Una joven adicta, a la que interpreta Rosie Day, da a luz en medio de una de sus crisis. Incapaz de ocuparse del bebé, lo vende a una inquietante matrona dedicada al comercio infantil. Con esta premisa, el ganador más joven de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián con Alas de mariposa, cinta que le valió los Goyas a Mejor Dirección Novel y Mejor Guion, retoma el tema de la maternidad casi 30 años después de este filme y de La madre muerta. En Baby, Juanma Bajo Ulloa establece «la diferencia entre usar y amar», en un viaje plagado de simbolismos, donde la arrepentida protagonista tratará de recuperar a su hijo.
¿De dónde surge la historia, a la que ha definido como “un cuento de vida, lucha y muerte”?
Me interesan los cuentos. En ellos se narran simbólicamente historias sobre la esencia del ser humano y la naturaleza. Se dirigen directamente al inconsciente y retratan nuestros miedos y deseos más profundos. Por eso han llegado hasta nuestros censores días.
Así surge Baby, como una fábula que describe el doloroso viaje desde el temor hasta el amor.
Vuelve a abordar la maternidad, que ya estaba presente en sus primeras películas La madre muerta y Alas de mariposa. ¿Por qué le interesa este tema?
¿Acaso hay otro tema que la vida? Y hablamos precisamente de la creación de la vida, lo demás gira en torno a este, es el ruido de fondo de la máquina.
¿Es Baby en cierto sentido una vuelta a sus inicios?
Para volver hay que irse. No he ido a ningún sitio. Cuando puedo trato de contar historias que me suponen un esfuerzo emocional y visceral, más que racional. Lo puramente racional ha convertido el arte en basura, por eso las máquinas se encargan ahora de ello. Igual que lo puramente emocional ha convertido la política en bazofia, por eso colegiales se ocupan ahora de ella.
Viendo Baby es inevitable acordarse de los casos de bebés robados en España o de todo el debate que hay en torno a la maternidad subrogada. ¿Son material muy adecuado para el género porque son realidades que nos “aterrorizan” como ciudadanos?
El bebé, el cachorro, está diseñado por la evolución para provocarnos la máxima empatía y sentimiento de protección. Representa además la continuidad de la vida, la perpetuación de nuestro legado. Por todo ello es tan doloroso sufrir su pérdida o ver como pasa a manos desconocidas. Se trata de un miedo profundo que conlleva rabia e impotencia.
Ha optado por un reparto internacional, encabezado por Rosie Day, Harriet Sansom Harris y Natalia Tena, en el que también hay rostros de nuestro cine, como Charo López y Mafalda Carbonell. ¿Hay una vocación internacional de la cinta de que pueda llegar a un público más allá del español?
Esta es una película sin patria. No hay idioma o ubicación que la defina. La selección de las actrices ha respondido a la búsqueda de la mejor opción posible para cada personaje, sin reparar en su origen.
El show nunca se detiene
En la película nos presenta un universo de personajes femeninos. Hay dos ausencias: los hombres y los diálogos entre los personajes. ¿Por qué se decantó por estas ausencias?
No se trata de ausencias, sino de no presencias. En la búsqueda de la esencia, en cada nueva versión se ha ido prescindiendo paulatinamente de más personajes y texto. En Baby se habla de la Creación, y este es un asunto eminentemente femenino, un potencial latente no comparable con ningún otro. En Rambo, sólo había hombres y les quedó muy bien.
El mundo animal está muy presente, con imágenes casi de documental, pero que contribuyen a una atmósfera casi de bosque encantado. ¿Qué quería transmitir con la presencia de esas criaturas?
En Baby no hay diferenciación entre el trato a personajes humanos y a los otros seres vivos, todos son parte de la narración de un modo literal o metafórico. Pertenecemos a un todo, un organismo vivo y completo. Un organismo ahora gravemente enfermo, precisamente por ignorar su ser.
Compite en la sección oficial del Festival de Sitges. ¿Qué cree que le aportará a la película este escaparate?
Baby no es exactamente una película de género fantástico, aunque conviva en este diverso e insólito universo. Pero, al igual que ocurre en la vida real, este viaje simbólico de la protagonista se realiza a través del suspense, la emoción, y la incertidumbre, elementos que conforman el cine que reina en Sitges.
“Lo puramente racional ha convertido el arte en basura”
En un año atípico, en el que es un milagro que se puedan celebrar los festivales, y donde hay que reivindicar que la cultura es segura. ¿Con qué sensaciones acude a Sitges? ¿Le da vértigo que se presente en esta coyuntura?
Realmente es difícil imaginar una peor situación para un festival internacional y para la presentación de una película. Pero somos parte de una profesión que no llora en público, y el show nunca se detiene llueva o truene. El público nos necesita, como nosotros a ellos, y aquí estamos.
¿Está trabajando ya en sus próximos proyectos? ¿Volverá a la comedia, género que le trajo el éxito de Airbag?
La comedia que me interesa es crítica con el poder. Pero la libertad creativa agoniza, con la connivencia y cobardía de presuntos artistas oportunistas que buscan su propio minuto de gloria a cambio de perpetuar la actual y generalizada esclavitud al Sistema.
Actualmente trabajo en el thriller El mal.
¿Le tienta dirigir series?
Sería interesante participar en una serie. Me resulta más sencillo trabajar de encargo y agradar a otros que hacerlo en mis propios proyectos y agradarme a mi mismo.