Itsaso Arana: “Tenía muchísimas ganas de hacer algo mío de principio a fin”

Por María Gil · Fotografías de ©Losilusosfilms · 23 agosto, 2023

La actriz debuta como directora con Las chicas están bien, una reapropiación de los cuentos clásicos, que llega a los cines este viernes 25 de agosto

Para probar que era una princesa de verdad, Hans Christian Andersen dio a la joven de su cuento la capacidad de notar un guisante en una pila de colchones. A esa legumbre regia da otro significado distinto Itsaso Arana (Navarra, 1985), que zarandea un relato que le fascinó de niña, para ponerlo a prueba en su ópera prima, Las chicas están bien. Lo hace a través de las conversaciones que surgen en los ensayos de las actrices de una obra de teatro, a las que dan vida Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itziar Manero y Helena Ezquerro y con la propia Arana encarnando a la directora de esa obra, en un juego que mezcla ficción y realidad. Acostumbrada a crear sobre las tablas, con el colectivo de artes escénicas La tristura, ahora la protagonista y coguionista de La virgen de agosto, se atreve con el cine y firma una fábula de verano, donde la moraleja es el compañerismo entre mujeres y no se espera a ningún príncipe con capa y espada.

 

¿Llevaba mucho tiempo soñando con dirigir cine?
Tenía muchísimas ganas de hacer algo mío de principio a fin, porque yo siempre había creado en colectivo o con otras personas, pero nunca me habría atrevido a firmar algo completamente mío y tenía casi una necesidad vital de hacer ese tránsito. Hacer esta película ha sido un atrevimiento, casi una desobediencia a mis propias creencias de sentirme capaz de liderar algo, de llevar a cabo una idea. Para hacer una película hace falta tener fe en una, que para mí ha sido un proceso transformador. No tenía la idea genérica de ser directora, pero sentí que, si tenía que contar esto, iba a tener que dirigirlo yo, porque era algo tan personal e intransferible que ha sido casi una consecuencia de seguir expresándome.

Cinco chicas, siete días de verano y una casa de campo. ¿Esta premisa es el germen de Las chicas están bien?
Lo primero en lo que pensé fue un poco más informe, más sensaciones e imágenes. Esta idea de la casa, los días y las chicas me ayudaba mucho a pensar que podía tener forma de película. Había algo en acotar ese espacio-tiempo que me permitía poder hacer una película casi ensayo, como bien dice el prólogo, donde pudieran caber muchas conversaciones, muchos géneros. Es medio documental-medio ficción, a veces parece de época; a veces, un cuento de verano; y a veces, una película más gamberra o más confeccional.

“Somos investigadoras de la naturaleza humana”

Como actriz, ¿quería que su primera película estuviera conectada al teatro y a la actuación?
Para mí este oficio sigue teniendo algo alquímico, misterioso, fascinante. Amo actuar y me encanta también investigar el arte de la actuación. Me gustaba retratar unas actrices que se apartan del mundo y no tienen miedo a conversar sobre su oficio, sobre las preguntas que nos plantea. También creo que era una oportunidad muy bonita para poder mostrar que, a veces, vivimos entre ficciones y épocas, que eludimos un poco a la realidad. Somos una especie bastante curiosa, que venimos a aquí a investigar la vida para recrearla.

¿De qué forma la ficción se mezcla con la vida?
A veces nuestra propia vida a acaba siendo objeto también de nuestro estudio. Realmente, cuando tuve la idea de hacer esta película fue a través de una vivencia bastante honda, que tuvo que ver con acompañar todas las mujeres de mi familia alrededor del lecho de muerte de mi aita, mientras moría. Ahí había una lección, había algo de la vida que yo había comprendido y que quería compartir y, de alguna manera, sentí que había toda una literatura femenina, los relatos victorianos, Lorca, Mujercitas…había todo un imaginario de mujeres esperando algo, que a mí me había apelado siempre. Pensé que este grupo de actrices podría encarnar bien esta doble vertiente de la película: por un lado, esta vivencia tan profunda y, por otro lado, casi una literatura o una anticipación de la vivencia. Te contaba esto de la de la muerte porque en un momento dado, cuando yo vi a mi padre, pensé ‘nunca lo hubiera actuado ahí’. Y es un extrañamiento respecto a tu propia vida que dices, ‘¿cómo estoy pensando en esto?’, pero al final somos observadoras, investigadoras de la naturaleza humana.

Protagoniza esta historia junto a Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itziar Manero y Helena Ezquerro.
Todas son mujeres muy sabias, inteligentes, divertidas y que admiro como actrices, así que ha sido un regalazo que generosamente se hayan ofrecido a ser retratadas de esta manera tan expuesta que propone Las chicas están bien.

Ha definido la película como “una reapropiación de los cuentos clásicos”. ¿Por qué ahora mismo hay tantas creadoras dándole la vuelta a aquellos relatos que fueron importantes en la niñez?
Es normal que se esté abriendo esta línea de pensamiento de mirar atrás y decir ¿por qué hemos llegado hasta aquí? Hay un montón de supuestos que nos han venido dados y han sido tremendamente injustos entre mujeres: sobre nuestra imagen, sobre cómo organizar nuestros afectos, cómo tratarnos entre nosotras, sobre la mirada masculina… Estamos hartas y tenemos muchas ganas de cogerlo entre las manos y mover ese árbol a ver qué cae. Cosas que tenemos ganas de interrogar, de poner en crisis y ver qué de todo eso todavía nos divierte actuar y qué no. Para mí era importante todo el juego que hay con la época, con los vestidos, con jugar a ser princesas. Tratar nuestra feminidad como algo construido, que podemos elegir si tomar o no. Esos corsés que en un momento te aprietan se pueden quitar y, aún así, podemos no renunciar a nuestra propia feminidad. O a nuestra vulnerabilidad.

Salvarse a una misma

 La película menciona elementos de La princesa y el guisante y de El príncipe sapo. ¿Por qué escogió esos cuentos?
La princesa y el guisante me ha fascinado desde niña, ha guardado un misterio que no comprendía. Y cuando la escritora Vivian Gornick vuelve a nombrar este cuento y viene a decir que ese guisante debajo de los colchones podía ser una especie de insatisfacción femenina, pensé, yo llevo sintiendo el guisante debajo del colchón mucho tiempo y, a veces, hasta me avergonzaba porque parece que eres demasiado delicada y frágil. Y, en cambio, decir que esa insatisfacción es la que me ha guiado por la vida. Es la que me lleva a hacer cosas, a moverme y a querer cambiar. Vivian dice –que son las palabras que pongo en boca del sapo– “comprendí que la princesa no buscaba el príncipe, buscaba el guisante”, que al final es a ella misma, a su propia sensibilidad.

Con el sapo, no pensaba en El príncipe sapo en concreto, sino en esos símbolos que se repiten en tantos cuentos. Tenía claro que quería acabar con ese primer plano del sapo porque tiene algo de humor, de una mirada a través del tiempo, del fin de un sueño o una ilusión de que alguien va a venir a salvarnos. El sapo es un sapo y está bien que lo sea.

“Hay algo perverso en pensar que hay algo fuera de ti que va a venir a salvarte”

¿Qué otros relatos, que fueron importantes en su infancia, ahora los revisa y dice, ¡madre mía!?
Tengo una relación bastante particular con Cenicienta, con esta cosa del servilismo. En mi cabeza, lo uno con Dogville, de Lars von Trier, por ese personaje abnegado, servil, complaciente. A veces me sentía muy identificada con ese personaje, que no dice lo que siente, que acepta todo, que no quiere molestar, que no acaba de sentir que tiene derecho a tener un lugar en el mundo. Yo sentía una identificación con estas mujeres, en el sentido de pensar que en el fondo vendrá alguien y te verá y verá tu potencial.

Hay algo muy perverso en pensar que hay algo fuera de ti, sea un príncipe o un hada madrina, que va a venir a salvarte. Y finalmente te das cuenta de que tú eres todos los personajes del cuento. Es muy importante no victimizarse y poder salvarse a una misma.

La deconstrucción de los cuentos de hadas lo verbaliza el personaje de la niña pequeña de la película.
Me gusta que Las chicas están bien tenga algo discretamente intergeneracional y la actitud que tiene la nieta frente a los propios cuentos, que era rebelde, humorística y muy poco sacralizada. Me gustaba ese descreimiento. Gracias a que hay otras visiones del mundo, hay niñas que están viviendo de forma más libre, aunque considero que queda mucho por hacer.

“Es un homenaje a las mujeres de mi vida”

Los diálogos de las protagonistas se centran en el amor, la orfandad, la muerte, la amistad y la actuación ¿Por qué se fija en estos temas?
Si hay una ambición en la película es no eludir temas universales, que, a veces, pueden resultar muy profundos, pero era muy importante tratarlos con la menor solemnidad posible. En la vida real también pasa así, cuando te juntas con buenos amigos y amigas, que puedes ir de la levedad a la profundidad de una manera muy orgánica.

Son temas que me atañen y que han conformado mis preocupaciones y ocupaciones en la vida. Esta película la hago en homenaje a las mujeres de mi vida. Para mí ha sido todo un aprendizaje reaprender a relacionarme con otras mujeres, con otras actrices. Hay mucho que reconstruir, que cuidar, que nutrir, y esta película es un intento de mi propia vida de rodearme de mujeres que admiro y no entrar en competencia con ellas, sino aprender a admirarlas y a convivir con la grandeza de la otra.

¿Qué tiene el verano que le lleva a la creación?
Nací en verano y me siento un ser de verano. Hay algo mágico que me resulta inspirador, pero sobre todo cómo están los cuerpos. Es un cuerpo menos productivo y más abierto al placer. Para actuar siempre busco ese estado de relajación e inspiración que tiene una noche de verano.

Recientemente la hemos visto en la serie Las de la última fila. ¿Seguirá compaginando su carrera como actriz con las facetas de directora y guionista?
Por supuesto. Como actriz, ahora estoy rodando una serie y luego rodaré una película. Y sigo escribiendo. Para mí forma todo un poco parte de lo mismo. Me encantaría seguir expresándome de diferentes formas. Todas las que participamos en la película tuvimos una vivencia hermosa y eso ya me lo quedo, pase lo que pase con Las chicas están bien. Si a estas alturas, cuando me preguntan si quiero seguir dirigiendo, no digo ‘no’, será que sí.

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