Jaime Rosales: “Mi prioridad es que mucha gente vea mis películas en las salas”

Por Chusa L. Monjas · 16 septiembre, 2022

Vuelve a concursar en el certamen con su séptimo largometraje, Girasoles silvestres, que protagoniza Anna Castillo

Más interesado en lo común que en lo extraordinario, Jaime Rosales vuelve a Zinemaldia. Con siete películas a sus espaldas –cinco de ellas se han proyectado en distintas secciones del Festival de Cannes– que dejan visible su variada filmografía, el cineasta catalán está en constante renovación. Lo que no cambia es la intensidad y el tiempo que entrega a la elección del reparto y la búsqueda de localizaciones, sus pilares, “porque lo que filmamos son personas y lugares”, destaca este representante del cine de autor.

Responsable de La soledad, que se llevó los Goya a Mejor Película, Dirección y Actor Revelación, a este incondicional de Godard y Rossellini no le obsesiona qué hacen los actores, cómo se mueven, sino dónde colocar la cámara para filmar la puesta en escena.

 

Por número de películas y también por edad, es el veterano de los cuatro españoles que optan a la Concha de Oro.

Uno va cumpliendo años, ya no soy de los jóvenes, ni en los festivales ni en los rodajes. Es bueno que el cine se vaya renovando. Además, por las exigencias de la profesión, un rodaje requiere gente joven porque es muy reclamante desde el punto de vista físico, intelectual y emocional.

Vuelve a la competición después de concursar con Tiro en la cabeza, que logró el Premio FIPRESCI, y lo hace con una historia muy diferente en todos los sentidos, tanto por intenciones como por estética.

Sueño y silencio fue un punto final en mi filmografía, y con Hermosa juventud arrancamos desde otro lugar. No he dejado de ser yo, ni he abandonado mis influencias, pero cada vez he ido a buscar un lenguaje más cercano al espectador.

Girasoles silvestres tiene una escritura personal y afirmada, pero es otro pasito más hacia un lenguaje más asequible en el que las formas son más transparentes, la cámara está más cerca de los personajes, más al servicio de la emoción de la historia y de los actores.

El embrión de su nueva obra es un reportaje fotográfico.

Sí, sobre una joven madre norteamericana que atravesaba tres relaciones con tres hombres muy distintos entre sí. Y esto me pareció muy de verdad, porque hasta que encontramos a la persona con la que compartir el camino pasamos por personas muy diferentes.

Empecé a encontrar al personaje, a definirlo en España, y a añadir temas que iban mucho más allá del reportaje, que no marcó tanto lo que ha sido el resultado. Uno piensa que las películas emanan de una idea y luego se trata de pulir detalles dentro de esa idea dominante. En mi caso, el guion empieza en un sitio, pero tiene tantas variaciones… Lo que acaba marcando cuál es la película que se rueda es cuando tienes la financiación.

Girasoles silvestres muestra la realidad de muchas mujeres (malos tratos, escasos recursos económicos, lucha por una estabilidad familiar…).

Siempre es importante poner el cine al servicio del retrato de una época. Lo que más me interesa del personaje es su espíritu de lucha. Parte de unas cartas bastante malas, pero ni se victimiza ni deja de luchar, siempre tira para delante.

Y en ese proceso de reconstruir su vida, se descubre a sí misma.

Sobre todo descubre cómo son los hombres, qué cosas buenas y malas tienen, y también la importancia de la elección. En cada relación en la que aterriza lo hace porque esa persona tiene elementos atractivos.

Una de las frases más notables de Sigmund Freud es: ‘Si amas, sufres, si no amas, enfermas’.

La vida es como un río con momentos rápidos y lentos, hay sufrimiento, alegría y un aprendizaje a lo largo de todas las experiencias que vas viviendo.

De un hombre a otro, nuestra protagonista va mejorando cosas. No digo que conquiste un estado de perfección, porque la vida sigue poniendo obstáculos en su camino, pero en su recorrido no solo acaba mejor sino que, además, aprende. Es importante la toma de decisiones y aprender de los errores.

Vivimos tan rápido que no nos paramos a pensar en lo que nos hace felices.

La felicidad es una conquista permanente que, a veces, se confunde con la alegría y la tristeza. Para mí es estar bien con uno mismo, con el lugar que ocupas en el mundo, con quien uno es profesional y personalmente.

Me cuesta pensar en una época mejor que la nuestra, hay más tolerancia, mejores servicios sociales, un bienestar material… No es un mundo perfecto, pero no estamos tan mal.

Anna Castillo interpreta a Julia, que es el centro de su historia.

Anna lo hace todo bien y, además, matizando lo que uno quiere. No sé si es porque tiene un talento innato increíble o porque tiene una técnica, también increíble, que es invisible.

En otras películas, en determinados días y escenas, he tenido dificultades con algunos intérpretes porque he sentido que la concentración flaqueaba. Anna no ha fallado nunca.

De todas las etapas, a la que dedico más energía y recursos es al casting. Hago muchas pruebas, veo mucha gente, cuando elijo a los actores y actrices hacemos pruebas cruzadas, discutimos mucho. Anna fue la primera persona que vi y quedé maravillado. Cuando enseñé su grabación a mi hija me dijo: ‘ya está, ya la tienes’, pero seguí viendo a más actrices. ¡El tiempo que me hubiera ahorrado si hubiese hecho caso a mi hija!

¿Qué ha hecho cuando no ha acertado en la elección de un actor o actriz?

Me pasó en una película y a mitad del rodaje sustituí a esa persona. No era mal actor, pero no era el indicado para el personaje.

Soldados en una guerra de resistencia

Desde que debutó en este oficio a finales de los noventa hasta ahora, ¿han cambiado sus necesidades?

Sí. Hacer cine es algo dinámico, van cambiando los temas, vas evolucionando, aparecen nuevos retos. En las primeras películas estás buscando tu propia voz, experimentando, y están muy presentes las influencias de los cineastas que has visto.

Con Tiro en la cabeza y Sueño y silencio, mis cintas más experimentales, se podría decir que cumplo una etapa de investigación y desarrollo. A partir de ahí surge en mi la necesidad de seguir afirmando una mirada y una escritura personal y, al mismo tiempo, hacerla más asequible al público. Mi prioridad es conseguir que mucha gente vea mis películas en las salas. En otro momento tenían sentido los premios, la competencia, hacerte con un lugar en el mercado y tener más salas en las que estrenar. Ahora todos estamos en una guerra de resistencia, somos soldados del mismo bando luchando por traer gente a las salas para que no desaparezcan.

¿Qué le mueve a hacer cine?

La necesidad de entender al ser humano. Gracias al cine me fuerzo a investigar y a profundizar sobre aspectos de la naturaleza humana, de la que el espectador hace su interpretación cuando ve las películas.

Uno es cineasta y es espectador, me gusta mucho hacer películas y también verlas, reinterpretar la película de otro es parte de la praxis cinematográfica.

Apuesta por el celuloide, rueda en 35 mm.

Es el material en el que mejor sé trabajar, es el que mejor me permite trabajar las emociones, es poco manipulable y es más bello tener una película en una lata que en un disco duro.

¿Valora el cine español a sus autores?

Fuera de las películas norteamericanas es muy difícil hacer películas relevantes que no sean de autor. Las historias que siempre viajan son películas de autor, son dramas. La comedia se exporta mal.

Girasoles silvestres se estrenará el próximo 14 de octubre.

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