Su oficio está condicionado por el lugar en el que nació, Tánger. “La luz del sol me acompaña en todas las películas y ésta te puede marcar el paso del tiempo. Es que el cine es ‘Bigger Than Life’ -más grande que la vida-”, confesó el conocido director de fotografía que ha iluminado a innumerables actrices y actores en sus más de 50 años de carrera.
Escoltado por “dos talentos”, sus compañeras Daniela Cajías y Pilar Sánchez, José Luis Alcaine fue homenajeado por la Academia, dentro del ciclo ‘Maestros’, acto para el que se escogió la proyección de La puta y la ballena, uno de los más de 150 títulos en los que ha participado “porque es una historia bastante desconocida en la que realicé una fotografía insólita”, dijo.
©Migui Carrillo
El que es uno de los técnicos más destacados de nuestro cine -tiene numerosos reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos 5 Premios Goya “dos merecidos y los otros tres discutibles. Y otras películas que se merecían el Goya ni siquiera fueron nominadas”- contó que ser director de fotografía era una profesión “dura, tienes que estar muy en forma para soportar los rodajes, en lo que nunca me siento porque el cansancio desaparece con la pasión»; y que como técnico su propósito era “incorporar al espectador en la película. Me dicen que esa proposición distrae, que hay que dirigir a la audiencia. El cine es un cuenta cuentos y hay que hacer que el público entre en el juego que él escoja”, recalcó.
Este peso pesado de la fotografía empezó con los paraguas y continuó con los fluorescentes. “Decían que era una luz muy fea, de cocina. Viajé con un baúl lleno de fluorescentes por Europa, enseñando a utilizarlos y años después me copiaron”, recordó Alcaine, que, fundamentalmente, se reconoce un iluminador de intérpretes más que de espacios. Y ahí volvió a citar a Tánger, donde se crió con el cine en blanco y negro de los años 40 y 50 “cuando se iluminaba muy bien a los actores y actrices, sobre todo a las actrices porque eran el capital de los estudios”.
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Relatos vivientes
Defensor del digital, incondicional de los focos y aficionado a la pintura, José Luis Alcaine ‘detesta’ los storyboards “porque las películas están cambiando constantemente. Las películas deben de mostrar la vida y la vida es adaptación; y lamenta esa tendencia “a la que te ves abocado a hacer una fotografía parecida a la que ya has hecho porque para eso te han contratado”, apostilló este maestro de la luz, que admitió que hay un “estilo Alcaine, pero con importantes variantes”.
Ha formado tándem, entre otros muchos, con Vicente Aranda, Manolo Gutiérrez Caba, Víctor Erice, Montxo Armendáriz, Fernando Fernán Gómez, Carlos Saura, Bigas Luna, Pilar Miró, Fernando Trueba, José Luis García Sánchez, Fernando Colomo, Emilio Martínez Lázaro y Almodóvar, con el que ha colaborado en varias ocasiones, la última en el cortometraje Extraña forma de vida. “En Almodóvar prima más el color que la luz. Mi primera colaboración con él fue con Mujeres al borde de un ataque de nervios, y apenas hablé con él de la fotografía. Deduje por donde podía ir, y fue una explosión en todo el mundo”, recordó.
En su homenaje, escogió La puta y la ballena, historia dirigida por Luis Puenzo que rodó en Argentina hace 20 años. “Me enfadé mucho porque no tuvo ninguna nominación a los Goya. Esta película fue una paliza: tuvimos tempestades, parte del equipo enfermó, nuestros invitados eran los pingüinos, lobos de mar y las ballenas… Todo está rodado en negativo, no hay trucos digitales. Para su fotografía me basé en un estudio que hice de La uvas de la ira, de John Ford”, explicó Alcaine, que no volvió a trabajar con Puenzo y tampoco con Adolfo Aristarain, con el que hizo Roma. “Y ninguno de los dos ha vuelto a dirigir”, añadió.
