Encuentro con Aitana Sánchez-Gijón

11 noviembre, 2015

Aitana Sánchez-Gijón asegura que no se plantea dirigir cine, aunque no descarta hacerlo en teatro

Una semana después de recibir la Medalla de Oro, Aitana Sánchez-Gijón regresó a la sede de la Academia de Cine para mantener un coloquio con el público tras la proyección de Volavérunt. La película sirvió para que la actriz recordase la figura de Bigas Luna, uno de sus directores favoritos, «un artista total, además de un amigo con el que me unía una relación personal muy profunda».

Para encarnar el personaje de Cayetana de Alba, la actriz se preparó leyendo mucha historia de la Duquesa y de Goya, de la época, viendo mucha pintura y manteniendo largas conversaciones con el cineasta. Dentro de las anécdotas de Volavérunt, recordó cómo años antes, en el Festival de San Sebastián, tras todo un día de actos se sentó en un sillón del Hotel María Cristina y se descalzó, completamente agotada. Entonces Bigas Luna le dio un masaje en los pies y le dijo que algún día haría una película en la que sacaría sus pies, y así fue en Volavérunt”, cuando Goya mantiene un primer encuentro con la Duquesa. Este era Bigas Luna, “un director que creaba universos únicos con sus actrices, con todas sus actrices; establecía una complicidad especial”.

Además de Bigas Luna, mencionó a otros directores con los que ha trabajado. Como Fernando Colomo, con quien rodó Bajarse al moro, película de la que recuerda “un calor impresionante y cómo Fernando disfrutaba como un niño grande, entusiasmado con su juguete”, o “la escena en la que Chus Lampreave no decía nunca su guión, improvisaba y cambiaba a cada toma y teníamos que hacer esfuerzos para no morirnos de risa, era totalmente surrealista y genial”.

El público que asistió al coloquio pidió a la intérprete que relatase anécdotas de algunas de sus producciones más conocidas, como la sucedida durante el rodaje de Un paseo por las nubes en el Valle de Napa (California) cuando Martin Scorsese invitó al equipo a comer a la casa que tiene en el mismo valle y “fuimos todos menos Keanu Reeves y acabamos cantando canciones de Disney porque una de las actrices ponía su voz a las películas”.

Gonzalo Suárez y Fernando Fernán-Gómez  también ocuparon parte de su intervención. “A mí Fernando me producía respeto y temor, tenía fama por su carácter, pero conmigo fue encantador y no tuvimos ningún problema”. El recuerdo de Fernán-Gómez dio pie a que la actriz comentase que prefiere “trabajar con directores que sepan dirigir actores; hay otros que te dejan hacer y tienen un trabajo más visual, te dan pocas pautas y tú te las tienes que arreglar solo; yo prefiero los directores de actores”.

Aitana Sánchez-Gijón se implica de lleno en sus personajes, y así lo expresó en el coloquio, tanto con sus explicaciones sobre la preparación de la Cayetana de Alba de Volavérunt como para dar vida a Ana Ozores en La Regenta, de Fernando Méndez Leite. “La relación con Fernando fue extraordinaria, desde antes del rodaje nos veíamos dos o tres veces por semana y leíamos el guión y los revisábamos con el texto original de Clarín. Incluso me fui a un monasterio y estudié el texto allí. Cuando no había nadie en la iglesia me metía en el confesionario y decía mis diálogos. Fue una época preciosa porque me permitió meterme en profundidad en una de mis novelas favoritas”.

En los últimos años se ha centrado en el teatro, y su reciente Medea en el Teatro de La Abadía con Andrés Lima parece que podría marcar su trayectoria. La actriz asegura que “esta primera incursión en la tragedia griega ha sido maravillosa y me gustaría seguir por ahí, por los grandes personajes de tragedia”. Esta pasión por el teatro y por la interpretación hacen que la actriz descarte dirigir cine, “no tengo vocación de contar mis propias historias, yo interpreto historias de otros; no se mover una cámara, qué encuadre hacer, no tengo ni idea de narración cinematográfica… No sería capaz y nunca he tenido esa curiosidad ni esa necesidad. En teatro es diferente, no ahora, pero no lo descarto. El trabajo con los actores es lo que sustenta el teatro, y ese trabajo y cercanía con los actores hace que a lo mejor me anime, aunque hoy por hoy no”.

El coloquio concluyó con una gráfica descripción de Sánchez-Gijón sobre su profesión: “Los actores somos vehículos para contar vidas, y en cada novela y en cada vida hay una película”.

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