Alauda Ruiz de Azúa: “A veces elegimos creer en contar historias”

Por María Gil · Fotografías de ©David Herranz · 22 septiembre, 2025

Compite por la Concha de Oro del Festival de San Sebastián con Los domingos, su segundo largometraje

Si en su ópera prima, Cinco lobitos, ponía los cuidados y la maternidad en el centro y en la serie Querer el consentimiento dentro del matrimonio, Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) en su nueva película, Los domingos, fija su mirada en un asunto “que no está en la agenda ahora mismo”, como es el de las vocaciones religiosas. La debutante Blanca Soroa y Patricia López Arnaiz protagonizan esta historia, en la que Ainara, una adolescente de 17 años, sorprende a su familia con la noticia de que, en vez de ir a la universidad, se plantea abrazar la vida de monja de clausura, una decisión que impactará especialmente en su tía Maite, convencida que se está empujando a su sobrina a esa decisión. La cineasta vasca sigue ahondando en las dinámicas familiares en su segundo largometraje, que llegará a los cines el próximo 17 de octubre, tras su puesta de largo en el Festival de San Sebastián. Feliz de regresar a Donosti, certamen por el que reconoce su “vocación”, la directora y guionista ya prepara su próximo proyecto, en tándem con Eduard Sola. Será una serie en la que arriesga una vez más en la temática, al abordar el mundo de las plataformas de contenido para adultos donde se crea contenido sexual explícito.

 

¿De dónde surge la historia de Los domingos?

Cuando yo era mucho más joven y desde cierta distancia asistí a una historia así. Una chica de 18 años que tomaba esta decisión de ingresar en una orden religiosa y del cisma, el enfrentamiento, el shock en la familia. Me llamó mucho la atención que alguien en ese momento vital, donde en teoría empiezas a ser un poco adulto y te toca ir a la universidad, viajar, salir de alguna determinada manera, tomara una decisión así. Y esa curiosidad se quedó conmigo.

¿Después de hacer la película ha encontrado respuestas?

Me he encontrado más preguntas. Uno entra en un tema así con sus propias ideas preconcebidas, es inevitable. Uno de los primeros giros a los que me enfrenté cuando empecé a escuchar testimonios y hablar con personas que habían vivido procesos de vocaciones religiosas era cuánto se hablaba del amor. Uno podía pensar que iban a hablar de algo más religioso, de ayudar, de misericordia…pero estaba muy planteado en términos de una historia de amor. De sentir un amor perfecto, increíble, que no habían sentido nunca y cómo esto era una fuerza que las arrollaba. Me pareció muy bonito que ese relato de ellas tuviera tanto que ver con el amor. Y eso me llevó a explorar los dos amores que lleva la película. Está ese amor espiritual, que lo cuenta Ainara desde su punto de vista y que para muchos es algo sobrenatural porque es muy difícil entenderlo. Pero luego está el amor más terrenal, el de la familia, de la pareja, de una tía a una sobrina, que es siempre más imperfecto, que juega en otra liga, más humana y más llena de defectos, pero que sin embargo es el amor más universal, porque es el que todos podemos entender como algo más real.

“El amor terrenal es siempre más imperfecto, pero sin embargo es el más universal”

Otra contraposición que está presente es la de la familia biológica versus la familia escogida.

La familia es evidente que me interesa desde el principio de los tiempos, de distintas maneras. Pero en los últimos años ha habido un cuestionamiento de la institución familiar. Se ha hablado mucho de si no es más importante la que elegimos que la que nos toca por azar.

Vivimos en una cultura donde tendemos a intentar mantener la familia tradicional, la que nos ha tocado por herencia, por biología. Hacemos muchísimos esfuerzos, incluso cuando no funciona o como cuando hay sensibilidades muy distintas, muchas cosas que no se dicen y que se arrastran desde un determinado tiempo y que en un momento pueden explotar. Me parece muy interesante todos esos esfuerzos por una paz familiar que no siempre es real, porque por debajo están pasando muchísimas cosas. El personaje de Ainara escoge entre dos familias, la que le ha sido dada, y la que se le cruza y se le abre la puerta, que es la de la comunidad religiosa, que es una familia distinta. Que te acoge y entras a formar parte de algo, pero también tiene sus propias reglas y renuncias.

Actualmente, las vocaciones religiosas son muy minoritarias. ¿Están los padres más preparados para que su hijo/a quiera tener cualquier otra profesión?

Lo de la vocación es algo exótico. Pero tiene ese aspecto más universal, de que muchos padres y madres, tíos y tías se pueden ver reflejados, en el sentido de tener enfrente un adolescente al que quieren y que quieren lo mejor para él y que, de repente, le haga una propuesta radical con respecto a su vida y esa dificultad de que ya empieza a ser un adulto y no puedes imponer nada sin entrar en un conflicto.

Junto a Ainara, el otro gran protagonista es el personaje de la tía Maite.

La película se construye sobre dos puntos de vista radicalmente distintos y con el viaje de estas dos mujeres. Maite es la sensibilidad atea de la familia y cree que debe actuar para que su sobrina no entre en la orden religiosa. Tú sabes que es una tía que quiere a su sobrina y  una sobrina que quiere a su tía, pero que al mismo tiempo están condenadas en algún momento a enfrentarse, por mucha tolerancia que uno quiera ejercer.

A la hora de decidir su futuro, ¿Cómo de importantes son para los jóvenes los referentes que tienen cerca?

Es complejo porque me parece que a veces les otorgamos un superpoder. En aquellas edades, uno elige hacia qué referentes se aleja o se acerca. En los colegios religiosos hay gente que se acerca a unos determinados referentes y otros no.

Seguramente tenga algo que ver con algo más interno del momento en el que estamos, de lo vulnerables que estamos, de otras experiencias que hemos tenido. Evidentemente, ser un referente te confiere ese poder que de repente te ven como una guía o un espejo en el que mirarse para entender quién quieren ser. Pero siempre me genera más curiosidad pensar por qué esos referentes y no otros.

Un estudio antropológico

 ¿Cómo ha sido el proceso de documentación y de acercarse a las comunidades religiosas y de clausura?

Como hacen los magos, que no desvelan los trucos, no quiero contarlo todo. He hablado con mucha gente, he estado en muchos sitios y he intentado ser muy rigurosa y documentarme como si estuviera haciendo un estudio antropológico. No en el sentido de ir con la mirada puesta en lo que yo quería ver, sino lo que se me contaba, lo que las personas me decían que sentían y lo que yo veía que se hacía o no en los sitios.

¿Es la religión un tema tabú?

No es algo que la gente tenga miedo de hablar. A veces se habla desde un sitio demasiado simplista, con cuestiones heredadas. Es verdad que cada vez hay menos vocaciones religiosas, pero, sin embargo, sí hay curiosamente mucha juventud que se está acercando de repente al tema religioso desde un sitio distinto. En mi generación a veces había mucho rechazo y crítica, se asociaba la religión con temas de culpa y pecado. Y de repente hay una parte de juventud que está encontrando una serie de valores, de refugios, en el tema de la fe y que lo viven ajeno a todo el tema de la culpa o los abusos.

En un mundo donde puedes pensar que lo religioso cada vez cuenta menos aparece esta necesidad que tenemos de creer en algo. Si puede ser, creer en los Derechos Humanos, pero seguramente hay algo que tenemos que encontrar en lo que depositar la fe los que no somos creyentes. No necesariamente tiene que ser un Dios católico, algo religioso o espiritual; a veces elegimos amar o creer en contar historias, en un proyecto de vida, en nuestros amigos. Necesitamos ese tipo de ilusión, de deseo de amar algo o de que nos ame.

“Los que no somos creyentes tenemos que encontrar algo en lo que depositar la fe”

El famoso “Quédate” de Quevedo y Bizarrap, “Into my arms”, de Nicholas Edward Cave en versión coral… La música tiene mucho protagonismo y conecta con lo que les ocurre internamente a los personajes.

Soy muy pudorosa con la música porque siento que es muy fácil que manipule y que empuje. Me gusta cuando ocurre algo entre los actores como más puro, respetar el punto de vista estricto del personaje. Pero siento que en esta película había algo muy poético y hermoso que aportaba la música. Había algo espiritual en lo cotidiano y la manera de evocarlo ha sido a través de la música coral por esas voces que se unen y porque lo tenemos asociado a ritos religiosos. Pero lo bonito ha sido llevarlo a si los chavales salen de fiesta, a si está empezando una historia de amor… Se trata de evocar que en la vida terrenal también hay algo que sobrevuela que es más existencial y espiritual. Por eso me he pasado mi pudor por encima.

Es la primera vez que compite en la Sección Oficial de San Sebastián y lo hace después de los éxitos de Cinco lobitos y de Querer. ¿Siente presión?

En esta industria siempre hay presión. Intento no pensar en ella, sino en que soy muy privilegiada por poder haber escrito y dirigido una apuesta personal, que creo que arriesga, que plantea que el espectador saque sus propias conclusiones. Y no es un tema que esté en la agenda ahora mismo. Creo que es lo más complejo que he hecho, en términos del dilema ético que plantea, y tengo mucha curiosidad qué reacciones genera.

¿Cómo cree que se recibirá?

No sé lo que pasará. El regalo bonito que puede hacer la película es que tú como espectador, seas creyente o no creyente, te atrevas a hacer el viaje del otro, porque Los domingos te permite hacer eso sin que te sientas atacado en ninguno de los dos sitios. Euskadi es uno de los mejores sitios para presentarla porque hay algo a nivel de cultura social y religiosa que yo creo que se va a entender muy bien. Estamos felices de volver. ¡Vocación por Donosti!

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