Terapeutas de los directores | Encuentro con la montadora de Magical Girl

14 mayo, 2015

La montadora Emma Tusell mantiene un encuentro con el público en la Academia

Tocó el cielo montando Magical Girl, la segunda película de Carlos Vermut, con el que comparte una manera muy similar de entender el cine. Y gracias a este entendimiento común del cine y el montaje, Emma Tusell fue armando la producción mientras se rodaba. “Trabajar juntos fue fácil. Ya en los brutos veías que la historia tenía un ritmo interno muy especial. El primer día que vino a la sala de edición ya había un primer montaje. A partir de ahí fuimos haciendo correcciones y sugerencias, aunque la última palabra siempre la tiene el director”, declaró la montadora , directora, guionista e inspiradora de Musarañas –uno de sus cortos fue la base de esta opera prima–.

Tusell conversó con el público en la Academia de Cine, donde se proyectó Magical Girl dentro del ciclo ‘Talento ECAM’, escuela en la que estudió esta profesional que guarda muy buen recuerdo de su paso por el centro. “Tuve unos compañeros muy buenos, con los que trabajé mucho y hablaba de cine”, apuntó la montadora, a quien esta producción que ganó la Concha de Oro y la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de San Sebastián le ha proporcionado visibilidad y trabajo, ya que la cineasta mexicana Claudia Sainte-Luce vio Magical Girl, “y quiere que monte su filme La caja vacía”.

 

Juego de chantajes en la España cañí 

Arropada por uno de sus compañeros de promoción, el productor Luis Ferrón, Tusell reconoció que el montaje de Magical Girl “no es muy vistoso. Es minimalista, pocos planos, cortes mínimos. Carlos es muy perfeccionista, de todas las tomas siempre escoge la más contenida.

Entusiasta de Magical Girl, “que sigue un patrón clásico del cine negro, el juego de chantajes, llevado a la España cañí. Es una historia intimista, pero tiene una trama que engancha”, Tusell elogió el trabajo de la actriz Bárbara Lennie , Goya® a la Mejor Interpretación Femenina Protagonista por este trabajo, y comentó que las mismas preguntas que se hace el espectador, se las hizo ella a Vermut, quien le confesó que él tampoco tenía respuestas. “Quería que los huecos los rellenase el espectador”.

Aunque su labor es distinta, disfruta lo mismo montando ficción que documentales. Lo que no cambia es su propuesta, que no es otra que jugar con la objetividad y la frescura. “Soy la primera espectadora, y si el director está a tu lado, te contamina involuntariamente de su entusiasmo”. Tusell se adapta tanto al cineasta que está a su lado en todo el proceso como al que no está en la sala hasta que no tiene el primer corte. “Los montadores somos como los terapeutas de los cineastas. Entre los dos encontramos la película que está ahí. Sin pisar nunca al director, que es el narrador”.

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