Puntos de vista | El séptimo vicio especial Dirección de fotografía

21 marzo, 2019

Tras una primera sesión dedicada a las actrices, la dirección de fotografía fue ayer el desempeño cinematográfico elegido por El séptimo vicio de Radio 3 para su segundo especial Los oficios de la Academia, que se emitió en directo desde la sede de la institución. El maestro José Luis Alcaine, que estrena este viernes Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar; Pilar Sánchez (Carmen y Lola, De chica en chica) y Santiago Racaj (Verano 1993, No sé decir adiós, Viaje al cuarto de una madre) fueron los profesionales invitados al programa conducido por Javier Tolentino, que contó además con las canciones en directo de Marina Rossell.

La luz es el elemento principal con el que trabajan los directores de fotografía, pero no es el único. “La atmósfera a veces sacrifica otros elementos”, explicó Alcaine, “se ha puesto de moda hacer planos con un rayo de luz que deja en penumbras el resto, por lo que hay pérdidas de información de decorado, de interpretación, etc”. Otra moda surgió de “la iluminación que hizo Gordon Willis a Marlon Brando en El padrino, con una luz cenital que dejaba completamente en sombras los ojos. Se ha imitado mucho y se ha perdido la buena iluminación en los ojos de los actores, en los que está buena parte de su interpretación”.

Uno de los grandes retos para estos escultores de la luz es rodar en exteriores, cuando la climatología cambia la cantidad de luz en cuestión de segundos. Pilar Sánchez se enfrentó en Carmen y Lola a una cinta “rodada fundamentalmente en exteriores, con sol de justicia, en dos barrios de Madrid”; una luz, la de la capital, “muy dura” en palabras de Alcaine, “porque el sol y el cielo es duro, y genera mucho contraste, al contrario de lo que pasa en el Levante”. Santiago Racaj, para el que la luz es “la herramienta que nos permite vivir”, expuso que en los rodajes en exteriores el director de fotografía se convierte en ayudante de dirección, porque es el que debe coordinar al equipo. Alcaine subió la apuesta y apuntó que se convierten en productores, porque “tomamos las decisiones. Aunque esté lloviznando, si decidimos que hay que rodar, hay que rodar”.

Racaj recuerda con cariño un plano de El muerto y ser feliz, “cuando se estropea un coche en el norte de Argentina, y por intuición nos salió una panorámica de 360 grados con los actores entregados al ritmo de la cámara. Todo el equipo tenía que ir en cuclillas detrás de la cámara para que no se les viera, y salió perfecto”.

 

Directores y directoras de fotografía

Dentro de un oficio donde tradicionalmente han primado los hombres, por fortuna las cosas están cambiando. “Doy clases en la ECAM”, explicó Racaj, «y este año, en el segundo curso, por primera vez hay cinco alumnas y cinco alumnos en la especialidad de la dirección de fotografía. Hay que hablarlo y repetirlo hasta que podamos dejar de decirlo porque sea lo normal”. Alcaine recordó que en sus inicios no había ninguna mujer ocupando ese puesto, porque “las mujeres están bajo examen, parece que tienen que demostrar que son extraordinarias”.

Pilar Sánchez considera que “las mujeres tienen una posición distinta. Es como ver una escena desde una esquina u otra. Aunque estemos viendo todos lo mismo, a alguien le duelen los pies, alguien tiene frío, y eso hace que, aunque la escena es la misma, la sientas de manera distinta”. En un trabajo tan creativo e íntimo como decidir el punto de vista de una historia, las directoras y directores de fotografía “tiramos de bagaje, experiencia y sentimientos. Y lo que vivimos las mujeres es distinto, eso se nota”.

Precisamente el punto de vista es el máximo valor de estos cineastas, porque como explicó José Luis Alcaine, “cuando estás en un rodaje, no haces la fotografía para llegar al público, sino porque intentas expresarte en imágenes. No te debe preocupar tanto el resultado con el espectador. En el rodaje, mi punto de vista es el que prima a la hora de crear”.

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