Cesc Gay: «Donosti es especial. En otros certámenes la ciudad no acompaña tanto»

Por Chusa L. Monjas · 19 septiembre, 2015

Presenta Truman en el Festival de Cine de San Sebastián

La amistad es el vehículo del que se ha servido Cesc Gay para contar Truman, un filme con humor, triste también, sorprendente a ratos y emotivo como suelen ser siempre las despedidas, en palabras del director y guionista catalán. Experto en radiografiar las relaciones humanas en sus películas, Gay trabaja desde lo cercano y ha retratado con sencillez a veinteañeros con prisas, treintañeros con dudas, cuadragenarios en crisis…Ahora ha puesto su mirada en dos amigos que tienen el rostro de dos actores con los que repite: Ricardo Darín y Javier Cámara, a los que ya dirigió en Una pistola en cada mano.

Con el cartel de ser uno de los cronistas más perspicaces de las clases medias urbanas, Gay quería escribir algo acerca de la pérdida, “de cuando alguien se acerca al final y, sobre todo, del camino que lleva a ello. Como lo afrontamos, qué sucede a nuestro alrededor…”. La conclusión es el reencuentro de dos amigos, Julián (Darín) y Tomás (Cámara), que se reúnen después de muchos años sin verse. Acompañados de Truman, el perro de Julián, vivirán cuatro intensos e inolvidables días, aunque serán los últimos.

“Nunca he sido bueno opinando sobre mis películas, sobre lo que son o representan. Para eso hay periodistas y críticos mucho más competentes que yo. Igual que ningún padre es objetivo hablando de sus hijos”, expresa el cineasta,para quien hay mucho misterio en la relación entre un director y un actor, “muchos secretos, muchas cosas que nunca se dicen. Es un lugar muy interesante porque es como una relación de pareja. La confianza permite llegar más rápido a los lugares, decirse las cosas sin complejos y poder remar todos juntos a la vez. Además, Ricardo y Javier están dotados de las mejores armas que pueda tener un intérprete, inteligencia e instinto, y sin duda han hecho que la película sea mucho mejor”, defiende Gay, para quien hacer un filme “nunca será fácil y supongo que en parte es mejor que sea así”.

Contento porque van a proyectar su película en la sala grande del Kursaal, “algo que no tiene precio”, vive los festivales como una celebración, “como una fiesta, más allá de los premios y de la competencia. A pesar de los nervios y las habituales dosis de ansiedad, intentaré pasarlo bien en San Sebastián”,certamen al que acude por tercera vez porque presentó en Zabaltegi su primer largometraje,Hotel Room, que codirigió con Daniel Gimelberg, y concursó con En la ciudad.

Para él es normal la apuesta por nuestra cinematografía que en los últimos años está haciendo el único certamen cinematográfico español de categoría A, “lo extraño sería que no fuera así ¿no?”, y entiende que la tarea de los festivales es dar visibilidad “a un tipo de cine que por sí solo no puede competir con las apuestas más comerciales que controlan la cartelera. Eso y las relaciones personales y de trabajo que se establecen. Por eso, Donosti es especial comparado con otros certámenes donde la ciudad no acompaña tanto”.

No niega que los premios le caen bien y se ve muy bien acompañado en la competición. “A Agustí Villaronga siempre le he admirado porque yo era aún un estudiante cuando él ya defendía sus películas personales por los festivales, y en cierta manera nos dibujaba el camino a los que íbamos detrás. Al igual que Marc Recha, que aunque sea de mi generación, empezó muy joven y también teniendo una repercusión y una trayectoria muy potente, haciendo cine en catalán, cosa que entonces era insólita”. Y la interpretación que hace de que tres de las seis películas con opción al máximo galardón estén firmadas por cineastas vinculados a Cataluña es que “se hace mucho cine en ­Catalu­nya. Será eso…”.

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