Nely Reguera: «La madurez es un camino de largo recorrido»

Por María Gil · 18 septiembre, 2016

Debuta en San Sebastián con María (y los demás), presente en el apartado de Nuev@s Director@s

 

Comparte con el personaje que ha creado la generación y el empeño por compartir sus historias. Pero Nely Reguera (Barcelona, 1978) le lleva la delantera a María en lo que a sueños cumplidos se refiere. A la próxima cita donostiarra acude convertida en la única presencia española en la sección de Nuev@s Director@s y una de las pocas directoras nacionales que compite en el festival. Cinco años le ha costado sacar adelante María (y los demás), una ópera prima “impregnada por el paisaje atlántico” en la que reflexiona sobre la madurez. Curtida como ayudante de dirección y con un documental y dos cortometrajes con su firma, su salto al largo le ha llevado de la terra galega del rodaje a la capital guipuzcuana. Allí debutará en una programación en la que no puede evitar echar en falta más miradas femeninas.

 

¿De dónde surge María (y los demás)?

Me apetecía contar una historia sobre una mujer en la treintena que no tuviera pareja estable, ni hubiese triunfado profesionalmente ni se sintiera realizada. A esa edad empiezas a sentir cierta presión social sobre qué deberías haber conseguido en la vida. Si has triunfado, mejor que mejor. Si eres mujer, no solo debes ser madre, sino que debes ser una madre excepcional. Es imposible cumplir con todo eso e inevitablemente surge cierta frustración.

Un problema que encarna María.

Es una mujer que no ha logrado ninguno de esos objetivos, que ni siquiera tiene claro que los desea pero que, sin embargo, se siente mal por no tenerlos.

¿Tuvo claro desde el principio que Bárbara Lennie era el rostro de la protagonista?

Me convenció en el casting. María es un personaje que aparenta mucha seguridad y dureza, pero a la vez es torpe y frágil. Necesitaba una actriz que pudiera mostrar esas dos facetas y Bárbara resultó ser ideal para eso.

Pablo Derqui y José Ángel Egido vuelven a ser padre e hijo, al igual que en su corto Pablo. ¿Cómo ha sido el reencuentro?

Trabajar con ellos ha vuelto a ser un placer. Son grandes actores, sensibles y perspicaces. Una de las cosas que más me preocupaba a la hora de abordar el casting era que debía conseguir formar una familia. Estoy muy contenta porque lo logramos.

¿Qué fue lo más duro?

La lentitud del proceso. Es mucho tiempo centrado en un mismo proyecto, trabajando mucho y sin cobrar nada hasta el momento del rodaje.

En la película, el proceso creativo es algo catártico para el personaje de María. ¿También lo es para usted?

En cierto modo sí, pero no de forma tan intensa como lo es para María. Me gusta utilizar el cine para tratar temas y situaciones que me interesan y en el proceso de realizar la película aprender sobre ellas.

La cinta orbita sobre la autorrealización personal y el entorno familiar. ¿Qué visión quería dar sobre ello?

Siempre me ha interesado el universo familiar, especialmente los roles que se generan en las familias y la dependencia entre ellos. Es algo que se hace especialmente evidente cuando uno de los miembros decide cambiar de rol, entonces inevitablemente toda la estructura familiar se tambalea. Quería mostrar cómo estos cambios no tienen por qué ser negativos. Pueden ser oportunidades.
Y el gran tema de la madurez.

Me interesaba plantearla como un camino de largo recorrido y no un estado que alcanzas y ya está, ya eres oficialmente maduro. María, al igual que otros personajes de la película, es una mujer muy madura en ciertos aspectos de su vida y muy infantil en otros. Y obviamente aprende y logra dar un paso muy importante en su autorrealización personal, pero al final es eso, un paso más.

Ha dado el salto al largometraje, está seleccionada en San Sebastián. ¿Es María (y los demás) un punto de inflexión? 

Supongo que eso lo sabré más adelante, pero sí es algo importante para mí. María es mi primera película y es el resultado del esfuerzo de cinco años.

Volviendo a San Sebastián, ¿echa de menos más presencia femenina? 

Sí. El porcentaje de directores y directoras en el cine español dista mucho de ser igualitario. Afortunadamente cada vez hay más realizadoras mujeres pero todavía falta mucho camino por recorrer. La ausencia de directoras españolas en el festival me parece un reflejo de la situación actual.
¿Cómo ve el cine español ahora?

Si hablamos de creatividad, creo que pasa por un muy buen momento. Tenemos un cine heterogéneo con directores con miradas propias, interesantes, y muy diversas. El problema es que, si las cosas siguen como ahora, esto no podrá mantenerse. No podemos esperar que las películas se las pague el director o se hagan a costa de que el equipo renuncie a parte de su sueldo. No es un sistema sostenible.

¿Qué le falta?

El cine también es cultura y debería encontrarse una forma de fomentarlo y facilitar su financiación. En este país cada vez más se aboga por un cine menos arriesgado y más comercial. Los últimos cambios realizados en la actual Ley del Cine, donde se da más importancia al plan de financiación que a la calidad del guión, demuestran qué tipo de cine se quiere apoyar.

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