Para contar la vida de Josep Bartolí, un dibujante español que huyendo de la dictadura en 1939 se ve atrapado en un campo de concentración francés, ha hecho falta el empeño de otro compañero de profesión. Enamorado de nuestro país desde que era adolescente, el dibujante de prensa y director francés Aurélien Froment ‘Aurel’ pone su mirada en la tragedia que vivió este exiliado catalán, que acabaría en México siendo amante de Frida Kahlo y trabajando en Nueva York, pero que nunca regresó a España. Acostumbrados a ver sus trabajos en ‘Le Monde’ y ‘Politis’, el viñetista galo traslada ahora su trazo a la gran pantalla en Josep, su debut en el largometraje y todo un homenaje de dibujante a dibujante. Avalada por el sello del Festival de Cannes, esta cinta de animación adulta que aspira a los Premios del Cine Europeo se estrenará en España el próximo 4 de diciembre.
En España la figura de Josep Bartolí es muy desconocida. ¿Cómo descubre su historia?
En Francia tampoco, donde más se le conoce es en México. Quizá en el sur de Francia sí, porque su familia sigue viviendo aquí. Su sobrino George Bartolí, que es fotógrafo de prensa, hizo un trabajo bastante importante para recopilar la memoria y el trabajo de Josep. Hace 11 años sacó un libro que se llama La retirada, que es la palabra utilizada por los exiliados españoles en Francia para llamar el exilio de los republicanos. Ahí contaba la historia de sus padres, del exilio en general y de la segunda generación de la que él forma parte, que no había nacido entonces, y lo ilustró con los dibujos de su tío Josep. Y estos me atraparon.
¿En qué momento pensó ‘aquí hay una película’?
Me interesa la Guerra Civil española y España desde el instituto, cuando descubrí el idioma, pero aquí había una unión entre varios aspectos que me interesaban: el dibujo de Bartolí, muy potente y muy fuerte; el tema de los dibujos sobre la guerra; y, además, yo hace diez años estaba dirigiendo mi primer cortometraje de animación Octobre noir. De repente, vi el tema de un nuevo proyecto posible: hablar de la Guerra Civil, a través de la vida de un dibujante. Al principio no era un largometraje, pero al comentarlo con el productor pensó que sería mejor imaginarlo así.
Josep cuenta con participación española del productor Jordi Oliva. La define como una cinta transfronteriza. ¿Era un proyecto que era necesario que respaldaran los dos países?
Para mí era primordial. Era una lástima que tuviera producción francesa únicamente. Es francesa por tema artístico: yo soy francés y el guionista es francés, pero hay una cuestión de legitimidad. Siendo franceses no teníamos legitimidad para contar la historia del pueblo español. No es la nuestra y no son nuestros padres y abuelos, entonces vamos a contarlo desde Francia, desde campos de concentración y desde la visión de un policía francés, que podemos cuestionarnos y preguntarnos cuál habría podido ser nuestra manera de actuar en esta época y en estas condiciones. Aunque hablamos de la vida de Josep en Francia, era muy importante para mí tener el sello de un productor español que dijera ‘esta historia me importa que sea contada’.
¿De qué manera se planteó el dibujo y la animación para que fuera acorde con el drama que vivió este antifascista?
El estilo es el mío. Yo iba a contar esta historia con mis herramientas, mi dibujo y mi trazo.
Respecto a la animación, que no es fluida, es una idea que me llegó bastante tarde en el proceso de producción, porque suponía resolver varios problemas de un golpe. Yo no soy animador y la cadena de fabricación de la animación es muy larga, muy complicada, con muchas etapas y equipo, pero además, si el que está al principio de la cadena no sabe dar indicaciones se van a perder muchas informaciones. Para resolver eso, decidí volver a lo que es mi trabajo y así además hacía un homenaje a Josep.
Y luego aportaba a la narración. La historia la cuenta un abuelo de unos 90 años, que está muriendo y recordando cosas que sucedieron hace más de 60 años. Esta manera de puesta en escena, de contar la historia con dibujos es como hacer flashes e instantáneas del pasado. Así cuadraba más con la memoria del abuelo.
Integra además los dibujos reales de Bartolí.
Quería mostrarlos para darle un homenaje, pero no mezclar o que no quedara claro al espectador cual es el mío y cuál el suyo. Cuando se ve a Josep dibujando se ven sus dibujos, aunque hay algunas trampas, porque hay imágenes que enseño como obras de Bartolí que son inventadas porque hacían falta para la narración. Al final es una ficción, no un documental.
Uno y otro lado de los Pirineos
Para el doblaje cuenta con Sergi López y con la cantante Sílvia Pérez Cruz, que también se encarga de la banda sonora.
Sergi, además de ser un actor maravilloso, tenía la ventaja de tener la triple cultura catalana, española y francesa, ya que trabaja aquí desde hace mucho tiempo. Esto me parecía interesante a la hora de entender una vida en el exilio y a Josep, que dejó España y Cataluña a los 29 años y nunca volvió a vivir allí. Sergi no es un exiliado, pero me parecía que podía entender mejor como es trabajar en Francia, siendo español.
En el caso de Sílvia, aunque lo primero que le pedí fueron las voces de Frida [Kahlo] y Bertilia, su trabajo más intenso fue la música. Artísticamente éramos casi gemelos, tenemos la misma visión del camino a seguir.
El espectador adopta el punto de vista de ese nieto, que no ha conocido la guerra. ¿Cree que hay muchas historias como la de Josep que no están llegando a las generaciones futuras?
Existe este problema de memoria. Hace once años, cuando descubrí el libro sobre Josep, sabía bastantes cosas de la Guerra Civil, pero no sabía lo de los campos de concentración y como reaccionó nuestro Estado.
Creo que en España es distinto, ya que muy pocos volvieron y el exilio es la historia del otro lado de los Pirineos. Desde la Transición, hay como una tapa puesta y no van a buscar lo que pasó en esta época, consideran que está pasada y que hay que construir cosas nuevas. Me interesa mucho como van a recibir la película los españoles.
¿Qué papel juega el arte, en este caso el cine y el dibujo, en la memoria histórica de un país?
Es una entrada a la lectura para animar la curiosidad, a buscar más.
Igual que mi trabajo del día a día en los periódicos, mis viñetas son la entrada a un artículo o a ir más adelante en un tema.
“Cuando hay una crisis en otro país, los estados se comportan de la misma manera”
Actualmente vemos como los refugiados que huyen de Siria acaban en los campos de refugiados de Europa, también en condiciones de vida que no son las adecuadas. ¿Es inevitable pensar que la historia se repite?
No es que se repita, sino que no ha dejado de ser la misma. Josep no es una película con tesis, pero tiene raíces en el mundo real. En 2015, cuando estábamos trabajando en ella, hubo una ola de refugiados desde Siria, que intentaban venir a una tierra más habitable. En esta época vivía en Valencia y veía como la vicepresidenta de la Comunidad Valenciana había hecho la propuesta de acoger y poner barcos para traerlos y el presidente de España dijo que no. En Francia igual.
Pensamos que la actualidad estaba volviendo a hacer nuestra película. Ahora hay muchos campos de refugiados en el norte de Francia porque intentan llegar a Reino Unido desde allí y, hace unas semanas, el gobierno francés decidió no permitir a las ONGs darles comida. Es otra ilustración de la misma historia. Cada vez que hay una crisis en otro país que provoca el exilio los estados se comportan de la misma manera.
¿Josep es una incursión puntual o le gustaría seguir dirigiendo?
Me interesaría continuar explorando el cine. Tengo ideas que contar en este medio, pero no voy a invertir toda mi energía, tiempo y arte en el cine, porque soy dibujante y tengo un sueldo en la prensa.
El cine es como tener un nuevo hilo en el arco. Hay cosas que puedo decir gracias a dibujar viñetas en el periódico, otras gracias a los cómics, y ahora tengo otra opción que es cine, que es mucho más difícil y hay que estar muy seguro de lo que quieres decir y como lo quieres decir porque tienes que convencer a gente para la financiación.
¿Qué le atrae del séptimo arte?
Como se ve en Josep, lo que me interesaba no era poner movimiento a mis dibujos, porque puse muy poco, sino gracias al cine poner música y sonido a mis dibujos.
¿Cree que una película sobre un dibujante como Bartolí solo la podía dirigir otro dibujante?
Yo no la veo en acción real si lo hago yo. Recibimos muchos comentarios de espectadores sobre este tema y de hijos, nietos o exiliados que vivieron las situaciones del filme cuando eran niños. Y todos, sin excepción, me dijeron que, gracias a ser en dibujos, la película era verdadera y tenía mucha fuerza, y creo que es porque no fija una realidad. Cuenta una historia con un medio que permite despegarse de la realidad y en este espacio cabe todo lo que quiera poner el espectador: la violencia, la emoción… Esta manera de contarla solo puede pasar por el dibujo.