El éxito de su primera novela, Tannöd, sorprendió a la alemana Andrea Maria Schenkel. En 2009, cuando su texto dio el salto a la gran pantalla, la gran cantidad de trabajo impidió que se involucrara en La granja, de Bettina Oberli, pero seis años más tarde reconoce que si ahora se encontrara en la misma situación «sí que insistiría en participar en el guión».
La escritora se ha enfrentado a la adaptación de su historia en un coloquio que ha seguido a la proyección de la cinta en la Academia de Cine. «Yo creo que es muy bueno que salgamos de una película y nos deje un poso», ha asegurado al volver a encontrarse con una cinta dura y que no intenta complacer al espectador.
Considera que «el libro es también un libro tremendamente oscuro» y, aunque está ambientado en la Alemania profunda de los años cincuenta, aborda temas que siguen muy vigentes en la actualidad, como la violencia de género y el poder. Unos temas que le impusieron a Schenkel el tono sórdido de la novela.
Pese a no poder participar en la adaptación al cine de esta historia de crímenes, la autora cree que la cinta es definitivamente «fiel» a su texto y «es una película que una vez vista no te deja en paz».
«Realmente, si tuviese que mencionar una diferencia muy importante, es que en la novela describo lo que ha sucedido gracias a las informaciones de los testigos, cuando los testigos van declarando», ha reconocido Schenkel. Otra de las licencias del filme es el propio personaje protagonista. “Kathrin (Julia Jentsch) no existe en la novela, igual que tampoco existe esta situación de un pequeño romance”, ha desvelado.
La granja nos lleva al mundo rural, tradicionalmente conservador y católico, de la Alemania de la posguerra, pero «también hay toques de falso esoterismo, un ambiente como de cuento de hadas», ha destacado el periodista David G. Panadero, que también ha participado en el coloquio. Una atmósfera que tiene mucho que ver con aquella en la que Schenkel estuvo inmersa en su infancia en Baviera y que bebe de las historias que se contaban en esa zona y la profunda fe imperante, que «casi se convierte en una forma de superstición».
La adaptación cinematográfica plantea el enigma del asesinato de la familia Danner, una historia basada en hechos reales y cuyo crimen sigue sin resolverse en la actualidad. Dos años después de los sucedido, Kathrin llega al pueblo para enterrar a su madre, encontrándose un lugar todavía estigmatizado por el suceso. Poco a poco, los aldeanos le confiarán a la protagonista lo que creen saber de la tragedia, y esta verá cómo la historia de los Danner parece ir ligada a la de su propia familia.
Su proyección en la Academia y posterior coloquio continúa con el ciclo de cine negro que ha programado la institución, en colaboración con el Festival Getafe Negro y el Instituto Goethe y coincidiendo con el certamen de novela negra de Madrid.