Dedica la película a sus abuelos, que han sido una inspiración para Nora. ¿Cómo surge esta historia?
Quería hacerles un homenaje. Tengo aventuras con mi abuelo materno en su coche y así surgió la road trip y el personaje del abuelo. Y me interesaba como a veces ese salto de generación te da opciones a otro tipo de relación.
Y luego la otra cosa esencial era hablar como mujer de ese momento que a veces no nos permitimos o que es muy difícil de conseguir que es parar y preguntarnos qué queremos hacer. Habla de preguntarnos honestamente, de atrevernos, porque a veces da mucho miedo, sobre todo cuando lo que queremos no cumple con las expectativas de éxito sociales comunes.
Hemos tenido que pelear mucho por defender la normalidad de Nora. A mí me interesa qué ocurre cuando te dicen que no pasa nada. Está ahí la vida y las historias.
Ane Pikaza da vida a esta protagonista que se cuestiona qué quiere. ¿Qué buscaba en ella?
Tenía esa energía, esa cosa intangible del personaje que es entre inteligencia y creatividad, a la vez un poco patosa, pero sin pasarte de la raya, divertida, pero no a carcajadas.
Además, es ilustradora, al igual que Nora.
Cuando escribí el guion, el personaje tenía unos cuadernos donde había notas, dibujos, fotos, un poco de todo. Una vez elegida Ane, vi una oportunidad de hacerla ilustradora.
Ella me decía ‘bastante tengo con la oportunidad que me has dado como actriz, como para meterme en hacer unas ilustraciones que no son las mías e intentar dibujar como lo haría ella’. Al final me dijo que sí, que era una ocasión única para vivir las dos cosas que le apasionan en un mismo proyecto. Tuvimos que encontrar cómo dibujaba Nora y en esa búsqueda encontramos también al personaje. Fue como ensayar a través de las ilustraciones.
«Hay pelis bonitas que también necesitan ser contadas»
Cuando valoran la propuesta de Nora para la revista de viajes, en el proceso de selección lo califican de “artístico, delicado y hermoso”. ¿Se podrían aplicar también estos adjetivos a la película?
Igual que a Nora en la película, a mí como Lara creadora me ha pasado lo mismo, se me han cerrado muchas puertas por eso. Por eso de ‘es bonita, es artística’, pero no es suficiente. Siempre está ese ‘pero’. En esa sencillez de Nora hay mucha profundidad y se invita a hacer muchas lecturas. Eso de ‘es muy bonita la película’, que se hace como de menos, es un piropo.
Nora personaje encuentra su sitio y Nora película también. Lo estamos viendo en los festivales a los que hemos asistido. En el cine vasco y en euskera no hay filmes que ocupen este lugar. En euskera se rueda mucho sobre conflicto. Hay pelis bonitas que también necesitan ser contadas.
Aparece la viajera Catherine Domain, la cantante Izaro, las propias ilustraciones de Ane Pikaza en un momento en el que hay un auge de ilustradoras en España. ¿Era importante mostrar todas estas miradas femeninas?
No sería la misma película sin Izaro y sin Catherine por su talento y su energía. Catherine fue viajera cuando era joven, cogió el dinero de la dote y se dedicó a viajar entre los 18 y los 28 años. Recorrió el mundo y después decidió que iba a abrir una librería de viajes en Hendaya, que encontramos cuando estábamos haciendo localizaciones. Primero pensábamos que necesitábamos la librería, pero después de conocerla nos dimos cuenta que la necesitábamos a ella.
Yo me acerqué a Izaro cuando solo tenía la esencia de lo que iba a ser el guion, le dije que me encantaría que apareciera con su banda y a la semana ya tenía la primera versión de la canción porque a ella le había tocado la historia en el mismo lugar que a mí.
Esa cosa que compartimos como mujeres creadoras está en la película.
Apoyo al talento femenino y al euskera
Nora se estrena el 3 de septiembre en cines. Casi un año después de inaugurar la sección Zinemira del Festival de San Sebastián.
Teníamos la oportunidad de estrenar justo después del festival, pero decidí que no. Cuando estás dentro de la industria hay una cosa con el ritmo, con no perder el tren. No puedes tener buenas críticas en San Sebastián y no aprovechar el cohete y estrenar seguido y a mí me parecía que la vivencia de hacerlo despacio es una de las cosas más bonitas que nos ha ocurrido. Yo no quería matar la película el otoño pasado.
Nos ha dado tiempo a hacer el doblaje a castellano con mucha calma, el prestreno va a ser en un autocine, presentamos la canción de la película donde se rodó la secuencia del concierto, se va a estrenar simultáneamente en Francia… Esas cosas mágicas han pasado porque hemos esperado un año.
Además de ser directora y guionista, también ejerce como productora desde Gariza Films. ¿Qué tipo de historias apoyan?
Necesitamos diversidad y tenemos la suerte de contar con una lengua que es maravillosa y hay que compartirla con el mundo. Y el otro eje de la productora es la mirada de las mujeres. Aparte de apostar por mis películas, hemos tenido la oportunidad de poner el foco en directoras como Marina Palacio y Estíbaliz Urresol. Nos colocamos en el País Vasco y apoyamos a las directoras vascas.
«Hacía ocho años que una mujer no dirigía ficción en euskera»
Hay industria, pero también activismo.
A veces digo que Gariza más que una productora es una ONG. Tiene mucho de militancia de decir ‘no puede ser’. Si vieras los datos de las mujeres que dirigimos en el País Vasco te echarías a llorar de la dificultad para hacerlo en nuestra lengua. No hay directoras, estoy yo y Mireia Gabilondo. Hacía ocho años que una directora no dirigía ficción en euskera. Hay hombres que dirigen todos los años. Aunque parezca mentira, no está el viento a favor. Nora es un pequeño milagro dentro de la industria y tenemos que estar allí para que deje de serlo. Para que cualquier directora, si su lengua materna y la lengua en la que crea es el euskera, no haga como hice yo con Un otoño sin Berlín. Yo ahora me doy cuenta que la rodé en castellano porque no quería sufrir dos dificultades: hacer una opera prima como directora y hacerlo en una lengua minoritaria.
¿Está ya inmersa en nuevos proyectos?
Tengo un proyecto que creo que será mi tercer largo, pero lo quiero hacer a este ritmo, slow film, un cine donde se pueda vivir y no tengamos que dejarnos la vida en esto que nos gusta tanto.