Elena Anaya: “El cine nos mantiene en contacto con la realidad”

Por María Gil · Fotografías de Quim Vives · 18 septiembre, 2020

Inaugura el Festival de San Sebastián con Rifkin’s Festival, la nueva película de Woody Allen, en la que la actriz comparte protagonismo con Wallace Shawn, Gina Gershon, Louis Garrel y Sergi López

Cuando sus agentes le dijeron que Woody Allen quería darle un papel importante en su nueva película, Elena Anaya (Palencia, 1975) asegura que se le paró el corazón. “Pensé que mis padres estarían muy orgullosos. Nosotros hemos visto sus películas juntos en casa, cuando yo era una adolescente”, rememora la actriz, que alterna en su carrera producciones internacionales con españolas. En Rifkin’s Festival se cumplen los dos orígenes y, tras su papel de villana en Wonder Woman, se pone a las órdenes del neoyorkino en su historia numero 49, una producción nacional ambientada en San Sebastián y en su festival. Frente a aquellos actores que han renegado de Allen, solo tiene palabras de elogio para este realizador envuelto en polémica en los últimos años, y que se fijó en ella después de ver La piel que habito.

 

¿Cómo ha sido el trabajo con Woody Allen?
Es un director superexquisito, devoto por su oficio, apasionado y así vive el cine, como parte de su vida. Es muy divertido, tiene un sentido del humor que creo que jamás en la vida he conocido a alguien así. A pesar de sus 84 años, tiene mucha más energía que yo y que muchos actores y técnicos que estábamos allí. Eso habla muy bien de él por la entrega, su absoluta dedicación y lo importante que es para él su cine.

¿Es de los directores que da muchas indicaciones o le ha dejado mucha libertad?
Hay varias cosas que se cuentan sobre Woody Allen, como que no ensaya, que llega al rodaje y quiere acabar muy rápido para irse a casa… todo esto es absolutamente mentira. Cada día de rodaje con él empieza con ensayos. A mí me ha parecido uno de los mejores directores de actores con los que he trabajado. De los más honestos a la hora de decirte las cosas, sin ningún tipo de filtro. Si le gusta te dice ‘oh, that’s fine, thank you’ y vamos a la siguiente y, si no le gusta, te dice muy claramente lo que no le ha gustado, por qué y qué tienes que cambiar. Era cuestión de centrarme, de escucharle, de ser completamente precisa y exquisita y seguirle con todos mis sentidos. Pero claro, hay secuencias tan largas donde casi todos los estados de ánimo sucedían a la vez, donde pasan tantas cosas y donde hablábamos de tantas cosas enormes… a veces es un poco complicado.

No es ajena a grandes producciones internacionales. ¿Impone igualmente trabajar con un director de su trayectoria?
La experiencia ha sido muy impresionante, aunque intentas separar todo lo que te pasa estando delante de un ser como Woody Allen. Es tu director y tienes que escucharle y no dejarte impresionar por todo lo que le acompaña y todo lo que ha supuesto su cine y su arte en mi vida y en la vida de mi familia y de mis seres más queridos.

Sigue en cierto modo la estela de Penélope Cruz, es la segunda actriz española en trabajar con Woody Allen después de hacerlo con Almodóvar. ¿Qué supone para su carrera?
Me parece un sueño hecho realidad. Todo lo que yo pueda hacer en mi vida que sea acercarme a la carrera de Penélope, a quien admiro y con quien tengo la suerte de compartir una maravillosa amistad, bienvenido sea. Nuestras carreras, sin embargo, son distintas, pero me parece un privilegio.

© 2020 The Mediapro Studio, Gravier Productions, Inc. y Wildside S.R.L. – Foto de Quim Vives

Responsabilidades con el amor

En Rifkin’s Festival interpreta a la Doctora Jo Rojas. ¿Cómo la definiría?
Es una mujer a la que le ha gustado mucho soñar y que, después de varios fracasos, ha visto que sus sueños se hacían pedazos, porque siempre salía muy mal parada. Sobre todo los relacionados con el amor, con la ilusión, con creer en los demás y en la vida que te prometen que vas a crear con ellos. Es alguien con el corazón herido, pero que no da la batalla por perdida. Creo que es una romántica profunda, cree en que la vida puede ir mejor, pero tiene unas responsabilidades con el amor y con salvar a los demás por encima de salvarse a sí misma.

Su personaje y el exprofesor de cine y aspirante a novelista Mort Rifkin (Wallace Shawn) tienen una conexión especial en la cinta.
De repente el personaje de Wally [Wallace Shawn] se cruza por su camino y encuentra a una persona con quien tiene empatía, es como un alma gemela; hablan de los lugares que más les gustaban a los dos en Nueva York, coinciden en gustos cinematográficos y en un montón de cosas y la doctora que parece que tiene que cuidar y salvar resulta que es la más dañada. Cuando alguien le pregunta como está –que ni siquiera se lo ha preguntado ella misma­­­–, el mundo se le cae un poco encima.

Esto es lo que deberíamos hacer todos y, a veces, es cuestión de pararse o de encontrarse con alguien como él, que te haga dar una vuelta a tus emociones, a tu vida, a como estás y a quién eres.

¿Cómo se han entendido en el set?
Trabajar con Wally ha sido un regalo genuino y eterno, creo que nos querremos el resto de la vida. Me ha cuidado, acompañado, enseñado y ayudado. Ha sido mi coach, porque no podía tener un coach en el set ya que a Woody no le gusta. Y para mí era fundamental porque no he vivido en Nueva York tantos años como Jo Rojas. Y ha sido un grandísimo compañero, absolutamente fiel, honesto y generoso. He pasado muchas horas con él cuando estaba absolutamente agotado, repasando y hablando, y tratando de buscar un poco de más seguridad, que a veces cuando a los actores nos falta se hace complicado.

«Hay muchas ganas de volver a la normalidad»

Rifkin’s Festival hace un auténtico homenaje a los festivales, pero también Allen ha reivindicado que han cambiado mucho y que tienen más que ver con estrellas y cine comercial que con la creatividad. ¿Cuál debe ser su función?
Son necesarios y deberían ser plataformas para nuevos realizadores y para gente, como en el caso de nuestra película, que lleva una trayectoria enorme y muy fructífera. Me parece que es un lugar donde todas las películas tienen que tener una bonita acogida y tratarlas con respeto y cariño. San Sebastián siempre recibe a todos los que venimos de fuera y nos hace sentir en un pequeño paraíso, como decía Woody.

El séptimo sello, El ángel exterminador, Persona, Ciudadano Kane, Al final de la escapada… Allen también reivindica en esta historia a los grandes maestros europeos y a esos filmes imperecederos que son un referente. ¿Con qué clásicos se queda?
Con Jean-Luc Godard y con François Truffaut, como los directores que siempre me emocionan y a los que siempre vuelvo.

La cinta inaugurará Zinemaldia en una edición que es casi un milagro que se celebre tras estos meses de pandemia y en la que no podrá acudir el cineasta ni el reparto internacional de la cinta. ¿Con qué sensaciones va a presentarla?
Creo que va a ir muy poco reparto artístico, una chica de Palencia [bromea]. Woody Allen tiene 84 años, Wallace Shawn tiene 75 y su médico le ha recomendado que no viaje a España y muchos no pueden venir por las fronteras y la pandemia.

No hay presión, lo que hay es muchas ganas de volver a la normalidad, dentro de la situación tan tremendamente espantosa que estamos viviendo y que parece que el camino no es el acertado por todos los récords de contagios y de muertes que estamos viviendo en España. Está bien intentar volver a la normalidad, llevar a la gente al cine, defender el cine como parte de nuestra cultura y de nuestra vida, una manera de estar en contacto con nosotros mismos, con las historias y con lo que nos pasa. El cine nos mantiene despiertos y en contacto con la realidad.

© 2020 The Mediapro Studio, Gravier Productions, Inc. y Wildside S.R.L. – Foto de Quim Vives

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