Las alegrías compartidas por Stockholm, cinta que escribieron juntos Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen y que dirigió este último, llevaron a estos profesionales a idear la película que supuso su inmersión definitiva en la industria cinematográfica. “Trabajamos tan a gusto que decidimos repetir y volver a escribir juntos, de nuevo sin saber si íbamos a cobrar o no”, recalcó Sorogoyen antes de explicar a la platea que «aunque podríamos haber hecho otra película pequeña e intimista, decidimos escribir un thriller, pues a priori era un género que le interesaría más fácilmente a un productor». De esta idea primigenia de ambos compañeros y de un verano en el que el Papa y sus juventudes invadieron el siempre asfixiante agosto madrileño surgió Que Dios nos perdone, filme de género sin el que ya no puede contarse el cine español de 2016.
«Para nosotros entrar en el thriller era, sin duda, algo nuevo. Como cinéfilos habíamos visto muchos, pero el trabajo consistió en empezar a estudiarlos”, aseguró Isabel Peña antes de declarar que ambos disfrutaron mucho del proceso de documentación e investigación que dio lugar al segundo largo de esta pareja creativa. Sobre si cada uno de ellos cumple un papel en el proceso de escritura, la guionista dijo de su compañero que «Rodrigo, cuando escribe, es un guionista buenísimo, aunque inevitablemente una parte de su cerebro esté ya dirigiendo”, a lo que el realizador añadió que intenta ser solo guionista cuando está enfangado en ello y bromeó afirmando que, cuando el debate se encalla, dice aquello de «Como esto lo voy a dirigir yo…».
Escribiendo a cuatro manos brotó esta película cuyo germen estaba en «hablar de cómo tres personajes tan diferentes están conectados a través de la violencia. Más que la parte visual nos interesaba lo que había por debajo: hay un señor que tiene una placa que persigue a un hombre peligroso, pero no están tan lejos el uno del otro”» Con estas palabras concisas describió Peña el núcleo de este filme que se alzó con el premio a Mejor Guion en el pasado Festival de San Sebastián y optó al Goya a la Mejor Película en la última edición de los galardones.
Rodrigo Sorogoyen quiso reiterar que siempre quisieron hacer una película «muy de aquí. Por eso intentamos plagarla de costumbrismos. Por eso y porque no hay nada peor que una película española intentando parecerse a una americana, al menos en mi opinión». Peña añadió que la única forma de escribir algo y no sonrojarse era «darle esa dimensión al género. Esta película española es también muy madrileña. Estamos enamorados de Madrid, aunque a veces se nos cruce el odio, pero precisamente de esa relación tan intensa surge este filme».
Menos testosterona, más mujer
Cuestionado por la dirección de actores, Rodrigo Sorogoyen destacó creer firmemente que “la mitad del trabajo la tienes hecha si la elección del actor ha sido la correcta. No se trata de que sean buenos o malos actores, sino de escoger siempre al intérprete adecuado para el proyecto. Es importante hablar el mismo idioma”. El director se encuentra en estos momentos inmerso en el proceso de casting del que será su próximo filme, que se centrará en la corrupción política.
Sobre si el panorama del cine español en 2016 fue en exceso testosterónico, Peña declaró que «no fue beneficioso que en dos meses estrenásemos tres películas que llevaban tanto tiempo gestándose y que se movían en el mismo género. Fue una pena”. Sorogoyen apuntó creer que “ahora mismo lo mejor es escribir una comedia, pero basta para que diga esto, hagamos una comedia y fracasemos porque haya cierta saturación…. De todos modos, creo que el mercado ahora pide menos testosterona y más mujer».