N. está roto, algo no va bien en su interior. No quiere tomar decisiones, solo apearse del mundo. N. quiere vivir en la cárcel, eso es todo. Y hará cuanto sea necesario para conseguirlo.
Escape es la historia de una fuga a la inversa. La historia de un hombre roto que quiere que el Estado se haga cargo de él y le quite, de una vez, la libertad de encima. Es, pues, la definición de la paradoja y los infinitos matices (comedia, absurdo, tristeza, irracionalidad) de lo kafkiano, encarnados en un personaje roto —y, por tanto, imprevisible— que fuerza la lógica de la ley para tratar de huir de toda responsabilidad personal.
Escape es, entonces, ante todo, su personaje protagonista, una maquinaria estropeada devorada por la culpa, o tal vez por la irresponsabilidad (¿no es «libertad» sinónimo de «responsabilidad»?), a veces un niño, a veces un animalito, a veces un ser entumecido de comportamiento autista, a veces un mal bicho, que vive encerrado en sí mismo, aislado del mundo por su propia percepción opaca. No le importan los demás ni apenas se importa a sí mismo, solo su objetivo, la determinación pura y última de dejar de pensar. N. quiere que le digan cuándo levantarse y acostarse, qué comer y cuánto, cuándo respirar y cuándo no.
Escape es una gran pregunta que no proporciona respuestas, las respuestas las da el espectador y son diferentes para cada uno, como lo será su opinión sobre el personaje, que cambiará a lo largo del metraje. Permite miradas múltiples, desde la compasiva a la inflexible, o la directamente cómica. Es difícil adelantarse a su historia, que se las apañará para tomar los más inesperados desvíos; el propio N. es un personaje tan desprogramado y radicalmente refractario al control, de tan imposible acceso, que resulta inmanipulable. Una fuerza de la naturaleza.
Escape es lo irracional, lo difícil de intelectualizar pero fácil de percibir, reconocer, sentir, con mil significados posibles pero sin voluntad alegórica, un modo de no tomarse en serio la vida, siempre asombrosa, siempre temible. En Escape muchos ríen sin parar, pero siempre preocupados.
Presentar Escape en San Sebastián es hacerlo donde pasan las cosas. Donde un público apasionado y leal al cine acude cada año a su cita para descubrir miradas nuevas, importadas de cualquier rincón del mundo, y dotarlas así de existencia (el espectador es siempre quien rueda el último plano). Allí nos vemos.