Una llamada a la convivencia | Encuentro con Alejandro Amenábar

26 septiembre, 2019

Un momento histórico, ocurrido en el verano del 36, que el director ganador de un Oscar por Mar adentro desconocía hasta hace unos años fue la semilla que germinó en la película que se proyectó ayer en la Academia de Cine, y que se estrena mañana en las salas de nuestro país: Mientras dure la guerra. Alejandro Amenábar vio en ese «señor mayor que en mitad de un acto del bando nacional, lleno de fascistas y falangistas, se levanta y pronuncia un discurso que casi provoca su linchamiento y es salvado por la mujer de Franco, un momentazo cinematográfico». A partir de ahí solo quiso saber más: «me sorprendió porque yo, como todos los de mi generación, habíamos estudiado a Unamuno en el colegio, pero desconocía lo que aconteció esa mañana en el paraninfo, no sabía que la frase ‘venceréis pero no convenceréis’ era de Unamuno, ni conocía su curiosa actitud ante el alzamiento durante esos tres meses de verano, así que acabé enfrascado en esta historia porque me sentí interpelado y muy identificado con lo que le pasaba».

 

«Esta película es una visión personal. No es equidistante. Yo no me siento a la misma distancia de Miguel de Unamuno que de Francisco Franco. Unamuno es mi héroe y Franco es el antagonista, el malo de la película», explicó el realizador nacido en Chile. «Franco era una persona leal con sus hombres, educado, quería a su familia, quería a España… y quería contar cómo a veces lo peor se puede albergar en las mejores intenciones».

«Para mí hacer películas es aprender», expuso el realizador, que reconoció que lo más arduo a la hora de levantar la película fue la financiación. «Conjugamos las dos partes: la historia de Unamuno y su intimidad con la guerra en paralelo, la guerra psicológica, el golpe a los golpistas… y nos pareció que el guión se había escrito solo. A la familia de Unamuno la investigamos más tarde. Era lo más difícil, investigar su entorno», aseguró.

Reconoció Amenábar que desde el principio tenían claro que querían preservar su independencia con todos los personajes. «Unamuno está rodeado de mucha controversia a día de hoy. Por eso queríamos independencia. En el fondo él decía algo así como ‘no cambio yo, cambian ustedes’. Lo bonito de dudar está en base a unos principios. Se desencantó de la República, el golpe de estado creyó que iba a traer el orden a la República, y cuando ve que es un derramamiento de sangre y que está asociado con el fascismo del resto de Europa, acaba denunciándolo. Su aparente cambio se da porque sus principios son inamovibles”.

Una historia anclada en el presente

«Llevo temiendo que la historia se repita ya desde hace varios años, hablé de ello en Ágora. El repunte del fascismo es evidente, tengo la sensación de que está entrando por la puerta y no nos estamos dando ni cuenta», declaró Amanábar, que ve demasiadas señales de que estamos viviendo un periodo parecido al que se ve en la película, y por eso reconoce que este filme «es también una llamada a la convivencia, a entender la democracia como un espacio común donde tenemos que convivir gente con distintas ideas».

Confesó además que hacer una película con Franco como coprotagonista creaba muchos recelos. «El guión estuvo literalmente guardado en un cajón hasta que Movistar se interesó. Aún así me lo pensé, pero el productor Fernando Bovaira me dijo que la tenía que hacer. Así que me hice el razonamiento de que si Unamuno fue capaz de hacer lo que hizo, yo podía aportar mi granito de arena y ver qué pasaba. Como aún no he estrenado, no sé si he cometido un gravísimo error en mi carrera», apostilló.

Fotos © Manuela Lorente

Ser fiel al espíritu

Ante una sala llena, el director aclaró lo que los americanos distinguen muy bien una película basada o inspirada en hechos reales, y aseguró que Mientras dure la guerra «está basada en hechos reales. Es decir, intentamos ser muy fieles al espíritu de lo que ocurrió». Y con respecto a la escena de las palabras que pronuncia Unamuno en el Paraninfo, explicó que ha intentado leerse todo lo que se ha escrito sobre este día, y reconoció que «no es difícil acotar lo que se ha escrito sobre esa mañana –lo que se dijo y no se dijo, pasó y no pasó–. Es verdad que lo que aparece reflejado en la película no es exactamente lo que se dijo, pero no podía explicarlo todo. Intenté ser fiel al espíritu y me basé en una de las fuentes más fidedignas, el libro escrito durante el régimen Vida de don Miguel de Unamuno, de Emilio Salcedo«.

 Un cuarto de juegos

Amenábar agradeció a su experiencia en Los otros lo que ha aprendido sobre los actores: «era en inglés, con un reparto internacional y con niños. Todo lo que no sabía sobre interpretación y dirección de actores me lo empollé para esa película». Y explicó su técnica: «a los actores hay que ponerles lo que yo llamo un cuarto de juegos. Dejarles que jueguen y disfruten, pero tienen que tener las paredes delimitadas. En ese sentido doy libertad». Y se refirió al trabajo de los tres grandes personajes de esta película, que considera como un triple reto al tratarse de tres personajes históricos, con los que «no queríamos caer en la caricatura». Para interpretar al escritor y filósofo de la generación del 98, tuvo clara su elección. «Unamuno puede haber tres en el mundo, pero Karra Elejalde solo hay uno. Es absolutamente volcánico, es una fiera y un trozo de pan a la vez. Nada que ver con Unamuno ni por edad, ni por físico, pero queríamos uno de los grandes actores españoles». Y contó que, cuando Elejalde improvisaba sus discursos sobre un esquema, «sonaba tan real que lo que se dijo en el 36 resonaba en el siglo XXI. Yo quería eso». Explicó también que, aunque el intérprete tiene un abanico expresivo tremendo, «lo redujo casi de manera matemática para este papel. Sabía dónde tenía que pasarse un poco más o menos y calculó hasta el nivel de vejez para cada secuencia. Hemos intentado acercarnos lo más posible al alma del personaje».

Eduard Fernández interpreta al amigo personal de Francisco Franco, José Millán-Astray, un militar español fundador de la Legión y de Radio Nacional de España. Y cuenta que en este caso se trataba «de explotar el lado lúdico, de showman… Millán-Astray era un robaplanos, entraba en una habitación y se quedaba con todo el mundo, primero por su aspecto físico y después porque seguro que contaba sus batallitas. Eduard Fernández lo llevo por ese terrero, por el de divertirse «. Y, en el caso del generalísimo, reconoció que fue la elección más difícil: «necesitábamos un actor al que no le diera miedo hacer de Franco y no juzgara al personaje», por lo que hicieron muchas pruebas a actores importantes. «No fue fácil, pero lo encontramos. Santi Prego llegó con toda la naturalidad. Le gustaba el personaje. Y fue justo lo que necesitaba».

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