Historia de una foto | Apuntes para una película de atracos

Por León Siminiani · 21 septiembre, 2018

El director de Apuntes para una película de atracos desgrana la génesis de esta historia con la que compite en el apartado ‘Nuevos Directores’ de San Sebastián

El hombre en esta foto es Flako. Antes de Flako, su nombre público fue Robin Hood de Vallecas. Con ese alias lideró en Madrid alguno de los atracos a bancos más sonados en lo peor de la crisis. Entraban por las alcantarillas. Abrían butones en el subsuelo hasta llegar al sótano de la entidad. Flako había aprendido el método siendo casi un niño con su padre y los colegas de su padre, entre los cuales se cuentan algunos de los atracadores más importantes de los noventa. Los colegas de su padre habían aprendido de Albert Spaggiari, el autor del atraco al Banco Sociedad General de Niza en 1976. También butrón, también alcantarillas. Aquel golpe se sigue considerando hoy el atraco de su siglo en Europa. Un método exigente, analógico y muy complejo:  propio de otra época. La época de las grandes películas de atracos. Aquí entro yo.

Me llamo León Siminiani. Soy director de cine y hago documentales pero, desde que tengo memoria, siempre quise hacer una película de atracos. Cuando hace cinco años vi en el telediario la noticia de la detención del Robin Hood de Vallecas, me volvió intensamente aquel sueño y decidí intentar contactar con él para pedirle ayuda con el guión. Así comenzó una relación que se desarrolló primero en comunicaciones en cabinas con interfono. Después en permisos carcelarios. Hoy, que tiene el tercer grado, nuestra relación es como de Cenicienta: a las 22:00 tiene que irse hasta que salga el sol al día siguiente.

«En estos años he aprendido muchas cosas sobre cómo planear un atraco»

En estos cinco años he aprendido muchas cosas sobre cómo planear un atraco entrando por las alcantarillas. Muchas de ellas están en la película. Mejor no hacer spoiler. También descubrí a una persona marcada por la figura de un padre que entró en prisión cuando no contaba ni un año de edad y que, 30 años después, entraba él mismo en prisión (y por la misma causa) el día que nació su primer hijo. Una persona con una necesidad imperiosa de hacer algo grande que en su día fue atracar y hoy es escribir. Para él es parecido. No para la sociedad. Eso, creo, Flako lo ha entendido.

Y es que en estos cinco años, no solo he aprendido yo. Flako también aprendió. Mucho. Aprendió, por ejemplo, que filmar lleva mucho tiempo, que el montaje puede ser muy obsesivo y que locutar es algo muy intangible y misterioso.

Aprendió también a crear un personaje que le servía para separarse de la realidad siendo todo real. Ese personaje lleva máscara, se llama Flako y es el hombre de la foto.

Finalmente Flako está aprendiendo a escribir. A escribir la historia de su vida que, esperamos, vea la luz en forma de novela este otoño.

También en otoño verá la luz Apuntes para una película de atracos, mi segundo largo documental, que constituye la crónica de estos cinco años. La crónica de proyecto común que devino amistad con una reinserción al fondo. Butronero y cineasta en pos de una vida normal. Y una película de atracos.

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