Margarita Ledo: “El cine de mirada patriarcal ha hecho de la mujer un cuerpo a dominar”

Por Enrique F. Aparicio · 10 noviembre, 2020

Un grupo de mujeres charla animadamente sentadas en los andenes de una vía de tren. Hablan, ríen, miran con descaro a la cámara que las filma. La estampa se rompe cuando varios furgones de policías antidisturbios aparecen y las dispersan con violencia y botes de humo. Porque esas mujeres, además de charlar, están protestando por sus derechos laborales. El gesto femenino de dignidad y valentía frente al sistema patriarcal y capitalista es el cuerpo de Nación, de Margarita Ledo, que llega estos días al Festival de Cine de Sevilla. Un cuerpo colectivo, el de las mujeres que siempre han puesto su mano de obra en las fábricas de cerámica gallegas, y que se han tenido que ganar su lugar dentro y fuera de su trabajo.

Margarita Ledo. Foto © Xose Castro

Nación se pregunta por los derechos de las mujeres trabajadoras. En un momento en el que cada año su fuerza parece más poderosa, ¿conviene hacer memoria?

Nación comienza con una presencia, la de la esfinge, esa figura mitológica tan temida desde la masculinidad. Y la esfinge expresa su deseo de “apagar la oscuridad”, porque desde la noche de los tiempos la mujer estuvo destinada a la oscuridad. La fuerza que ahora se nos reconoce, aunque no soy tan optimista como tú y creo que en no pocas ocasiones es un muy pensado y ocasional make up, está jalonada por episodios de épocas diversas que son los que hoy nos traen hasta aquí y laten en cada escena, en un pequeño gesto que densifica nuestra posición.

Si algo nos enseña la historia es que los derechos y las libertades se pueden ganar pero también perder. ¿Qué amenazas tienen hoy las mujeres trabajadoras?

La exclusión de la esfera pública, la pérdida de la autoestima, de sentirnos con derecho a hablar, a contarnos como sujetos deseantes y no como objetos de quita y pon. Los miedos, con todos sus dispositivos de coerción, están regresando y nos están sometiendo de nuevo al mutismo. Creo que esa es la peor amenaza, y por eso es tan importante el movimiento Me too.

El documental se impregna con imágenes de archivo de distintas épocas, que evidencian el largo camino de las mujeres obreras. ¿Es el cine un aliado para visibilizar y proteger sus derechos?

Existe ese cine de mirada patriarcal, que hizo de la mujer un cuerpo a dominar, carne de voyeur, fetiche. Pero existe ese otro cine, el de Ida Lupino por ejemplo, que hace resentir en la pantalla la experiencia de lo femenino. Solo para decir que en toda propuesta, en cada obra, necesitas situarte, elegir tu campo, hacer cuerpo con tus materiales. Fíjate en Sufragistas de Sarah Gavron, una peli del 2015 que nos moviliza de nuevo. Por eso el cine puede ser, efectivamente, esa ala que extiende su sombra protectora en medio del desierto.

Los testimonios de Nación se toman su tiempo, y son filmados en el territorio de las mujeres trabajadoras. ¿Le parecía importante huir de los ‘bustos parlantes’?

Me parecía importante construir otra imagen y, por otra parte, necesitaba que el cuerpo se activara como archivo de pequeños acontecimientos, personales y colectivos. Por eso cada mujer se va convirtiendo en personaje de sí misma, se va haciendo consciente de que hace una película. Fue decisivo, creo, volver a los lugares donde las cosas habían sucedido, donde los ecos, aunque residuales, devienen esos golpes detrás de la puerta que identificas al instante. Filmamos en fábricas que siguen produciendo, pero fue el retorno simbólico a Pontesa –aquella fábrica de mil mujeres, donde se enamoraran, donde se organizaran, donde se sintieron enteras– la que se convirtió en la imagen de la película.

«En toda propuesta, en cada obra, necesitas situarte, elegir tu campo»

Las mujeres que aparecen conversan entre ellas. ¿Quiere proponer con esta película un relato colectivo?

Sí, la propuesta tiene ese aroma colectivo que se apoya en la actuación, tanto de las actrices como de las no actrices, que se desenvolvió con los mismos parámetros: actúas al mismo tiempo para ti misma, para mí como espectadora, para una obra: la película. Eres tú y las otras mujeres. A veces las frases que dice una de las mujeres pasa a ser lo que expresan las actrices, aquellos momentos de existencia que se comentan.

También hay imágenes que presentan a la mujer obrera frente a la autoridad, siempre masculina. ¿Cuál es la posición de la mujer frente al brazo armado del sistema?

Son imágenes de codificación baja, de lucha en la calle en defensa del puesto de trabajo o contra la expropiación de la tierra que te sustenta. Lo que me parece extraordinario es cómo ellas pasan del otro lado e invaden el terreno de ese “brazo armado del sistema”. O las imágenes auto-registradas de las mujeres de la fábrica de conservas Odosa, que cortan el aliento, contándole al mundo el régimen de explotación extrema que soportan y el abandono por parte de lo que llaman “las autoridades”.

La loza y la cerámica, con Sargadelos como ejemplo más conocido, es un producto asociado a Galicia. ¿Hay algo de metafórico en esas mujeres trabajadoras montando objetos valiosos y bellos en cadena?

Son los años felices que engarzan con una filmación de los veinte, la salida de la fábrica ‘La artística’ en Vigo, filmada por José Gil y que, como un bucle, recoge la historia de la mujer como trabajadora industrial. Si te fijas, en las escenas de Sargadelos varía el tipo de luz, es más blanca y más matizada. Ahí reside ese aspecto metafórico que comentas.

Participa con Nación en el Festival de Sevilla. ¿Qué puede atraer de la propuesta al público del certamen?

Más allá de una historia de resiliencia y de construcción de la sororidad que te roza con sus dedos, además de la increíble banda sonora de Mercedes Peón o de ese momento extraordinario en el que una de las actrices sale de la representación y hace de la escena un manifiesto autobiográfico, creo que al público le puede interesar el engarce de tiempos, el respeto por cada uno de los archivos, la apuesta por dejar respirar ese desasosiego e imperfección que amplía nuestra capacidad para la “pequeña percepción”, para esa estrella fugaz que no volverá a pasar pero que te deja mirando el cielo negro, la pantalla, que se iluminó un instante para que puedas soñar.

En un año marcado por la distancia y las precauciones, ¿qué significa participar en una cita como esta en salas?

Darle una vuelta de tuerca al caos y pensar en la sala como “um sitio onde pousar a cabeça”, el verso-talismán de Nación. Creo que es imprescindible mantener la actividad cultural, los lugares de encuentro, el sentido de los festivales e insistir en que nadie se contagió en un cine. Entre otras cosas porque estás con máscara y no hablas.

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