Jonás Trueba: «No quería hacer una película perfecta temporalmente, porque en la vida las cosas no encajan»

Por Juan MG Morán · Foto: ©Enrique Cidoncha · 22 septiembre, 2016

Compite con La reconquista en la Sección Oficial de Zinemaldia

 

Vuelve a rodar otra película de invierno en un Madrid sin prisas. Cartas de amor y canciones de Rafa Berrio le bastan a Jonás Trueba para contar en qué quedó una primera historia de amor en dos tiempos protagonizada por su incondicional Francesco Carril e Itsaso Arana. Con su cuarta película llega a San Sebastián, “la mejor forma de amplificar cine que tenemos en España”, abanderando un cine pequeño “que goza de mucha vitalidad, aunque temo que se termine porque seamos devorados por el cansancio”. No asimila todavía “tanta generosidad” de su productor Javier Lafuente, que “reinventó su vida para convertirse en un iluso”, y le ha ayudado a no tener nunca la sensación de que en las películas que ha hecho le haya faltado algo, “siempre soy consciente de que cuento con muy pocos elementos, ruedo teniendo en cuenta mis limitaciones para que no se conviertan en frustraciones”.

 

Tras el estreno de Los exiliados románticos decía que en sus películas siempre llegaba tarde al amor…

La reconquista habla de esa historia de amor primera, que en el fondo es la más grande, porque de algún modo perdura en el tiempo. Hay ciertas historias de amor que te definen mucho, pero ésta deja una marca. La película habla de que cuando te enamoras por primera vez sientes de una manera primaria y muy bestia la conciencia del tiempo, y piensas que te va a vencer o arrasar.

¿Es esta película tan inconsciente como su anterior filme?

Esta historia la he querido reposar y vivir más despacio, lo que no quiere decir que la haya calculado mucho. Nosotros hacemos las películas a lo bruto, muchas veces desde la intuición y una confianza extraña, y eso lleva a que a veces te encuentres la película y te deje en shock. La reconquista, en concreto, me ha dejado fuera de juego a mí mismo.

¿Cómo explica esto?

Me resisto siempre a hacerlo todo con precisión y a tener clarísimo lo que ruedo, pero sentía que esta película sabía algo de sí misma que yo desconocía. Eso me ha tenido en guardia.

¿Consiguió descubrir dónde le llevaba esta historia?

Durante el rodaje y el montaje siempre creí que no terminaba domándola del todo. La película es más una reflexión sobre el tiempo que sobre el amor, el amor es el vehículo para cuestionarse a uno mismo. La reconquista se mueve continuamente en la duda, no da absolutamente ninguna respuesta y muestra cierto estado de ánimo.

¿Ha hecho la película que quería hacer?

Al final, creo que es genuina, sea mejor o peor, porque tiene una construcción propia para transmitir lo que desea. No quería hacer una película perfecta respecto al paso del tiempo, en la que las cosas encajasen, porque las cosas luego nunca encajan tan bien en la vida.

‘Somos siempre principiantes’, la canción de Rafael Berrio, recorre todo el metraje.

Tiene que ver con un espíritu muy nuestro, con los ilusos y con esa idea que me preocupa mucho, la pérdida de la inocencia y del lado amateur. La canción es una reivindicación de eso. Dice “porque nadie sabe nada de su propio amor”, algo muy sabio que me conquistó.

Abierto hacia el futuro

No le gusta publicitar sus películas desde el rodaje.

Siento que el cine tiende a desmesurar y sobredimensionar todo, tiene algo pornográfico porque estamos todo el rato haciéndonos fotos y dando entrevistas. En ese momento tan delicado de empezar a rodar una película, en la que estoy rodeado de incertidumbres, me ayuda a estar tranquilo no tener que estar contándole a nadie lo que hago ni atosigándole con mis dudas.

Siempre escribe historias protagonizadas por personajes que podrían resultarle cercanos.

No es consciente, pero quizá sea porque no soy virtuoso, porque soy torpe. Me veo abocado a hablar de cosas que conozco mucho y tengo cerca, porque es lo mejor que puedo ofrecer. Lo otro me genera miedo o inseguridad.

¿Se conoce a sí mismo al tiempo que rueda?

Para mí de una manera natural, hacer cine tiene que ver con cuestionarnos. Soy el primero que necesita que la película que hago me remueva o me interpele, soy mi primer espectador y la única garantía que tengo de conectar luego con otros espectadores es mi identificación primera, no como algo egocéntrico sino por la necesidad de identificarme con lo que filmo para que eso pueda tener, a su vez, carga para otros. Entiendo que haya otras formas, pero reconozco que me gusta hacerlo así, porque en realidad no entiendo nada de mi vida, hasta las cosas más cercanas siguen conservando para mí un grado de misterio e incomprensión.

«Pongo mi corazón en el futuro. Y espero, nada más». Abre La reconquista con esta cita. ¿Así se relaciona con lo que está por venir?

Una manera de vivir el presente es a través del futuro y del pasado, y lo complicado es cómo te relacionas con los dos tiempos. Uno siempre tiene incertidumbres hacia delante, me da miedo cerrarme mucho y lo único que me pido es estar abierto, porque creo que la naturaleza tiende a hacernos más aparentemente seguros o prejuiciosos. Mi obsesión es seguir estando atento, no dar nada por hecho.

twitter facebook linkedin email