Isabel Coixet: “Una paz social que niega las heridas de mucha gente no es tal”

Por Enrique Aparicio · 22 septiembre, 2022

La cineasta catalana documenta el chocante caso de abusos a menores del Aula de Teatre de Lleida en El sostre groc, una de las Proyecciones Especiales de San Sebastián

Interior noche en el El Aula de Teatre de Lleida. El director del centro, un tipo carismático sobre el que ha acabado por orbitar toda la energía del centro, imparte clases de interpretación a un grupo de adolescentes. Los ejercicios incluyen tocamientos a oscuras y escenas subidas de tono en los que participa el propio docente. Al terminar la clase, algunas alumnas son invitadas a su casa.

Un patrón que se repetiría durante dos décadas, hasta que un grupo de mujeres se decide a compartir su experiencia y a hablar públicamente sobre lo sucedido. Una información en prensa llevó la historia hasta Isabel Coixet, que se decidió a retratarla en El sostre groc “para que no se repita”. El documental se verá en San Sebastián, dentro de las Proyecciones especiales.

 

El documental trata un caso de abusos que se desarrollara durante décadas con impunidad. ¿Qué le impulsó a retratar esta historia?

Hace dos años leí la noticia en el diario ARA. Me impresionó la manera en la que hablaban las chicas, la conspiración de silencio, cómo el entorno minimizaba lo que pasó hasta el punto de que ellas llegaron a preguntarse su había ocurrido o no… Conocí a los periodistas que habían llevado el caso, hablé con las chicas. Me gustó el tono, la manera en la que se han reconstruido lejos de la autocompasión, de lo lacrimógeno.

Les propuse hacer un documental. Y se lo pensaron, no fue un sí inmediato. Pero al final se animaron. Siento que los temas me escogen a mí, y este fue el caso. Empezamos a trabajar y veíamos cómo todo encajaba, cómo se iban uniendo más testimonios que contaban las mismas experiencias. Intentamos que el acusado hablara, pero fue imposible.

Las víctimas pasaron años sin atreverse a compartir lo que les había pasado, y en algunos casos sin ni siquiera entenderlo. ¿Cómo planificaron los encuentros con ellas?

Yo quería evitar el morbo. Y parece que, si uno cuenta demasiados detalles escabrosos, se centra más en el hecho en sí que en el testimonio. Además, no hace falta conocer todos los detalles; yo no soy un juez ni un tribunal, soy una cineasta que quiere retratar esta situación y sus consecuencias.

Hubo testimonios de gente que luego se arrepintió, bien porque no lo había hablado con su familia, o por el estigma que sigue acarreando cualquier caso de abuso sexual… Lo hemos visto con el caso de ‘la manada’, en el que parece que la víctima tiene que seguir justificando su vida después de los hechos. ¿No ha habido pruebas suficientes?

El objetivo principal es que las adolescentes sepan que, aunque una persona sea su profesor, hay límites que no puede sobrepasar. Y eso se tiene que explicar claramente. Si un profesor te quiere hacer un masaje, pues no. Si quiere que beses 18 veces a una persona con él a un palmo, eso no es interpretación ni teatro ni nada. Tenemos que tener las herramientas para saber qué hacer cuando esto ocurre.

Cuesta pensar en un entorno donde un abusador tenga todo tan a favor como en una escuela de teatro: la autoridad, el contacto físico, la confianza, los ejercicios…

Hay otro caso reciente en Andalucía que parece un calco de esto, y mucha gente está hablando del tema. Una de las cosas que hemos hablado con las protagonistas es que usen el documental como una herramienta: que vayan con él a los institutos, que respondan a las preguntas de la gente. Me gusta pensar que la película va a servir para eso.

En un momento dado se explica que los presuntos delitos están prescritos y que el Aula está más preocupada en mirar hacia delante.

Pero es que anterior hace dos minutos que ha prescrito. Está muy reciente, y como dice Carla Vall, la abogada de estas chicas: todos estamos en contra de los abusos, pero en cuanto alguien habla y señala queremos que se calle, para pasar página cuanto antes y que no se rompa la paz social. Una paz que niega las heridas abiertas de mucha gente no es tal.

Además, en este caso concreto, no hubiera costado tanto hacer algo. La Fiscalía hizo una investigación, y aunque los hechos estaban prescritos, admite que sucedieron. Se sabe que es verdad, y que después de eso se despida al señor y con una indemnización… La Fiscalía podría reabrir el caso con testimonios más recientes, pero ¿quién se atreve a ofrecerlos, viendo el vacío social que se ha hecho a las chicas que sí han hablado?

Como cineasta, ¿qué retos y qué enseñanzas ha supuesto ponerse al frente de este documental?

Cuando hago un documental, me pongo al servicio de la historia y de las personas que la han vivido. No es que te pongas al margen, porque crees en lo que cuentas. Pero lo fundamental era retratar la amistad y el compañerismo que han generado entre ellas, porque no se conocían tanto, pero solo con el apoyo de las demás han podido unirse y generar algo reparador.

Yo lo que quiero es que esto no se repita. Y que las víctimas que han sufrido abusos lo identifiquen, porque muchas mujeres piensan que se han vuelto locas. Las protagonistas del documental pensaron que era culpa suya, que algo habrían hecho ellas… Y esa carga no les correspondía.

¿Qué recorrido le gustaría hacer con El sostre groc, tras su paso por San Sebastián?

La película se estrenará en salas, y espero que se convierta en una herramienta de debate, que ayude a revelar cosas que han permanecido ocultas. Y eso a veces consiste simplemente en que alguien reconozca las cosas que han pasado. No se trata de quemar a nadie, pero sí al menos de que se reconozca. Al final, las protagonistas del documental piden muy poco: piden que se reconozca la responsabilidad, que alguien admita que se equivocó. No quieren poner a este tipo en la picota, sino que las personas que estaban alrededor, que lo sabían, lo reconozcan. Y que cambie la ley para que hechos como estos no prescriban.

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