La ternura surge como una propuesta del productor David Naranjo. Después del éxito que supuso adaptar al cine la obra de teatro Toc toc, me habló de las obras de Alfredo Sanzol. Después de valorar alguna de ellas pensé que La ternura tenía todos los ingredientes para convertirse en una gran película. También la más difícil, pero el reto que suponía adaptar un material así era un auténtico regalo para un director de cine. Consistiría en realizar un laborioso ejercicio de estilo, una película como las que se hacían en los años sesenta y setenta, pero revisada y actualizada. Sería muy cómica, también romántica, dramática a veces, con su toque de aventuras, de musical, sazonada con unos toques de cine fantástico de serie B, cierto aire retro/naíf y estética de cuento. Casi nada. Crear un universo propio y encima hacer que todo este cóctel funcionara.
En la obra de teatro se mezclan algunos de los conocidos asuntos de las comedias de Shakespeare, combinándolos de tal forma que dan lugar a una historia original y única. Quería respetar al máximo la esencia de la pieza, pero como película debía tener una entidad propia, huir del “teatro filmado”. Había que hacerla dinámica y visual.
La dirección de actores ha sido algo fundamental y laborioso. Un material así les permitiría ahondar en una tesitura que ya muy pocas veces se da en el cine español. O sea, un regalo para ellos. Era importante no caer en el “tono teatral”, bajarlo a la tierra y exprimir cada uno de los matices que un texto tan rico necesitaba. Todos debían estar en un mismo código. No se podía dar nada por sentado sólo porque el diálogo fuera ingenioso, había que “desintencionarlo”, precisamente para darle su importancia. Fruto de todo esto han surgido unas interpretaciones sorprendentes, llenas de inteligencia, frescas y muy divertidas
La película se rodó en tan solo seis semanas y un día. Nadie se lo cree, pero es así. En el plan de rodaje eran siete, pero entre viajes (Canarias, República Dominica y Madrid), festivos e indigencias varias, así fue. No había margen de error. Afortunadamente la película estaba muy ensayada, planificada y coreografiada. Lo más fácil fue rodarla, lo más difícil; las complicadas condiciones de rodaje. Sinceramente, creo que pese al gran esfuerzo que supuso para todos hacerla, el ejercicio de estilo ha funcionado dando lugar a una película mágica, con alma. Y una vez terminada, Zinemaldia y el teatro Victoria Eugenia creo son el entorno perfecto para presentarla por primera vez al público. Es idónea para verla en compañía y en pantalla grande, como las de los sesenta y setenta.