Dos parejas confrontan en una cena en la que el elefante está en la habitación. Desafiando a la expresión, la presencia del animal se acaba verbalizando y el paquidermo arrasará con lo que parecía una velada convencional. Julio y Ana, hace más de quince años que están juntos, apenas se tocan y han hecho del combate diario la esencia de su relación. En las antípodas, sus vecinos Salva y Laura, que se han convertido en una molestia por lo ruidosos que son en la cama. “Hay elementos dramáticos alrededor del sexo que son un regalo para cualquier escritor”, reconoce Cesc Gay (Barcelona, 1967), que respondió con las armas de la ficción a los gemidos de su propia vecina. Tras el éxito de Truman, que se alzó con cinco Premios Goya y la Concha de Plata al Mejor Actor ex aequo, el director y guionista vuelve “a casa” -como define al certamen donostiarra- para presentar su nueva película fuera de concurso, en la gala RTVE.
¿De dónde surgió la historia? ¿Por qué quería que también se viera en la gran pantalla y no solo en las tablas?
Surgió cuando los gemidos de mi vecina se convirtieron en un tema familiar. Esa anécdota es lo que lo desencadenó todo y me senté a escribir sin saber muy bien a donde me llevaría ese conflicto. Luego me di cuenta que tenía entre manos una buena comedia para teatro. Cuatro personajes, un solo decorado, una cena… Llevaba años con la idea de dirigir teatro, pero mis inseguridades no dejaban que terminara de decidirme por ninguno de los textos que leía. Me di cuenta que sería más fácil para mí debutar como director con mi propio material, y así fue. Siempre intuí que también terminaría filmando una película. A fin de cuentas, me inspiré en las comedias americanas de los 40 y 50 para escribirla.
No mantiene el título de la obra de teatro. ¿Por qué optó por Sentimental?
Era el título original cuando escribí la primera versión del texto, que finalmente acabé titulando Los vecinos de arriba. La verdad es que no recuerdo entonces a qué se debió el cambio. Y ahora, al rodar la película, pensé que era una buena idea recuperarlo para el cine y diferenciar en cierta manera la versión teatral de la cinematográfica.
¿Cómo ha cambiado en su traslación al cine?
Hay que saber distinguir aquello que funcionará igual de bien en el escenario y en una pantalla de lo que no. Me refiero a aspectos de la interpretación de los actores, al tono, a los diálogos y a la estructura de las secuencias. En este caso, el texto original ya tenía mucho de cinematográfico así que no ha sido muy laboriosa la adaptación.
Frente al reparto teatral (Candela Peña, Pilar Castro, Xavi Mira y Andrew Tarbet) se ha decantado por un elenco distinto, con Javier Cámara, Griselda Siciliani, Belén Cuesta y Alberto San Juan.
Quería trabajar con actores que no hubieran hecho antes la obra, ni en Madrid, ni en Barcelona. El reto era empezar de cero y eso es lo que ha hecho el proyecto atractivo para mí. La película pertenece a los cuatro actores que la han interpretado, pero también hay en ella cosas de los actores con los que monté las obras de teatro. Soy consciente que he sido un privilegiado por poder contar con el trabajo de todos ellos.
Repite con Javier Cámara después de Truman. ¿Va a convertirse en su actor fetiche?
Javier, como antes Eduard Fernández, o Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Alberto San Juan son actores que se han convertido en amigos y compañeros de trabajo y es siempre un placer volver a encontrarse con ellos. Nos conocemos y aprovechamos la experiencia y la confianza que nos une. Javier, por otro lado, me acoge en su casa cuando voy a Madrid y tengo que darle algún personaje de vez en cuando para que no se enfade.
Una puerta a la que asomarse
En la reunión de estas dos parejas, Salva y Laura hablan de una forma muy abierta y sin filtros de opciones sexuales que incomodan a Julio y Ana ¿Sigue siendo hoy en día un tabú hablar de sexo?
No sé si es un tema tabú, pero sin duda todo lo relativo a la sexualidad nos afecta a todos mucho. Hay elementos dramáticos alrededor del sexo que son un regalo para cualquier escritor y supongo que es lo que intuí cuando empecé a escuchar los gemidos de mi vecina. Se abrió una puerta y no pude evitar asomarme.
¿Cree que hay más temas complicados de hablar con los vecinos que darían para una película?
Creo que con los vecinos cuanto menos se hable, mejor.
“La palabra y los diálogos lo son todo en esta película”
En la cinta ocurre casi una terapia de pareja, lo que define la sinopsis como “una experiencia excesiva y catártica para los cuatro”. ¿Qué importancia le ha otorgado a la palabra y los diálogos, que están tan presentes, para desencadenar esto?
La palabra y los diálogos lo son todo en esta película. Una frase lleva a la otra en una especie de encadenamiento musical que ha sido muy delicado de ejecutar. Para mí, ha sido la más difícil de hacer de todas las que he dirigido. Todo sucede en tiempo real, a lo largo de un par de horas, y al filmarla había que estar en ese lugar, en ese tono y en ese tempo durante todas las semanas que duraba el rodaje. Los cuatro actores y yo. Cinco personas que no podíamos despistarnos ni un momento y que además pretendíamos hacer una comedia, que es sin ninguna duda, lo más difícil de hacer.
En Sentimental se habla mucho de sexo, pero en ningún momento se muestra, siempre está fuera de campo o pertenece a eventos pasados. ¿Por qué esta elección?
Porque entonces habría sido otra película.
Desde el inicio de su carrera es un habitual de Zinemaldia, donde ha competido en sección oficial con En la ciudad y Truman. ¿Con qué sensaciones acude a esta 68 edición, que es casi un milagro que se celebre después de lo que hemos vivido en los últimos meses por la pandemia?
Como cualquier profesión tenemos que seguir adelante, ser optimistas y sobre todo no dejar de disfrutar. Porque eso es lo que es el cine. Algo que nos hace disfrutar, comunicarnos y entendernos mejor. No hay otro festival como este y para mí es como volver a casa. Supongo que no soy objetivo al decir eso porque me adoptaron hace ya más de veinte años con primera película, Hotel Room, pero así es como me siento cuando vuelvo a Donostia.
¿Ya está trabajando en su próximo proyecto? ¿Cuál será?
He empezado los ensayos de una nueva comedia que he escrito para el teatro y que estrenaremos en Barcelona a principios de diciembre. Se llama 53 domingos. Y luego el año que viene rodaré una nueva película, siempre que el virus lo permita…