Juana Acosta está de enhorabuena. Ha cumplido el sueño de trabajar con Álex de la Iglesia y lo ha hecho a lo grande, nada menos que en su película más taquillera, Perfectos desconocidos, que ha movilizado a más de 3 millones de espectadores. La intérprete colombiana, recién incorporada a la Academia, que estrenará este año en salas Ola de crímenes y Jefe, además de la serie para Movistar+ Gigantes, se define a sí misma como una actriz todoterreno. Su carrera es fruto de mucho trabajo, disciplina y amor a este oficio. «Me gusta aprender cada día y reciclarme constantemente, pues me sigo preparando para la actriz que quiero ser en 20 años». Ha trabajado a la par en la gran y la pequeña pantalla; en Colombia antes de llegar a España; y se cultivó en la compañía de teatro del director polaco Pawel Nowicky, donde asegura que tuvo las experiencias profesionales «más enriquecedoras en mi país».
¿Qué recuerda de sus principios?
El ritmo vertiginoso de la televisión en mis primeros trabajos, que compaginaba con mis estudios de Bellas Artes, y una alegría indescriptible de sentirme entrando en un mundo que se convertiría en mi profesión. Esa sensación de estar en ‘tu elemento’ sin tener consciencia de tener todo el camino por delante. Me lancé a la piscina dejándome llevar por la intuición pero sin formación, aunque pronto empecé a estudiar con Corazza, donde entendí realmente el trabajo y me enamoré de este oficio.
¿De qué le han servido sus estudios de Bellas Artes y de danza en el cine?
Me abrieron ventanas a la diversidad, la belleza y la complejidad del espíritu humano, al alma del artista, a esa conexión real que debe existir entre un artista, su obra y su contexto. La danza me enseño a conocer, a escuchar y a entender muy bien mi cuerpo, algo que siempre me acompaña en un set de rodaje.
¿En qué momento de su carrera se encuentra?
En un momento importante de crecimiento y de siembra constante. Estoy consiguiendo desarrollarme en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, y para ello cuento con un equipo del que me siento muy orgullosa.
Ha comenzado 2018 con un gran éxito de taquilla: Perfectos desconocidos.
Nunca sabes qué puede pasar con las películas cuando las terminas y aunque éramos conscientes de la fuerza del proyecto y del equipo que había detrás, nunca imaginamos que llegara tan lejos. Está siendo una gran alegría sentir cómo el público conecta tanto, y esa es una razón de sobra para estar agradecida y satisfecha con el trabajo.
En 22 años de carrera ha participado en producciones en varios idiomas. Ha rodado en inglés Imprisoned, que dirige Paul Kampf. ¿Cómo fue su primera experiencia en Hollywood?
Extraordinaria a todos los niveles. Había mucho amor y talento, mucha implicación en el rodaje. He tenido un director magnífico que me dio alas y me impulsó a crear; unos compañeros fantásticos como Laurence Fishbourne y Juan Pablo Raba, con quienes me sentí libre trabajando; y una productora como Equal Entertainment que cree en el empoderamiento de la mujer en la industria y apoya la igualdad de salarios entre hombres y mujeres.
¿Acude donde la llamen o selecciona mucho sus trabajos?
Intento seleccionar mucho, en la medida que puedo busco buenos guiones con personajes femeninos potentes y definidos que me toquen o me movilicen. También es muy importante un director con el que me entienda.
En sus películas ha adoptado roles muy distintos. ¿Cuáles le gustan más y por qué?
Me gustan las mujeres proactivas que llevan la acción, mujeres definidas con mundo propio, mujeres valientes, estamos en un momento histórico muy importante y es precisamente en las historias que contamos en donde tenemos que empezar a vernos reflejadas. Es hora de que nos escriban personajes que nos representen realmente, que den visibilidad a la mujer de hoy en día, a mujeres protagonistas de sus propias vidas.
Sus últimos trabajos –Ola de crímenes, de Gracia Querejeta, y Jefe, de Sergio Barrejón–, ¿qué han significado para usted?
Una oportunidad para expandir horizontes, para sumergirme en nuevos mundos y para aprender desde la experiencia de los otros. Fue interesante, pero también agotador, hacer las dos películas a la vez. Ola de crímenes fue volver a coincidir con Gracia Querejeta y me ha permitido jugar en un género poco explorado por mí hasta ahora. Con Jefe disfruté mucho con un director novel que tiene claro lo que quiere contar.
A raíz de su éxito con Anna, ha declarado que quiere seguir haciendo cine en Colombia y parece que rodará un guión que se aleja de los temas de violencia y narcotráfico.
La fianza es un proyecto hermoso que todavía está en proceso de financiación. Quiero trabajar con mi compañero Andrés Parra y con el director, Gonzalo Perdomo, que tiene una mirada interesante y particular.
¿Cual es el personaje más completo que ha interpretado?
No puedo decir que haya personajes más completos que otros. Cuando por guión no los encuentro muy definidos, me ocupo de completarlos y darles la dimensión que necesitan. Me sumerjo siempre en cada personaje como si fuera el primero o el último.
¿Qué personaje sueña con encarnar?
He soñado alguna vez con interpretar a grandes mujeres como Janis Joplin, a activistas de derechos humanos, científicas, escritoras o bailarinas, pero también me encantan las historias sencillas con mujeres contemporáneas y sus dramas del día a día.
¿Se pondría detrás de la cámara?
Tanto la flexibilidad como la capacidad de adaptarse son fundamentales para navegar esta vida. Por eso, no me gusta decir ‘jamás’. El mundo es ancho y la vida impredecible.
Ha participado en varias series. Por emitir está Gigantes, de Urbizu. ¿Cómo ve este nuevo mercado de series dirigidas por cineastas?
Creo que el público, ya un poco más educado que hace dos décadas, está imponiendo derroteros de buena calidad tanto visual como en contenido. Esto representa buenas oportunidades para toda la industria. Mi experiencia con Urbizu fue fantástica, posee una mirada personal que imprime en cada uno de sus planos.
¿Cuáles son los principales problemas de los intérpretes?
Uno de ellos quizá sea la incertidumbre. Cuando te sumerges en un papel olvidas el antes y el después, pero al terminar el trabajo nunca sabes si el próximo personaje tardará una semana, seis meses o un año en llegar.