Abordar un tema de manera diferente y que éste tenga unos sólidos valores son las condiciones que tiene que tener una historia para que Lone Scherfig quiera poner su firmar en ella. Representante del cine danés y una de las mujeres más importantes de la cinematografía europea, la directora y guionista escandinava visitó la Academia de Cine, institución que exhibió sus obras One Day, Wilbur se quiere suicidar, Italiano para principiantes y The Riot Club. Tras el pase de esta última producción, la que fue la primera mujer del movimiento Dogma mantuvo un encuentro con el público moderado por Yolanda García Serrano, quién destacó “el exquisito gusto” y “la elegancia” rodando y escribiendo de la cineasta.
García Serrano leyó a Scherfig las críticas, todas positivas, que habían provocado sus películas en España, elogios que la directora agradeció.
Premio Mirada Internacional del 25 Festival de Cine de Madrid FCM-PNR, Scherfig disfruta escribiendo guiones que luego ha llevado a fotogramas y también creando argumentos para otros directores. “Tengo una estrecha relación con los guionistas. Cuando era más joven, trabajé en televisión, un medio en el que me he sentido muy feliz porque permite desarrollar tu creatividad”, rememoró.
El drama romántico ambientado en Londres en la Segunda Guerra Mundial The Finniest, que se estrenará en España en primavera, es el último proyecto de Scherfig, que sigue viviendo en Copenhague, aunque sus últimas cuatro producciones las ha realizado en Inglaterra.
“Ha sido una coincidencia porque, además, los cuatro protagonistas son mujeres que quieren ser escritoras. Me siento más cómoda en mi país y con mi idioma, pero filmar en Gran Bretaña me ha permitido llegar a un mercado más grande”, reconoció la directora, para quien los europeos tienen una mentalidad «más artística» cinematograficamente hablando, mientras que en Estados Unidos domina «la industria».
Scherfig citó a Stanley Kubrick y Michael Haneke cuando la preguntaron sobre los referentes de The Riot Club. “Me inspiraron mucho La naranja mecánica y Funny Games, pero era consciente de que no podía llegar a la perfección de estos dos filmes”, confesó la directora, que también mencionó a su compatriota Lars von Trier. “Controla la técnica y sus equipos le respetan porque es tan convincente cuando rueda que puede hacer lo que quiera. Inspira mucho a la gente y, además, es muy divertido”, destacó.
Tanto ella como Lars von Trier tuvieron una educación cinematográfica “clásica, conservadora”, por lo que para ambos el movimiento Dogma fue “un grito de libertad. Podíamos hacer lo que queríamos, expresarnos en total libertad a pesar de contar con pequeños presupuestos. A Thomas Vinterberg y a mi nos benefició mucho Dogma porque allí encontramos nuestra voz y nuestros filmes Celebration y An Education fueron comerciales. No me importaría volver al Dogma, que es como cocinar solo con huevos, pero si te tomas los obstáculos como oportunidades, tienes una gran libertad para crear obras diferentes”.