David Victori presenta No matarás en Sitges: “En narrativa, el control del tempo lo es todo”

Por Enrique F. Aparicio · 1 octubre, 2020

De entre los diez mandamientos del cristianismo, el quinto siempre ha parecido el más absoluto. Independientemente de la espiritualidad de cada uno, parece claro que matar es un acto reprobable. Pero, ¿hay alguna circunstancia que pueda forzar a una persona a traicionar el mandato divino? Es esa pregunta está la génesis de No matarás, el largometraje con el que David Victori viaja a Sitges en la presente edición. Con Mario Casas como protagonista y convencido de que “la obsesión por el detalle puede llevar la película a otro nivel”, el cineasta de Manresa pone a sus personajes a colisionar en una Barcelona subterránea, iluminada por potentes luces de neón y a ritmo de la música urbana.

¿Puede una persona normal y corriente llegar a cometer un asesinato obligado por las circunstancias?

Eso es justo lo que exploramos en nuestra película, y es de hecho la semilla de todo el proyecto. Esta misma pregunta me hice a mí mismo el segundo antes que naciera No matarás. Luego todo ha sido un viaje de encontrar cuales son los caminos donde es cada vez más complicado contestar que no a esta pregunta. Hay una obsesión en mí de comprender dónde se esconde la parte más instintiva del ser humano. Cuando es que la carcasa social no puede contener ya más al animal que llevamos dentro.

El thriller se toma su tiempo para explotar, ¿era importante conocer antes bien al personaje de Dani (Mario Casas)?

El juego entre la película, el protagonista y el espectador es que tú siempre animes a Dani a tomar ciertas decisiones. Él siempre es un poquito más lento y más cobarde que el espectador y durante el arranque y la primera mitad de la peli siempre estás tú detrás empujando a un personaje que nunca se atreve. Ahí, sin darte cuenta, vas descubriendo quien es Dani en una relación activa y cómplice con él. Ese viaje va generando un vínculo para que, en un momento dado, sientas que eres tú quien has arrastrado a Dani a una trampa de la que no puede escapar. El juego es que sea el público quien lo ha llevado ahí. Y al final, como un boomerang, esa responsabilidad viene de vuelta a ti como un tren a punto de arrollarte.

Para sumergir al personaje y al espectador en la espiral de violencia, el ritmo es fundamental. ¿Cómo fue el proceso de montaje?

Alberto Gutiérrez ha sido fundamental en esta película. Su talento es abrumador y juntos hemos ido construyendo esa progresión en forma de espiral con mucho cuidado y mimo por el detalle. Hay un momento en el que el montaje parece que ya esté planteado y funcione perfectamente, pero siempre siento que es justo ahí, donde si pones más energía y más obsesión por el detalle, puede llevar la película a otro nivel. Quitar frames por aquí y por ahí puede parecer una obsesión, pero estoy completamente seguro que transforma la percepción de armonía en una película. Como en una canción, cada beat es importante, cada nota… En montaje, cada mirada cuenta, cada parpadeo del actor suma o resta en una dirección u otra y al final, el resultado y la percepción del ritmo es algo sutil pero tremendamente poderoso y determinante. En narrativa, desde mi punto de vista, el control del tempo lo es todo.

No matarás muestra una Barcelona que no siempre aparece en las películas. ¿Qué buscaban con la elección de los escenarios?

La película hace un viaje del mundo de Dani al submundo de Mila. Las localizaciones son fundamentales para ello. La película parte de una ciudad más acogedora para enseguida desplazarse y arrojarnos a una ciudad fría, un entorno desolado que no se preocupa de las historias y necesidades de sus habitantes. Barcelona tiene esas dos caras, aunque estamos menos acostumbrados a retratar la segunda. El Poble Nou es una especie de polígono Industrial gigante que se ha ido habitando poco a poco, y mantiene aún sensaciones muy poco humanas, muy mecánicas.

El uso intenso del color está presente a lo largo de la cinta, ¿a qué se debe esta apuesta formal?

Es parte de la época que estamos viviendo y del universo que estamos retratando. Los neones hace unos años eran cutres, ahora estamos volviendo a una estética mucho más cargada, extrema y los personajes a los que presentamos a lo largo de la película viven envueltos en ese universo de excesos. Esa locura cromática, que contrasta con el punto de partida del protagonista, ayuda también a mostrar las diferentes caras de Dani. Nadie puede esconder para siempre sus fantasmas, y Dani en este viaje descubrirá que ser buena persona también puede ser una estrategia del ego para protegerse de lo que realmente es.

«El público de Sitges no quiere ir a ver películas, quiere ir a vivirlas»

La música es importante en la película, ¿qué utilidad narrativa buscaba? ¿Cómo fue el proceso de selección de las canciones?

Todo ha sido un trabajo en la misma dirección. La película es la colisión entre dos universos distintos que impactan y se destruyen entre ellos. La música nos explica primero quién es Dani, después quién es Mila y luego el resto de música acaba siendo el eco de un proceso de destrucción dramático. Toda la tercera parte de la banda sonora además tiene una aproximación peculiar que pretende seguir hundiendo al protagonista, pero sin ahogar al público. Hay algo festivo en los excesos y la locura y quisimos, en la parte final, no empujar más el drama de Dani sino estar un poquito del lado de un público, que en ese momento ya no sabe si reír o llorar. La película es una montaña rusa, y después de muchos loops –donde ponemos al espectador del revés– hay que ir cediendo para no ahogar el excitante recuerdo de la adrenalina que ha sentido durante el viaje.

La guinda al pastel fue contar con Macaco para el tema original de la película. La canción que escribió después de ver la película es una cápsula perfecta para la historia de Dani, que grabó junto a la fascinante cantante Babi, que está íntimamente conectada al universo de la peli.

No matarás se presenta en Sitges, ¿qué ingredientes del filme pueden atraer al público del certamen?

Algunos que ya han visto la película la describen como un ‘tripi’. Yo siempre tuve la obsesión de que fuera una película 100% sensorial. El espectador no está fuera de la historia sino dentro, en el centro de la misma. Yo creo que el público de Sitges ama este tipo de aproximación al cine. El público de Sitges que yo conozco no quiere ir a ver películas, quiere ir a vivirlas. Nosotros llevamos años trabajando para que No matarás forme parte de la memoria sensorial del espectador durante mucho tiempo. Ojalá lo hayamos conseguido.

En un año marcado por la incertidumbre, ¿qué papel juegan los festivales de cine?

Los festivales son una fiesta para el cine. Un punto de encuentro entre gente con sensibilidades parecidas. Los festivales nos pueden recordar lo hermoso de un ritual al que no debemos tenerle miedo. Toda la situación que estamos viviendo es incierta y nos genera mucha confusión, pero a medida que va pasando el tiempo debemos ir comprendiendo cuáles son las prácticas que nos ponen el peligro y las que no, y que yo sepa no ha habido ningún brote de coronavirus en ningún cine ni ningún teatro. Creo que está ya comprobado de sobra que la gente puede ir al cine con mascarilla y disfrutar de la experiencia de recuperar poco a poco una vida social que todos anhelamos y necesitamos.

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