Un espacio de cruce | O que arde

Por Oliver Laxe · 23 septiembre, 2019

El director Oliver Laxe reflexiona sobre su nueva película, O que arde, que se verá en la sección Perlak del Festival de San Sebastián

«Tenemos una capacidad innata de dividir, de partir el mundo en dos. Siempre. En todo. Hemos dividido entre cine “de autor” y “cine comercial”. Al cine de autor le presuponemos alma, al cine comercial le presuponemos eficacia (tras haber vendido el alma). Pero en realidad no es siempre así: hay un mal llamado cine “de autor” o de vanguardia que no tiene alma sino miedos, cálculo, conservadurismo, un cine que a veces puede llegar a pecar de cierto onanismo escapista y autista. Un cine que nace preso, que no libera. De la misma manera que hay un cine mal llamado “comercial” que es en el fondo subvencionado, deficitario, que tampoco ve nadie, que ni fija puestos de trabajo ni fija nada. Un cine que tan pronto como aparece, desaparece.

La historia del cine y la actualidad del cine nos regalan infinidad de ejemplos de mal llamadas películas “de autor” que han sido también comerciales o populares, y de mal llamadas películas “comerciales” que, pese a haberse confeccionado como tal, han marcado generaciones y abierto corazones. Son películas que han logrado que alta y baja cultura se entremezclen promiscuamente, películas a varias capas en las que toda una colectividad heterogénea puede encontrar reflejo. Ahora mismo me viene a la cabeza Los santos inocentes, de Mario Camus.

En el fondo, estoy convencido de que todos los que trabajamos en esto queremos tratar de emocionar al espectador. Pero hay emociones de muchos tipos, diferentes, las hay más visibles y las hay más invisibles. Son tan ambiguas… es muy difícil.

La intención que hemos puesto a la hora de hacer O que arde ha sido la de ocupar ese espacio de cruce. Sinceramente, no es fácil hacerlo en el contexto de nuestra cinematografía nacional, tan polarizada y cómoda en los extremos. Hemos querido trascender las dialécticas entre estos dos cines, intentar religarlos, volver a tomar esa senda ya transitada por otros con anterioridad, imitar sus pasos. Nos propusimos hacer una película que hablara de nuestro campo con claridad, sencillez, generosidad y cercanía, pero sin dejar de acoger la complejidad del mundo, la complejidad que tienen las imágenes y el propio cine, su invisible poder.

Por eso nos hace especial ilusión el formar parte de la sección Perlas de esta edición del Festival de San Sebastián, un espacio de mezcla, creemos, donde las películas son todo a la vez: son altas, bajas, diestras, siniestras…

Esperamos que estas intenciones estén reflejadas en nuestra película. Y si no lo hemos conseguido todavía, lo intentaremos de nuevo con la próxima».

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