A Eduardo Chapero-Jackson no le va lo fácil. Autor de los multipremiados cortos Contracuerpo y Alumbramiento, el director, guionista y productor madrileño constató, una vez más, que lo suyo por el cine va más allá de la adoración. Y toda esa pasión se la debe a esa pequeña televisión en blanco y negro que, de pequeño, sintonizaba en su cuarto. En ese aparato vio “en silencio, sin volumen”, películas “raras, de arte y ensayo que me fascinaron. Una de las que más me impactó fue Arrebato”, confesó el cineasta ante el público que se reunió en la Academia para ver su opera prima Verbo, historia cuya protagonista era “como mi alter ego. Yo también crecí en un barrio parecido al del filme, y sentí el mismo vacío cultural que el personaje. Fui producto de las primeras burbujas inmobiliarias de este país”.
Chapero-Jackson buscaba respuestas, y en el cine encontró una de las vías para despejar interrogantes. Hubo más: el dibujo, la fotografía, la literatura… Como sus admirados Kubrick y Polanski, estudió Bellas Artes en Nueva York, una ciudad que le marcó, “pasé de la nada a la saturación”, resaltó. Sintió que era el momento de regresar cuando ‘la Gran Manzana’ se le volvió “neurótica y áspera. Además, allí es muy difícil hacer cine porque no hay ayudas”. Ya en España, empezó a trabajar en la producción de películas firmadas por Amenábar y Medem, entre otros cineastas de los que aprendió mucho “viendo tomas buenas y malas, observando cómo planificaban los rodajes. Fue mi segunda escuela”.
Le iba bien en la producción y no dijo a nadie que quería ser director, un oficio que empezó a creer que podía ser una realidad, cuando le llamaron del Festival de Venecia y le comunicaron que habían seleccionado su corto Contracuerpo. De la ciudad de los canales se vino con premio y, corto a corto, llegó Alumbramiento, trabajo con el que triunfó en Europa, y luego The End.
Artista y gestor
Chapero-Jackson quiso hablar de lo que estaba viendo e investigar, y quiso hacerlo en el formato largometraje. “Verbo fue un proyecto muy personal, una especie de carta a los que, como yo en su momento, estaban perdidos”, indicó el director, que con su opera prima también persiguió que llegara al público para la que fue concebida: los adolescentes.
Pero esta fábula en la que puso en práctica todo lo que le enseñaron en los cursos de interpretación que hizo para dirigir a actores –»los vehículos más importantes de la historia»–, y sus estudios de Psicología –»si me va mal en el cine, podría ser terapeuta–, no funcionó en taquilla, se quedó en tierra de nadie», indicó.
De la rebelde constructiva de Verbo a Los mundos sutiles, “un documental no al uso para entender a Machado a través de su poemario y traerlo al siglo XXI”, conforman el camino de este realizador, que en su próximo proyecto, El séptimo sueño, “no tomaré tantos riesgos. No se trata de ser sólo artista o narrador, hay que medir más los riesgos, ser también gestor. Arriesgar sin ser suicida ni kamikaze”, concluyó Chapero Jackson.