Era también un neófito en esto del poliamor, pero para su nueva película Fernando Colomo (Madrid, 1946), no duda en bucear en esta novedosa forma de relaciones sentimentales. En Poliamor para principiantes, Karra Elejalde y el debutante Quim Àvila son Satur y Manu, un padre y un hijo que en su empeño para que el joven triunfe como youtuber y por fin se independice a los 28 años, se topan con Amanda (María Pedraza), una joven poliamorosa con varias relaciones, de la que Manu se enamora. “No hemos querido idealizar el poliamor, ni las relaciones románticas tradicionales”, asegura el realizador madrileño sobre un filme en el que se mezclan la estética del cómic, los haters o Susi Caramelo. Director, guionista, actor, productor, pintor, arquitecto…son múltiples los idilios artísticos de este veterano muy atento a las tendencias actuales que, aplicando los términos de la jerga poliamorosa a su relación con las artes, tiene claro que su relación principal “sin duda es el cine”.
¿De dónde surge su interés por el poliamor?
Con Isla bonita, en 2015, leí comentarios en webs de cine que decían que la película tocaba el tema del poliamor. Yo no conocía la palabra y dije ‘¿esto qué es?’ Primero leí el libro de Lucía Etxebarría Más peligroso es no amar: Poliamor y otras muchas formas de relación sexual y amorosa en el siglo XXI, después contacté con la asociación ‘Poliamor Madrid’ y fui con mi hijo a un encuentro de puertas abiertas en el Retiro, que fue tal cual se ve en la película. Sí que añado un poco de mi humor, pero fue básicamente eso.
Luego seguí teniendo contactos con algunos y me fui introduciendo en el mundo del poliamor. Me fascinaban todos los términos, la parafernalia que lo rodea, como se ha catalogado…me parecía muy interesante para contarlo y dentro de la comedia daba mucho juego.
¿Se considera una persona muy curiosa por todo lo que va surgiendo?
Sí. Mi amigo Joaquín Oristrell me dice que mis películas son siempre de alguien que es el pez fuera del agua, que se mete en un sitio e investiga. Lo estuve pensando y era verdad. En Tigres de papel (1977) el protagonista se interesa por el marxismo y empezaba a aprender. Siempre hay alguien de fuera que entra en un mundo que para él es nuevo. Y en El caballero del dragón ya es un marciano de verdad.
Del mismo modo que los personajes poliamorosos intentan romper con los antiguos paradigmas de las relaciones románticas, ¿Se ha propuesto romper con ciertos clichés de las comedias románticas?
En las comedias románticas, siempre hay chico-busca-chica, chico-encuentra-chica, chico-pierde-chica y siempre está ‘el rival’. Aquí lo bueno es que ‘el rival’ son seis. Poliamor para principiantes sigue un poco un patrón clásico de la comedia romántica, incluso está el amigo del chico –figura que en este caso es el padre–, pero lo quería adaptar a esa nueva realidad. Era muy complicado cuando estábamos pensando en el guion qué hacer el final, ¿te decantas por el poliamor? ¿o no y acabas haciendo una comedia de una pareja convencional?
“El poliamor no es un camino de rosas”
Aparecen muchos términos especializados como relación principal, compersión, unicornio, vértice, acuerdo de fluidos, cowboy o energía de la nueva relación. ¿Mezclado con el humor, hay una labor didáctica o de normalizar?
La película tiene varios puntos de vista, no hay un punto de vista omnisciente del guionista o el director. Vemos cómo lo ve el padre, el hijo y los otros personajes. La idea era tratarlo de una forma muy natural. Es un riesgo porque estás todo el rato metiéndote en jardines, pero me he atrevido. Espero que salga bien.
La sexualidad es super variada. Quería mostrar todo ese mundo y no verlos ni como enfermos ni como genios. Porque el poliamor también tiene sus problemas, no es una cosa ideal. Todos los poliamorosos reconocen que es difícil porque los celos siguen existiendo, la educación que tenemos sigue existiendo y hay mucha presión. Me fascinó que pasaban más tiempo discutiendo y acordando los límites, que amando. El poliamor no es un camino de rosas.
¿Por qué cree que es material cinematográfico?
Las costumbres y las relaciones siempre lo son. Pero durante décadas todo estaba basado en la pareja y ahora yo quería que todo se multiplicara. El término poliamor existe desde hace 20-30 años, pero parece que ahora está tomando más cuerpo. Me parecía nuevo e interesante que los personajes fueran poliamorosos conscientemente, no que surgiera algo que luego descubrieran que se llamaba poliamor.
El tema obliga a contar con un reparto muy coral. ¿Cómo fue la elección?
Karra [Elejalde] lo tenía pensado desde el principio, era la opción que yo quería. Escribí el guion pensando en él. El más difícil fue el protagonista Manu, que debía tener en torno a 28 años e hicimos muchísimas pruebas. Antes incluso de terminar el guion estábamos trabajando en el cásting porque era la forma de que la última versión la hiciéramos ya pensando en los actores. Para Manu hicimos pruebas a 40 actores elegidos, de toda la geografía. Muchos eran muy buenos, pero era complicado porque debía tener un punto naíf para creerse esto de el amor romántico.
Y encontró al debutante Quim Àvila.
Nuestros galanes cómicos tienen en torno a los 40. No podías tener ni a Paco León, ni a Dani Rovira, ni a Quim Gutiérrez, incluso. No quedaba más remedio que encontrar a alguien nuevo y arroparle con actores consagrados como Karra Elejalde, Toni Acosta, María Pedraza o Luis Bermejo.
Hacer lo que le gusta
El protagonista tiene una doble identidad: es Manu en su vida personal y ‘El ranger del amor’ como Youtuber enmascarado. ¿Ha sido lo más cercano a que haga una película de superhéroes?
De los superhéroes estoy supersaturado. Incluso ha habido películas muy buenas, como Joker, pero es agotador. Yo he sido muy de superhéroes porque era muy de cómic y me gustaba Superman, Batman, El hombre enmascarado, Flash Gordon, etc. Pero ahora mismo es agotador, parece que todo el mundo tiene que hacer una película de superhéroes.
En Poliamor…se aborda el odio de las redes sociales y, sobre todo, la impunidad de que alguien difunda odio tras un seudónimo, sin revelar su identidad. ¿Esto le preocupa?
Es un síntoma de nuestra sociedad ahora mismo. Los famosos haters. Cuando hice mi primera película, Tigres de papel, hicimos un coloquio en una radio en Barcelona. Se puso la película en Televisión Española y luego la gente hacía comentarios. Y todo era gente mayor que solo llamaba para protestar y decir que era una vergüenza. Y nos quedamos sorprendidos porque pensábamos ‘si no le ha gustado, ¿por qué se molesta en llamar?’. Pero hoy en día tenemos esa cultura, que no es muy beneficiosa. Es gente que parece que siempre tiene que desahogarse con alguien.
¿El odio tiene más éxito que lo positivo?
Desgraciadamente sí, hay que convivir con ello. No sabes las razones por las que alguien está amargado y está en su casa y se pone a odiar al primero que encuentra.
Además de su cameo haciendo taichí, hay otro guiño para cinéfilos en la cinta, con la proyección de Isla bonita en la sesión de cine a la que van los personajes de Poliamor…
Me parecía que podía ser una película que vería la gente de la asociación ’Poliamor Madrid’, que tienen un Cineforum donde proyectan historias que tocan este tema. Yo soñaba con que algún día pusieran Isla bonita en este cineclub.
Estrena este viernes Poliamor para principiantes y en cinco semanas comienza el rodaje de otra comedia, de nuevo con Álvaro Longoria como productor. Tiene la fortuna de poder rodar con mucha asiduidad.
Me considero afortunado, pero también he pagado un precio. No he estado en mi casa esperando a que me contrataran los productores. Yo mismo he sido productor en la mayoría de mis películas, con lo cuál he corrido riesgos. A veces he sufrido descalabros. Es un proceso complicado, pero he tenido suerte de hacer lo que me gusta.