¿Por qué ha tardado tanto en llevarse al cine la historia de Nevenka?
Ha dependido de ella, porque ha recibido muchas propuestas, casi cada año. Quizá no había llegado el momento, ni las personas en las que confiar. Enseguida nos quiso conocer, se vio toda nuestra filmografía. Hace unos años hizo un documental y fue la primera vez que habló. Fue positivo, y supongo que eso la animó.
Primero fue Maixabel Lasa la que le confió su historia, y ahora ella.
Mi agradecimiento, porque han tenido mucha generosidad. Ver la vida de una misma en pantalla es, cuando menos, raro. Así que agradezco mucho esa confianza de las dos.
¿Cómo surgió el proyecto?
El proyecto me lo proponen Juan Moreno y Koldo Zuazua, con los que ya trabajé en Maixabel. Ellos fueron los que recuperaron esta historia que yo recordaba. Revisé el documental y pensé que era una muy buena historia. Tenía por una parte la situación del acoso, que era algo muy pertinente de contar, porque creo que la sociedad no ha terminado de entender por qué una mujer no sale de una situación así. Y luego tenía mucha luz, porque lo que Nevenka hizo, ir a su ciudad, donde ese hombre es el rey, y contar la verdad, es épico. Es una historia muy potente y que valía la pena revisar cómo la recibimos en su día y cómo hemos cambiado.
Y para contarla ha confiado de nuevo en Isa Campo, ¿ha encontrado en ella la horma de su zapato?
Nos entendemos muy bien, es una colaboradora maravillosa y una guionista fantástica. Tiene una intuición formidable. Y luego, coincidimos mucho. Fuimos juntas a Ponferrada y conocimos a mucha gente que conoció a Nevenka, que la trató, que trabajó con ella.
Y en este caso, Isa Campo también ha sido fantástica en destilar en pocas escenas un proceso largo. De esta historia buscábamos lo mismo y nos fascinó cómo nos llegó la historia a través de los medios de comunicación. Me encanta trabajar con ella.
Comentaba que contactaron con mucha gente que conocía a Nevenka, ¿cómo fue ese proceso de investigación?
Empezamos con lo que había, lo revisamos todo y luego fuimos a la fuente. Enseguida conocimos a Nevenka Fernández, tuvimos innumerables entrevistas con ella e íbamos viendo a otra gente. Fue ella la que nos iba tendiendo los puentes con todo el mundo, y después de cada conversación, siempre nos contactaba porque estaba deseosa de saber cómo habían ido las entrevistas.
Las visitas a Ponferrada fueron muy interesantes, porque conseguimos hablar con funcionarios del Ayuntamiento que la habían tratado, con gente cercana que vivió el acoso. Hablamos con el tesorero, con un constructor de aquella época, gente que integró las listas de Ismael Álvarez.
A la hora de contar la historia queríamos hacer dos cosas: por un lado, vivir el acoso con ella, meternos en la psicología de una persona acosada y, al mismo tiempo, meternos dentro de esa telaraña. Entonces ese salto adentro y afuera, porque el acoso tiene un elemento de los demás, de complicidad, eso refuerza el acoso y al que lo ejerce. Y luego la presión social que ella vive.
Cuenta que el apoyo de Nevenka fue fundamental, ¿cómo ha sido su implicación en el proceso?
Ha estado siempre. No puede ser de otra manera, no puedes contar la vida de otra persona si ella no es parte del proceso. A veces no entendía que elaboráramos algo de una manera, que lo ficcionáramos, nos preguntaba por qué. Siempre tuvimos la referencia de Maixabel, que ella vio muchas veces, y entendió que el tema se iba a contar con cuidado. Ella lo entendió todo y no puso ningún problema.
«El acoso tiene un elemento de los demás, de complicidad»
No sé si contactaron con Ismael Álvarez…
Al principio, cuando nos sentamos a escribir, lo planteamos, teniendo claro que nuestra protagonista era Nevenka. Empezamos a ver todas las entrevistas y él lo niega todo, tenía una versión monolítica, y en la que no era posible la conversación. Ismael Álvarez ha contado esa historia siempre que ha querido. La realidad es que su versión la tenemos porque ha hecho entrevistas, ha ido a programas…
El propio Álvarez presentó un libro el año pasado, y el caso sigue estando latente en Ponferrada. De hecho no pudo rodar allí, tuvo que hacerlo en Zamora.
Ponferrada era una opción, pero no la única. La realidad es que nunca nos dijeron que no, simplemente no nos contestaron. Percibimos que no había ganas de colaborar y en un rodaje se necesita mucha colaboración, no solamente el permiso oficial, necesitas a la Policía, a extras… Si no cuentas con ese favor, el rodaje se hace cuesta arriba. En Zamora todo fueron facilidades, y luego nos ofrecía decorados que Ponferrada no tenía.
Siento que no se rodara ahí porque hubo gente que nos ayudó mucho y que tenían mucho interés en que la película se rodase allí. Hubo silencio administrativo, pero tuvimos que tomar decisiones.
Mucho que decir
Más de 21 años después de Te doy mis ojos, vuelve a poner en pantalla una dura historia de violencia contra las mujeres, ¿qué cree que ha cambiado?
La respuesta social es muy diferente. El caso de ‘la manada’ ha marcado un antes y un después, me emocionó la respuesta que hubo en la calle y el apoyo que tuvo esta mujer, o la respuesta al beso no consentido de Jenni Hermoso. Todo lo contrario que Nevenka.
Hay más información y somos más conscientes, pero sigue habiendo mucho que hacer. Afortunadamente ahora hay una generación de mujeres jóvenes con menos tolerancia al silencio frente a los abusos.
¿Cree que ver la historia de Nevenka en la gran pantalla ayudará a muchas mujeres a alzar la voz?
Me gustaría que ayudara a entender el acoso. Vemos muchas noticias, pero tenemos aún esa respuesta intuitiva de por qué no se fue, por qué se subió al coche con él… Es muy difícil entender el acoso y ha sido muy difícil de contar, porque es muy compleja la situación de secuestro emocional. Tienes tus facultades mermadas, te sientes inmovilizada, y ojalá la película genere un debate sobre esto.
El acoso es diferente, no se nota, va poco a poco, va con mucho silencio y luz de gas. Es un asesinato silencioso, no deja huella.
Vuelve a explorar la peor cara del ser humano, pero en sus historias siempre se ve luz, como en Maixabel.
Cuando pienso por qué coger una película o no, siempre pienso en que la historia tenga luz al final. Si no, es muy nihilista. En esta, por ejemplo, es importante el mensaje de que de esto se sale, y Nevenka salió y defendió su dignidad.
«Siempre procuro que las historias tengan luz al final»
Ha vuelto a apostar por Urko Olazábal tras el éxito en su anterior película, pero descubre al gran público a Mireia Oriol; ¿cómo fue ese proceso de casting?
Había que encontrar a una actriz con esa capacidad que vimos en Mireia de mostrar fragilidad y fuerza a la vez, de comunicar muchos matices. Ella es capaz de comunicar ese carrusel emocional todo el tiempo. Mireia se parece mucho, y hay una buena caracterización, pero no me importaba tanto, lo que quería es que te la creyeras. Una vez que entras en una ficción, compras al personaje si hay verdad, si te lo crees.
Y a Urko le dije que hiciera su propio Ismael. No tenemos tan presente como hablaba él en realidad, pero dentro de ese espíritu de persona triunfadora, populista… había que hacerlo suyo y no caer en la imitación. Tuve presentes las similitudes hasta cierto punto. He buscado verdad siempre, que a mí me diera miedo y que tuviera simpatía.
Creo que no me he equivocado, han hecho un trabajo impresionante, haciendo suyos los personajes.
Es su cuarta vez en la Sección Oficial de Zinemaldia, se ha convertido en una de las cineastas más habituales del festival, ¿qué supone para usted regresar?
Donosti es como mi casa. Estoy muy contenta, es una maravilla, cada vez cuesta mucho más asomarse a una cartelera en otoño, hay muchos estrenos. Donosti te da una visibilidad muy prestigiosa, estar dentro de su sección oficial es un premio, voy muy contenta y cumplo así mis expectativas, si luego vienen más cosas será maravilloso. Asomarte al otoño desde el Festival de San Sebastián es un privilegio. Es un buen arranque para esta película.
¿Le acompañará Nevenka en San Sebastián?
Si, estará en Donosti y haremos cosas juntas. Ella quiere dar protagonismo a la película, pero da mucho gusto escucharla, es una mujer que ha hecho un proceso muy largo y ha observado todo lo que ha pasado y cómo ha cambiado la sociedad. Nevenka tiene mucho que decir. Esta es la historia de lo que le pasó hace más de 20 años, pero tiene mucho que decirnos, y ojalá tenga el espacio.
¿Qué espera que se encuentre el público a partir del 27 de septiembre con Soy Nevenka?
He intentado hacer una historia bien contada, un viaje emocional, desde la caída a los infiernos hasta la salida y la victoria en los juzgados. Creo que van a reflexionar mucho y van a reconocer muchas situaciones.