué persona sería capaz de llevar a cabo la osadía de volver a su antigua casa, al buscar esas motivaciones, empezamos a pensar en como todos nosotros ponemos demasiado valor y demasiada parte de nuestra identidad a nuestra carrera, a lo que consideramos éxito profesional y a nuestras posesiones. ¿Y qué pasa cuando las perdemos? Que la identidad entra en crisis. Sentimos que no tenemos valor. Por eso nos gustaba la idea de que el protagonista fuera publicista. Parte de la publicidad no es solo vender el producto, sino un estilo de vida, unos ideales y toda esta mezcla entre las aspiraciones personales con las materiales se mezcla en la publicidad de una manera muy interesante.
Es una persona que reflexiona e interioriza los mensajes que le llegan de la autoayuda y de la publicidad y los hace suyos.
¿Tenían en mente a Javier Gutiérrez desde el principio para encarnarlo?
D.P. y A.P: Desde que le vimos en La isla mínima. Es un trabajo que realmente nos cautivó. Este equilibrio entre español de a pie, cercano y cotidiano, pero a la vez, gracias a su capacidad de interpretación, podía esconder todos estos recovecos oscuros y más complejos y encarnar unas emociones un poquito más ambiguas, a pesar de su aspecto de aparente normalidad. El personaje de Javier es un poco así.
Es una persona cuyas expectativas de vida no se corresponden con la realidad. ¿Creen que esto va a hacer que el espectador se identifique con él?
A.P: Es como uno de esos espejos deformantes de feria, que refleja de forma extrema, tal vez, algo que muchos de nosotros llevamos en el interior. Hemos hecho esta película para exorcizar esos aspectos de nosotros mismos de los que, quizá, no estamos orgullosos. Yo creo que el espectador puede verse reflejado en mayor o menor medida.
Hay un trato entre la película y el público, que te dice: este es tu protagonista, vas a seguir su viaje y vas a desear que triunfe. Es un camino que, al principio, hace que te caiga bien y veas que es un tipo en una situación jodida pero, a medida que avanza la película, Javier te va llevando por una senda cada vez más oscura. Y la gracia es jugar con hasta qué punto el espectador está dispuesto a seguir a un protagonista, cuando realmente le lleva por derroteros tan oscuros.
Javier se convierte en un profesional anticuado y muy caro para el mundo de la Publicidad, algo que vimos en muchos ámbitos durante la crisis. De repente, parece que no tienen lugar frente a las nuevas generaciones en ese contexto de precariedad laboral. ¿En el cine sienten que ocurrió lo mismo?
Á.P: Aquí es más difícil sustituir a un actor o un director por un becario como se ha hecho con la publicidad y la prensa. El cine siempre ha sido muy cruel con la edad, pero por otros motivos. En el mundo de los actores buscan siempre gente joven, guapa y a la última y son para los que escriben papeles.
D.P: Y también con los directores, en EEUU más que aquí, se idealiza la juventud. ¿Quién es el nuevo director que está de moda, que es cool y la gente quiere trabajar con él?
“En EEUU nos hubieran pedido el punto de vista de las víctimas”
Trabajan como directores y guionistas tanto en la industria estadounidense (Infectados, la serie Incorporated) como en el cine español (Los últimos días) ¿Qué determina que una historia la realicen en un sitio u en otro? ¿Hogar tuvo en algún momento producción y protagonistas internacionales?
D.P. y A.P: Cuando desarrollamos una idea nos hacemos dos preguntas: ¿Esto es una película o una serie? ¿Esto es para Estados Unidos o para España? Y en el caso de Hogar teníamos muy claro que queríamos que fuera una película española por dos cosas. La primera porque el protagonista es de 50 años y la experiencia de que los puestos de trabajo se conviertan en precarios y se prefiera pagar poco a un chavalín, que un buen sueldo a alguien que tiene experiencia es muy de nuestro país. En EEUU no se da. Era importante ambientarla en España porque era donde se iba a entender.
Y, por otro lado, sabíamos que si la escribíamos en inglés la primera nota que íbamos a recibir de cualquier ejecutivo estadounidense era ‘nos gusta mucho la historia, pero ¿no la podrías hacer desde el punto de esta pareja joven que se va a vivir a un piso y se ve amenazada por un intruso?’ Sabíamos que probablemente nos pedirían hacer la versión más convencional, desde el punto de vista de las víctimas, que es el tipo de película al que el sistema americano está acostumbrado y nosotros teníamos muy claro que no queríamos eso. No queríamos La mano que mece la cuna, sino hacerlo desde el punto de vista del que tradicionalmente es el antagonista. Coger a este antagonista y convertirlo en protagonista y meternos en la piel de este personaje tan incómodo. Como sabíamos que en España tendríamos la libertad de hacer eso, decidimos escribirla en castellano directamente.
En su filmografía han abordado el tema de las pandemias en Infectados y Los últimos días. Una vez que hayamos superado esta terrible situación y se pueda tomar distancia, ¿Ven en la crisis del coronavirus una película?
D.P: La hay, pero ya la hizo Steven Soderbergh. Contagio es tan cercana a lo que estamos viviendo que con esa nos vale.
Seguramente hay muchas ficciones y muchos dramas. Nosotros ya hicimos dos películas sobre dos pandemias, así que creo que hemos dicho todo lo que teníamos que decir. Y ahora que es una cosa tan real quita las ganas de entrar en el tema. Antes era una especulación… pero ahora es demasiado real.