Para la guerra es una película de guerra sin disparos, una película que nace en Cuba cuando se encuentran fortuitamente su protagonista y su director.
Para la guerra es una película de voluntad performativa, pero tan de puesta en escena como de documental clásico y cinéma vérité. Una película que utiliza el artefacto de la cámara como médium entre el cine y lo filmado, en este caso el cuerpo del protagonista, un exsoldado, y su memoria.
Su protagonista es un gran (no) actor de 61 años que, como muchísimos cubanos, aterrizó siendo adolescente en Angola para pelear cuerpo a cuerpo, durante cuatro años, en el medio de la selva de África; y después en Nicaragua y en otras misiones secretas por todo el mundo… y ahora vive en un pequeño pueblo y uno no sabe si, paisaje y memoria mediante, vive en Cuba, Nicaragua, Angola o Vietnam…
Es una película que existe porque este exsoldado se entregó sin reparos a practicar, para la cámara y para el director, los mismos ejercicios que realizaba cuando era un joven soldado. Porque el director, casi sin pensar, decidió quedarse a vivir rodando en Cuba ni bien lo conoció. Y existe también porque Javier Rebollo, ahora productor ejecutivo, co-guionista y co-montador de Para la guerra, le dijo, casi sin pensar al director de esta película, cuando este era solamente uno de sus aprendices: “te venís a Madrid y la montamos en casa, yo te ayudo”.
Ahora sabemos que Para la guerra se estrenará a concurso en Nuevos Directores del Festival de Cine de San Sebastián y el pequeño y fiel equipo cuasi alcohólico de este filme lo vive muy contento. El acontecimiento se celebrará en la calle, con vino, buenas canciones y amigos… Porque Para la guerra es una película independiente, frágil, pero sincera y libre. Una película que vitorea los encuentros azarosos, así como la amistad y el respeto en el cine y la vida.
Para la guerra es la ópera prima de su director, un tipo que justo antes de comprarse un auto y chocarlo contra un árbol, aburrido ya de trabajar en publicidad y con un ministro argentino, decidió irse a estudiar cine documental a Cuba y allá quedarse. Y entonces encontró cosas que le hicieron volver a creer en el misterio de las formas, en la belleza y la rugosidad de las imágenes; cosas que no se tocan, cosas que le hicieron confiar en el instante y en él demasiado tarde, y siempre, siempre celebrar el encuentro sincero entre las personas y sus miradas.
Para la guerra es, sobre todo, una película hecha con y por amor. Cine que es cine porque emerge con ternura desde la vida.
¡Que viva el cine!