Pepe Quetglas, un maquillador imprescindible

28 octubre, 2016

Poco amigos de los homenajes, dialogó con su público en la Academia acompañado de Antonio del Real, Juanfer Andrés y Esteban Roel

Acompañado de tres directores con los que ha compartido algo más que trabajo, historias, sueños y cine, José Quetglas se presentó en la Academia para hablar de su trabajo como maquillador en muchos de los grandes filmes de nuestro cine. Dice que se está retirando, aunque sus compañeros no le tomen en serio, «porque uno se cansa y hay que dar paso a las nuevas generaciones tan preparadas». Siempre quiere repetir con los directores con los que se ha llevado bien y, según dice, no le quedan ganas de hacer ninguna época que no haya hecho ni de rodar con ningún cineasta en concreto con los que no haya trabajado ya. Y no es jactancia, él es un técnico enfangado en el trabajo al que le gustan poco los reconocimientos, pero aceptó este tributo de la Academia tras ser convencido por sus compañeros, por ser el más veterano y como homenaje a sus mayores, «algunos ya olvidados porque desarrollaron su trabajo cuando no existían los Goya. Aunque en estos premios nunca gana el mejor ni pierde el peor».

Este técnico indispensable en la historia de nuestra cinematografía quiso dejar claro que «el buen trabajo depende mucho del respeto al director, porque al fin y al cabo de él es la idea y debemos partir de ahí». El maquillador explicó a los espectadores que tras la llamada de producción en la que siempre dicen que no hay un duro cuando le ofrecen un proyecto, toma anotaciones a partir del guión y se documenta sobre la época para después contarle en una reunión sus ideas al director.

Sus compañeros le dieron completamente la razón, narrando cómo este profesional trabaja con una base de documentación muy importante: «Aprendí toneladas del trabajo junto a Pepe», afirmó Juanfer AndrésEsteban Roel quiso destacar que Quetglas hila fino hasta el punto de que «de una manera sutilísima Montse, la protagonista de Musarañas, aparecía más guapa según se iba enamorando».

Quetglas manifestó asimismo que su trayectoria no habría sido posible sin todos los técnicos que le han acompañado, «siempre llevo un equipo importante, las películas se hacen así, en equipo y con compañeros». A esto, Antonio del Real sumó que «hay magníficos profesionales en España. Eso tiene el mayor mérito, a pesar de que no estemos muy protegidos».

Este encuentro tuvo lugar en el marco de un ciclo que la Academia ha dedicado al maquillador con la proyección de destacados títulos de la filmografía de Quetglas que eligió él mismo: Amanece que no es poco –»En el rodaje que duró siete u ocho semanas nos lo pasamos francamente bien. Creo recordar que fue un fiasco en taquilla, pero tras su pase en televisión empezó a funcionar. Ha pasado a ser una película de culto»–; El día de la bestia –»Fue mi primer encuentro con Álex, él influye mucho en todos los departamentos. Creo que este título me abrió las puertas de la industria, con ella gané mi primer Goya»–; Goya en Burdeos –»Puede gustar o no, pero artísticamente es un filme bello. Trabajar con Saura y con Sttoraro fue una gran experiencia»–; La conjura de El Escorial  –»Tenía otros compromisos, pero dejé los últimos días de la película que estaba haciendo para rodar esta»– y Musarañas –»Es un largo de época y siempre son bonitos de hacer; tuve la oportunidad de colaborar en los efectos»–.

Antes de finalizar el encuentro, Quetglas no dudó en volver a repetir que «lo poco o mucho que yo haya podido aprender» se lo debe a sus mayores, y quiso recordar a su maestro fallecido recientemente, José Antonio Sánchez.

 

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